-¿Crees que... Existan las sirenas?
El judío miraba al semental con una expresión seria, tomo su cuchillo y lo clavó de golpe en la pequeña mesa de madera vieja.
-Absolutamente, es más, me casé con una.
El semental lo miraba con ojos de horror y curiosidad, pero ganándole la curiosidad, se acercó más a el.
-¿De verdad?
-No tengo necesidad de mentir, cajún. Pero te contaré, era una fría noche...
Me encontraba en un navío escoses, todos eran muy rudos y muy supersticiosos, siempre que venia un año nuevo, me escondían en los barriles, ya que creían que la gente rubia y baja les traería mala suerte de por vida. En uno de aquellos años, sentía la barba tan fría que me daba dolor de muelas, mis huesos no podían soportar tal hipotermia, así que salí a ejercitar mis tan atrofiadas partes. Me puse a carelar parte del navio, reordenar las cuerdas y vaciar los baldes con agua. Hasta que, sentí un cambio en el ambiente, había una risa constante, como la de un niño cuando hace una travesura y teme ser descubierto. Estaba tan asustado que deje caer un balde con agua en la proa, luego, vi una figura en las aguas, me sonreía, se hacia más y más familiar, tenia el cabello tan largo que tapaba sus senos, pero no podía ver mas allá de su torso. De pronto no existía ni el calor ni el frío, mis huesos no dolían, y sentía tanta felicidad como si me hubiera bebido una botella entera de whisky. Camine hasta la proa, y me puse a admirar el oceano Índico, la mujer yacía sobre una roca, movía sus labios entonando la mas hermosa melodía que jamas oí en mi vida de corsario. Me quería acercar a ella, más y más, no me importaba estar en el mar, no me importaba si moría congelado, solo sabia que debía llegar a ella, quien extendía sus brazos hacia mi, estaba sentado sobre la proa, faltando unos centímetros y un ligero impulso para llegar al mar, sin embargo una fuerte explosión me sacó de mi ensueño, de pronto el frío caló hondo en mis huesos, de pronto la melodiosa voz se detuvo, y Gerï le había disparado a la mujer.
-¡Qué haces Gerï!
-Ayudarte, judío. Era una mujer mutante, y casi se sale con la suya.
Mi corazón me distraía de las palabras que decía Gerï, me ayudó a bajar, pero me quedé pensando... ¿Mujer mutante?
Gerï y su roja cabeza se fueron a dormir, yo también lo intenté, casi toda la noche, bebí un poco de whisky para ayudar a dormitar al menos una media hora a mi pobre cuerpo antes del amanecer. Y funcionó. Pero tuve el sueño más extraño que hubiera tenido jamás, me encontraba diciendo "Acepto" y besando a la mujer a la que Gerï le disparó. Corrimos juntos por un camino hecho de agua, y me decía.
-Ven conmigo, Alexandree... Nada malo pasará, solo acompañame esta noche...
Ensimismado por su belleza, no hice más que aceptar, y justo antes que me besara, su cara se transformó en un horrendo monstruo, la verdad, creó que me oriné ahí mismo. Un balde de agua fría por parte de Gerï me despertó esa mañana, quien estaba acompañando por Bob, un chico inglés muy raro, se quedaba observando a todo el mundo, pero era muy inteligente.
-¿Soñando con la mutante?
-¿Hm? No, no... Yo...
-¿Crees que cogió alguna maldición?
-Totalmente.
Gerï y Bob lo inspeccionaban como un experimento, no hizo mas que sonreír y darle Gerï un poco de whisky, quien lo recibió encantado mientras se iba por la puerta bebiendo muy feliz.
Miró como Bob lo analizaba, y tosió un poco dando a entender lo incomodo que se sentía.-Sabes que se trataba de una sirena, ¿verdad?
-Una sirena... ¿No que no existían?
-Quizás... O fuiste el primero en descubrir una.
Bob le tocó la frente, y se fue, luego de aquel incidente, nada volvió a ser igual para él...
. . .
-¿Y por qué no, Alexander?
-¿Por qué más? Me casé con una sirena, no ves.
-¡Eres nefasto! ¡Y un chanta!
-Pero todo fue cierto. ¿Y quién te enseñó a decir esa palabra? ¿Fue el Naiko?
-Sí, dijo que en un navio chileno lo aprendió, y te define a la perfección, sarnoso judío.
-Tu quisiste oír la historia, Edgar.
Y se fue dejando oír su tan peculiar risa, que también era contagiosa.
-¿Por qué tan feliz, judío?
-Ah, compañero Naiko, ya me estaba preguntando donde estarías.
Con una gran sonrisa, se levantó y fue directo a los labios del calvo, era una persona que siempre se guiaba por sus instintos y nunca dejaba pasar oportunidades así, y, hace mucho que deseaba con el mayor ardor hacer eso. Desde que vio su tímida sonrisa y se enteró de que Naiko era gay, pero como siempre, este hacia caso omiso a sus insinuaciones. Lo soltó y se fue silbando la melodía que su esposa sirena cantó aquella noche, no sabia bien por qué, pero nunca se salía de su cabeza aquella extraña pero hermosa tonada.
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Es cortito, pero tenía esto hace tiempo y revisando me di cuenta djdbn, perdí el hilo de esto, me pareció correcto compartirlo. 💜🐥
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Cortitos pero bonitos.
FanfictionSerán... Bueno, en realidad no lo sé. muchos one-shot. Historias cortitas que se me irán ocurriendo, y las guardaré aquí. Viva el Cochayuyo.