1- Preámbulo de un engaño

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Había llegado a la estación del metro, cómo siempre a las ocho de la mañana, ni un minuto más ni uno menos. Sabía perfectamente que podía salir unos diez minutos más tarde de su casa y aún así alcanzaría el metro para llegar a las nueve y media al estudio de grabación. Aunque, también había otra razón para que todos los días se esforzará por llegar a esa hora.

Hace dos años, lo había visto por primera vez, se trataba de un joven, tal vez un poco menor que él, tenía cabellos y ojos de color negro, su tez era blanca y era un poco más alto que él. Se peinaba de una extraña manera, a veces se preguntaba cuánto se debía de tardar para lograr ese estilo, que en muchos podría verse totalmente ridículo, pero a él le daba cierto atractivo.

Tenía la idea de que no era alguien muy puntual, algunas veces llegaba corriendo para alcanzar el metro y otras justo a tiempo, pero siempre llevaba con él un porta planos, aún no podía determinar si se trataba de un estudiante o de alguien adicto al trabajo. A pesar de verlo cinco veces a la semana durante tanto tiempo, nunca se atrevió a hablarle, la verdad es que él era algo orgulloso, sentía que si era el primero en hablar con una persona, sería como rebajarse, así que siempre esperaba a que los demás le hablarán.

Por fin, apareció como siempre, seguramente se le había hecho tarde, pero para su suerte, aún no pasaba el metro. Vio cómo se pasaba la mano por su cabello mostrando desesperación, aunque ahora que se daba cuenta, el metro ya se había retrasado.

Comenzó a caminar hacia el otro lado, generalmente en esas ocasiones se entretenía mirando la publicidad pegada en los muros, tal vez podía haber aprovechado ese tiempo para entablar una conversación con ese joven, pero sentía que parecería alguien desesperado, prefiriendo ver aquella publicidad que ya se sabía de memoria.

Estaba inmenso leyendo aquel anunció de shampoo cuando escuchó un ruido, volteó para ver de qué se trataba, encontrándose con tres hombres rodeando al joven. Sabía que no era bueno, en primera, porque siempre a esa hora generalmente solo ellos dos se encontraban esperando el metro, a lo mucho sólo una persona más les hacía compañía y segunda, parecía que estaban demasiado cerca de él, como si quisieran quitarle algo.

- ¡Ya te di todo lo que tenía!.- escuchó que dijo el joven de cabellos oscuros.

Se trataba de un asalto, no había duda de ello, Sasori no lo pensó y comenzó a caminar hacia ellos, no tenía idea de que sería lo que haría cuando llegará, tal vez golpear a los asaltantes, pero seguramente no lograría mucho. Veía como forcejeaban entre ellos, al parecer el joven se negaba a darles algo, mientras más se acercaba, los cuatro se iban acercando más al borde de la estación. Y entonces sucedió, los maleantes aventaron a las vías a aquel joven y huyeron antes de que alguien pudiera detenerlos.

Sasori se maldijo, por haberse alejado tanto, si hubiera permanecido en el lugar que estaba habría podido hacer algo, ahora sí corazón latía por fuerza. Miró hacia delante, corroborando que el metro no viniera en caminó, se aventó a las vías y fue hacia el joven. Estaba inconsciente, lo zarandeó por unos segundos, esperando que despertará, pero nada, fue entonces que se dió cuenta del hilo de sangre que bajaba por sus cabellos. Miró de nuevo hacia su izquierda, era una suerte que el metro se estuviera retrasando.

Tomo al joven inconsciente y se lo echó a la espalda, se acercó al borde de las vías, tomándolo con fuerza para subirlo a la estación. Una vez que logró que el cuerpo del joven estuviera a salvó, procedió a impulsarse para hacer lo mismo con él. Justo cuando solo faltaba que sus piernas subieran, escuchó el sonido del metro, sintió que se paralizó por un momento, pero reaccionó rápidamente para ponerse a salvó.

Llamó a emergencias, que él recordaba jamás se había alterado en su vida como en aquel momento, mientras hablaba con el operador, apenas y podía describir lo que había pasado.

𝑴𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝑫𝒐𝒓𝒎í𝒂𝒔 (𝑰𝒕𝒂𝑺𝒂𝒔𝒐)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora