XXVI: La Boda

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POV Juliana

Aquellos meses, durante el juicio de mi madre, fueron los más difíciles de mi vida. Nunca pensé que viviría algo si quiera parecido, y eso que muchas veces estuve en el ojo publico por trabajar con clientes muy importantes de la clase elite de New York, sin embargo, la prensa fue más que despiadada conmigo y, peor aún, con mi familia. Usaron toda clase de adjetivos despectivos para rebajarme y colocarme en el punto de mira, me acusaron de ser parte de la red, cubrirme con la fundación que tengo con Soledad, otros me acusaban de ser malagradecida por haber sacado el caso a la luz, pero nada de eso me importa porque sabía qué hacía lo correcto y mis seres queridos estuvieron ahí dándome la mano todo el tiempo. ¿Mi madre era culpable? Sí. ¿Tendría que pagar por lo que hizo? Sí, eso siempre lo tuve claro. Pero yo no podía dejarla abandonada a su suerte, sobre todo al ver que realmente estaba arrepentida de sus acciones nefastas y malas decisiones. No me malinterpreten, no la he perdonado ni creo que lo haga pronto, sin embargo, es mi madre, la persona que me rescató, de quien aprendí a ser como soy, quien me enseñó a soñar y ser valiente. El amor no se va por los errores que el ser amado cometa, por el contrario, cuando se ama de verdad se está en los momentos más complicados. A Marta la amo y lo haré por siempre, sé que un día estaré lista para llamarla nuevamente "mamá" y abrazarme a ella como antes de que todo esto nos lanzara al borde del abismo.

Con Marta en prisión, Laura decidió dejar el despacho por un tiempo y alejarse de la ciudad. Imagino que necesitaba tiempo para entender todo y sanar sus heridas. Mi papá se regresó a su vida normal, aunque siempre pendiente de si ella estaba bien o necesitaba algo, supongo que le guarda un gran respeto y cariño después de compartir casi 20 años de matrimonio con ella. Eso es lindo y habla del estupendo ser humano que es.

Tras todo ese escándalo que acaparó gran parte de la prensa, perdí muchos clientes, pero también gané muchos más. Es lo que tiene ser la mejor en lo que haces, estuvieras o no de acuerdo conmigo nadie es mejor frente a un juez que yo. Y no lo digo por vanagloria sino porque las cosas deben ser dichas como son, no en vano estudié en las mejores universidades y me esforcé por años para llegar a donde estoy. A pesar del cansancio y el desgaste que representó el juicio, pude seguir adelante gracias a Valentina, es como mi porrista personal. Todo el tiempo a mi lado regalándome una sonrisa y haciendo de mis días menos malos, tener la tranquilidad de que llegaría a sus brazos al final del día me daba las energías para soportar las interminables horas de trabajo que enfrentaba casi a diario. Cuando todo terminó entonces pudimos continuar con nuestros planes de vida, moría por llamarla esposa y comenzar una familia juntas.

Ese sueño empezó a tomar forma el día que, por casualidad, conocimos a Azahara, una pequeña de 5 años que había perdido a su madre tras intentar escapar con ella de Irán fue rescatada por un organismo internacional en la frontera con Turquía y estaba siendo cuidada en un hogar de acogida mientras alguien gestionaba su adopción definitiva. Es preciosa, simpática y con una sonrisa, como la de Val, capaz de mover el corazón de cualquiera, me costó un poco comunicarme con ella en principio, pero mi prometida hizo de traductora y a partir de ahí todo fue lindo. Hablamos, reímos, jugamos un rato, y mi alma y corazón sintieron cosas que nunca experimenté. Quería protegerla, tenerla cerca, llenarla de amor, ofrecerle una vida digna rodeada de cariño y felicidad. Era como si la conociera desde antes, como si la necesitara en mi vida para siempre. Val sintió lo mismo, lo supe de inmediato, así que no fue una locura la serie de pensamientos que pasaron por mi cabeza. Investigué sobre ella y cómo ayudarla, pero entendí que no sería suficiente, quería más, quería ser su madre, ser quien la guiara, con amor y paciencia, por la vida, quien le enseñara a ser valiente y creer en sus sueños... se lo planteé a mi mujer una noche mientras nos íbamos a dormir y su rotundo "sí" fue la confirmación de que el amor todo lo puede y que las almas siempre buscan a sus iguales. Desde ese día decidí aprender persa, para entender a mis mujeres y poder complacerlas en todo momento, ahora mi vida estaría dedicada a mis dos chicas. Valentina y Azahara, la belleza y paz que mi alma necesitaba para estar en calma y ser feliz.

Azul De NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora