XIV: Un Pasado Aterrador

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POV Juliana

Conforme pasan los días me acostumbro más a su presencia, a su olor, a los despertares a su lado, a la luz de sus ojos en el desayuno, al eco de su sonrisa en casa, al ligero sonido que emite mientras duerme profundamente. El mismo que me confirma que está ahí, a mi lado, que ya no es un sueño que estamos juntas y queremos estarlo para siempre. Valentina es hermosa por dentro y por fuera, su fuerza interior y sentido de resiliencia me hacen pensar que no es de este mundo y que, en efecto, debe ser un ángel que cayó del cielo para tomarme de la mano y hacerme compañía por el resto de la vida. La amo, no hay duda alguna de ello, y por eso quiero estar a su altura y ser su par ideal, ni un poco más ni un poco menos. Ser valiente en sus términos y no en los míos porque, siendo honestos, es sencillo tener valentía cuando no te hace falta nada, cuando has logrado todo, cuando la vida te ha sonreído un poco más que al resto. Hablo de valor para cargar con tu historia, para llorar cuando haga falta, para sacar aquellas cosas que te han marcado, para volver a empezar cuando la vida te golpea en repetidas veces. Ella posee todo eso, ese espíritu luchador que no se rinde ante nada ni nadie. Tal vez por eso yo no lo hice, tal vez por eso cuando llegó a mi puerta me aferre a ella con uñas y dientes, tal vez por eso soporte un año de encuentros furtivos y tortuosos, tal vez por eso ahora la tengo conmigo. No se rindió y llego hasta mí para cambiarme la vida y transformarme el alma.

Arrastro mi mano despacio sobre su, pálida y delicada, espalda desnuda y puedo percibir como su cuerpo reacciona al toque sutil de mis dedos. Contemplar su desnudez por las mañanas es mi nueva obsesión, esos cinco minutos antes de que se despierte me llenan de vida, ver su perfil divinamente tallado por el mejor de los artistas, me renueva las ganas insaciables de tenerla entre mis brazos, de hacerle el amor antes de empezar el día y la rutina. Como si eso lograra recargarme de energía, como si solo eso me permitiera alejarme algunas horas mientras la vuelvo a tener cerca. Así de enamorada estoy, cual chiquilla quinceañera que descubre su primer amor.

Se mueve ligeramente, pero se niega a despertar del todo así que debo hacer un nuevo intento. Deposité un beso en uno de sus hombros y alejé mi rostro con la esperanza repartida en un 50 y 50 de que diera resultado y de que no. Vuelve a moverse con infinita pereza, pero no pasa nada. La verdad quisiera quedarme a mirarla así la vida entera mas no se puede, hoy es un día importante para ella, lo sabemos desde la semana pasada que llego a casa emocionada con sus boletos en mano. Hay una importante conferencia dictada por la Sra. Emma Thopkins, una de las personas que más admira en el mundo, y lo que menos desea es llegar tarde. Continuo mis caricias suaves por algunos segundos mientras rozo mi nariz sobre su tersa piel, dejo una línea de besos tiernos sobre ella y entonces escucho el sonido de su voz somnolienta.

- ¿Sabías que observar a la gente mientras duerme se considera una forma de acoso? – pude ver su sonrisa cuando levanta ligeramente su rostro – Despertar a esta hora en sábado es un acto nocivo para la salud – hizo un pequeño puchero.

- ¿Sabías que ser tan hermosa y dormir desnuda es considerado un crimen en algunos países? – respondí siguiendo su juego. Compartimos un beso breve - ¡Buenos días, amor!

- ¡Buenos días, mi vida! – se dio la vuelta para enredar sus manos en mi cuello y sonreír – Duermo desnuda porque después de hacer el amor por las noches mi mujer no me deja vestir – hice cara de niña inocente - ... de inmediato me abraza y empieza sus caricias en mi pelo y me hace dormir – sonreí porque es verdad. Siempre suelo abrazarla y pegarla a mi cuerpo, tal vez porque aún me parece mentira tenerla junto a mí o simplemente porque se duerme mucho mejor con su aroma rondando mis fosas nasales y sosteniendo uno de sus senos - ¿Qué tal dormiste? – Preguntó.

- Como un bebé, ¿tú? – besé la punta de su nariz.

- Igual – pasó su dedo índice por mi entrecejo e hizo un pucherito – Pero quiero dormir un poco más – uno, dos, tres, cuatro besos.

Azul De NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora