POV Juliana
Con mi mirada recorriendo cada centímetro de su rostro en busca de la verdad en sus palabras, podía ver el temor y la vergüenza reflejados en aquella mujer, su postura derrotada y la manera en que era incapaz de contener su propio llanto junto al nerviosismo que se apoderó de ella me indicaban que también era victima de lo que estaba ocurriendo, fuese lo que fuese. Sus mejillas bañadas en lágrimas y su dificultad al respirar provocaban que fuera casi imposible entender lo que decía.
- Si no intenta calmarse no llegaremos a ningún lado, lleva un rato murmurando cosas que no se entienden – comenté sin un ápice de piedad en mi voz, mi paciencia empezaba a agotarse – necesito que me diga qué está pasando y por qué permanece en mi casa.
- Discúlpeme – dijo sollozante, respiró en un par de ocasiones y limpió sus lágrimas con ambas manos antes de hablar nuevamente – Cuando tenía unos tres meses trabajando para usted la señora Martha, su madre, vino de visita y se quedó unos días en la casa – sorbió su nariz - ... Cuando usted se fue a la oficina, ella me ofreció dinero para que la ayudara a conseguir cierta información relacionada con uno de sus casos. De inmediato me negué porque había decidido que solo trabajaría un par de meses más hasta conseguir dinero suficiente para mi boleto aéreo de regreso a mi país, pero entonces me amenazo con revelar mi verdadera identidad y mandarme a la cárcel – sus lágrimas volvieron a hacer acto de presencia – Tuve miedo, así que no decidí ayudarla en lo que me pedía.
- ¿De qué caso en particular estamos hablando? – pregunté con el ceño fruncido y el corazón roto. Como era posible que Martha llegara tan lejos, qué quería de mi casa como para chantajear a esta mujer.
- El caso Vessel – respondió llamando aún más atención – me pidió que buscara en sus papeles información relacionada a eso. Algunos días después encontré unos documentos que usted dejó en su escritorio y les tomé algunas fotografías para su madre, se las envié y ella como recompensa me dio un cheque de cinco mil dólares.
- Si como dijo antes, al no poder ayudar a su hermano, tenía pensado irse, ¿Por qué no lo hizo? – pregunté – Ya tenía el dinero necesario.
- Quise hacerlo, pero su madre dijo que me necesitaba aquí – respondió bajando la mirada avergonzada - ... y además quería protegerla.
- No entiendo... - me sentía perdida, aquello que decía parecía no tener sentido alguno, al menos para mí.
- Si no era yo, sería otra – dijo con simpleza – al menos yo podría protegerla, en caso de que intentaran hacerle daño – me carcajeé incrédula.
- Llega a mi casa haciéndose pasar por otra persona, intenta sabotear mi trabajo en el caso de su hermano, le vende información confidencial a mi madre y dice que me quería proteger – negué con la cabeza - ¡increíble! La gente es capaz de todo por salvar su pellejo.
- Le juro que es cierto – contestó uniendo su mirada a la mía – me enamoré de usted – dijo sin más – Sé que parece una locura y que nunca seré correspondida, pero esa es mi verdad. Sin darme cuenta empecé a sentirme atraída por su forma de ser, tan dura y dulce a la vez, por la manera en que cuida de sus mascotas y esa pasión que siente por lo que hace. Es muy única y especial – mis ojos quisieron salir de sus orbitas y mi garganta se secó ante la inesperada confesión, nunca lo imaginé. Sin embargo, por cruel que fuera, aquello no era importante para mí. Mi prioridad era proteger a mi prometida y mi carrera, el Caso Vessel era el más trascendental que había tenido jamás. Durante más de cuatro años estuve trabajando con el FBI y la Interpol para dar caza a la organización criminal más importante de Medio Oriente, el entramado Vessel, cuyas operaciones abarcaban la trata de blancas y el transporte de estupefacientes entre Oriente y Occidente... De inmediato pensé en un mundo de posibilidades por las cuales mi madre querría información sobre ese caso en particular. Entonces recordé lo que me había comentado Soledad sobre los negocios entre Patrick Buenaventura y Martha, esa era la pieza del puzle que faltaba. Ella estaba vinculada con ellos, apreté mi puño derecho hasta que mis nudillos se pusieron blanquecinos como forma de drenar mi rabia y la ira de conocer la verdad que se desvelaba ante mis ojos. Suspiré y apreté mis ojos con tanta fuerza que me dolió la cabeza.
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Azul De Noche
Hayran KurguUna abogada perdidamente enamorada busca desesperada una oportunidad con, quien está segura es el amor de su vida, una misteriosa y enigmática bailarina de la cual siquiera conoce su nombre. No le importa su pasado, solo quiere tener un presente y c...