XI: El Misterio de Soledad

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POV Valentina

Siempre tuve miedo de las diferencias, sociales, económicas e intelectuales, que nos separaban a Juliana y a mí. No porque me sintiera menos, pues dentro de mis posibilidades me he esforzado al máximo para llegar al punto en el que me encuentro, sino porque de alguna manera su mundo no tendría nada que ver con el mío. Nuestras vidas eran como dos líneas paralelas que, en teoría, jamás se encontrarían. Ahora sé que nuestras génesis son muy similares y que, sin quizás, esa es la manera en la que estamos conectadas. Un pasado doloroso, un encuentro furtivo de la adolescencia que se guarda para siempre en el corazón y dos almas que insisten en reunirse, una y otra vez, contra todo pronóstico. Me buscó, deseaba estar a mi lado para protegerme y salvarme del infierno al que estuve condenada. Me amó aun cuando la esperanza de un futuro de las dos no existía, me rescató sin saber quién era y esperó por mí, respetando mis tiempos, mis reglas y condiciones. Me demostró que sus sentimientos eran reales y a prueba de todo.

Su dulzura me enamoró y estoy perdida en la belleza y claridad de su amor, en la calma de su mirada, en la fortaleza de su mano junto a la mía al caminar, en el futuro que ahora construye mi mente a su lado. Cuando me pidió venir a conocer su casa no me sorprendió, pero si me puso algo nerviosa porque no sabía con exactitud a qué me enfrentaría. Era obvio que vivía en la opulencia de su riqueza, es una de las abogadas más respetadas de New York y su firma es de las más reconocidas, pero nada me preparo para esto. El edificio es una obra de arte y la entrada al mismo es el claro aviso de la elegancia, el estatus social y el poder de quienes residen allí. Los amables porteros nos reciben con una sonrisa mientras Juls me explica un poco de hace cuanto vive aquí y porque le gusta tanto el lugar. Nos detenemos unos instantes para esperar el ascensor y ella me sorprende con un beso en la mejilla.

- Espero que te guste – dice sonriente mientras hace más fuerte la unión de nuestras manos – es algo grande para mí sola, pero es una buena propiedad, más que nada por su ubicación y las vistas, así que decidí comprarlo para tener espacio cuando mis padres o mi hermana vinieran de visita.

- Es un hermoso lugar, parece de otro planeta, sin dudas me gustara – respondo con cierta emoción y su rostro se ilumina.

- Muchas veces soñé que venías a casa conmigo – se sonroja un poco y huye la mirada en un gesto inocente – que conocías a mis mascotas y cenabas a mi lado. Que no te ibas y dormía toda la noche abrazada a ti.

- ¿Solo dormir? – pregunto elevando mis cejas y ocasionando en ella un ligero rubor.

- Aunque no lo creas, a veces, solo quería tenerte cerca y sentir tu olor – puedo ver la verdad en su mirada – Que conocieras un poco de mi mundo y quisieras venir a el – hizo una ligera pausa, fruto de los nervios imagino – o que me dejaras entrar al tuyo. Cualquiera de las dos cosas estaría bien para mí.

- Juls necesito que entiendas algo, no tienes que entrar a ningún lado porque tú eres mi mundo – tomé su barbilla para mirarla fijamente – eres lo que esperé siempre. La persona que me hace sonreír, que me llena la vida y me ayuda a seguir creyendo en el futuro. Tenerte cerca me llena de optimismo y ganas de seguir – le di un beso tierno y me sonrió con calma antes de entrar al ascensor que nos conduciría hasta su apartamento. Cuando estuvimos en su puerta dijo que no podríamos entrar sin ser una pareja formal porque conocería a sus hijos.

Según ella no era correcto presentarles cualquiera para no confundirlos. Así que, con un gesto de extrema dulzura y la sonrisa más encantadora que le había visto jamás, me pidió ser su novia provocando que mi corazón latiera emocionado. Fue tal el nerviosismo que me quedé en silencio por algunos instantes durante los cuales ella no aparto su mirada de mis ojos. No tengo ninguna duda respecto a mis sentimientos por ella, pero no deja de ser impactante saber que la vida te sorprende y te da la oportunidad de estar junto a tu ser amado. Respondí que sí a su propuesta, pero utilicé la excusa de que solo lo haría por ellos, porque deseaba conocerlos. Seguimos con esa broma mientras nos abrazábamos y compartíamos algunos besos sin pretensiones de ir más allá. Solo nosotras ahí, empezando nuestra relación de manera "formal", reconociéndonos enamoradas y felices de que por fin damos los pasos importantes que nos encaminan a la felicidad plena.

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