53. como la primera vez.

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Los zapatos de luzu trotaban tras los pasillos, corría lo más rápido que podía incluso si su cabello se había empezado a desteñir, incluso aunque tuviera la cara llena de pequeñas gotas de agua cayentes a sus pupilas. Su vista nublada y su garganta cayéndose a pedazos pequeños, o su corazón latiendo en ansiedad pura, se sentía doloroso, se sentía abrumado, si tuviera una nube negra sobre su cabeza, nada salía bien, nada estaba previsto, nunca pidió, nunca deseó desaparecer tanto como en ese momento -¡Luzu!

Detrás de su espalda pudo escuchar una voz femenina familiar, se volteó una vez sentir una pequeña mano delgada acariciar uno de sus hombros, limpió las lágrimas lo más rápido que pudo y giro la cadera -...Lucía- la chiquilla sollozaba a la par, con tono quebradizo exclamó.

-Perdón, yo no lo sabía- rascó sus ojos por las partes exteriores tocando y limpiando sus mejillas rosadas -Claro que no tenías idea, ¿por qué más actuarías egoísta al respecto?

Ni siquiera tenía ganas de verla, de tocarla o de hablar sobre aquello, tenía tanto que pensar o reflexionar, tenía más ganas de ver a quackity que cualquier otra cosa en el mundo -¡No era verdad lo que dije!- se aferró a su brazo, luzu fastidiado empujó su cuerpo; sus pies tropezaron hasta pasos atrasados.

-No me importa, tú misma lo dijiste, no somos hermanos, ¿entonces por qué estas aquí?- Lucía tomó una bocanada de aire levantando la frente en alto y apuntando suavemente fuera del Tribunal -Dejame invitarte a un helado antes.

Dudó, titubeó y tembló, suspiró caminando al lado de la jóven, seguramente explotaría antes de conversar, pero su último favor a aquella familia que lo mantuvo mientras no había nadie más allí; era ese, Lucía y luzu compraron conos de distintos sabores, luzu el de fresa y Lucía el de maracuyá -nunca supe que te gustaba la fresa.

No hubo respuesta, parecía destrozarla con esa mirada fulminante, la menor comenzó a hablar -Quiero decir que lo siento, sé que estas harto de mi y lo último que necesitas hoy es verme pero yo...

-Exacto- interrumpió luzu.

-...No tengo una excusa razonable para esto, rubius me atrajo y todo pero le seguí defendiendo siendo que tú eres mi hermano, verlo allí, con esposas, escuchar a tu novio gritarle aquello, creo que sueno como una estúpida, jaja, yo solo...me sentía sola, siempre me he sentido sola- luzu interfirió dejado de lado su helado entre sus dedos.

-¿Por qué? Si te estabas sintiendo sola conmigo al lado dice mucho de mí, si te estabas sintiendo sola teniendome al lado, y eso te hizo gritarme, te hizo ponerte al lado de un violador que dice eso de mí?- una pequeña lagrima salió entre sus cuencas hasta la barbilla.

-Luzu, la razón por la cual conectamos más rápido que cualquier otro hermano adoptivo fue porque ninguno tuvo un padre, en tu caso, una familia, pero yo siempre quise un padre, quería un hombre, cada una de las parejas que he tenido son mayores, ¡porque quiero sentirme amada, quiero que me amén!

-No quiero que me amén siendo la niña llorona que soy, quiero que piensen que soy tan valiente como para gritarle a mi hermano, que sepan que yo haría todo por un poco de atención, y mierda, la cantidad de mala suerte es que todos esos hombres resultaron una basura, como rubius, o mejores, el punto es que; quería sentir lo que tú sentías cuando empezaste a enamorarte de quackity.

Luzu se había sonrojado levemente, lamió y relamió un poco de su helado que poco a poco derretía -Y rubius, mierda, rubius es el alfa con apariencia de un alfa! Es alto, valiente, rudo, su abdomen, su cabello, la manera en la que posa, o su voz ronca como dulce, me deje llevar, y yo, yo quería ser suya y que él fuera mío, incluso si eso me hace sonar ingenua, era la imagen perfecta de un hombre soñado sacado de un libro cliché, ¿sabes? Solo descubrí que hacer todo por amor no es una linda forma de vivir- los conos de sabores cayeron esparciendo el dulce en el suelo cuando el alfa había abrazado a la chiquilla que estaba cerca él.

-Sigo enojado contigo, pero quiero que sepas, que siempre estaré contigo, me digas lo me digas, cuando dije que sí él te hacía algo no haría nada era una mentira, porque nunca dejaré que nada malo les pase a las personas que amo, y en ese puesto, estas tú, eres mi hermana, Lucía, estuviste ahí para mí cada noche y quiero que sepas que si necesitas a un hombre, primero debes necesitarte a ti misma- Lucía comenzaba a sollozar manchando la tela oscura de su ropa en su pecho.

Pasaron unos minutos antes de que comenzarán a caminar una vez más -¿Puedes decirle a quackity que me disculpe? Me siento una tonta, él te ha cuidado tanto y yo lo único que hice fue cuidar a su abusador por unos días, tal vez- sonrieron.

-¿Cuidarme? Confundes cosas- refunfuñó -Tu orgullo no te permite decirlo, pero ese chico cambió tu vida, y no sólo porque la volvió caótica, es porque te das la oportunidad de amar otra vez, te das la oportunidad de amar a un chico sin miedo, y eso me hace sentir orgullosa.

-Prometeme que no me arrepienta de esto, porque odiaría verte como cuando Auron te dejó por lolito- la castaña acarició una de las mejillas sobre la piel de luzu aunque aquel frunciera el ceño por unos pequeños segundos -No pasará, él no es así.

-Lucía, perdón, tengo que ir a verlo, ¿puedo llamarte más tarde?- la chica asintió sin responder, luzu había trotado hasta entonces, quackity significaba todo para él, sí algo así le era arrebatado sería horrible, tenía tanto miedo de perder la poca felicidad que sentía en ese momento, como a la vez tenía miedo de arruinarlo por no cuidarlo o aprovecharlo.

Odiaba los hospitales, era el último lugar donde quería ver a la gente, odiaba ver a la gente que amaba conectada a cables o tras la puerta de la vida y la muerte, ¿cuando fue la primera vez que le lloró a un cadáver? ¿O la primera vez que se despidió? Nunca se había podido despedir de nadie, y odiaba las despedidas, era la parte de la historia que significaba no volverla a repetir.

-¡Quackity!- entró a la sala asustando a varios asistentes del Hospital, y con su llegada notando la presencia de lolito quien escondió su rostro con su antebrazo «Ay» dijeron los dos a modo de susto, los ojos de vino cayeron sobre la presión de lolito.

"¿Que mierda hace él aquí?" pensó, sin embargo quackity alzó los brazos en busca de tacto y claro que lo recibió, se abrazaron con cariño dejando de lado al alfa naranja -Te extrañe tanto.

Susurró el castaño clavando su rostro en la cabeza del azabache, éste río -Yo también, pero lolito me estaba acompañando- eso lo enfureció, era una de las pocas veces que sentía celos de alguien quien no fuera rubius.

-Sí, Mangel me dijo que estabas con...

-Ya puedes irte- respondió luzu, lolito fingió una sonrisa mal hecha -Sí, aha, Claro.

-Luzu...- antes de protestar el chico ya había salido de la habitación -¿por qué lo echaste?

Luzu no aceptaría que alguien se llevará todo lo que tenía otra vez.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora