5- Las lágrimas de las flores

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Lagork avisó de que él nunca había salido de la biblioteca, esto era una acción peligrosa, es difícil sacarlo de aquí sin que nadie se dé cuenta, es un «gran hombre», dicho en tono de gran burla, es demasiado alto como para que sus pasos no hagan un mínimo ruido.

—¿Dónde está la salida? —dije susurrando con la vista clavada en una estantería en la que una chica subía las escaleras portables para ordenar libros.

—Adelante —me respondió él con la voz baja para que nadie nos escuchara, mucha gente pasaba y nosotros sólo actuamos normal.

El silencio era aterrador, pensar que había alguien detrás nuestro era terrible.

Era imposible que alguien sospechara de que hacíamos algo, pero tus propios ojos te miran, y eso ya te da miedo a ti mismo.

—¡Verónica! —gritaba un hombre corriendo por nuestros ojos.

La mujer solo gritaba sin más, corría delante de él, al parecer no quería que la atrapara, o simplemente, no lo quería ver.

—Vamos, Lagork, adelante —le dije mientras daba pequeños empujones en su espalda para que avanzará.

Lagork corrió rápidamente hacia la puerta de la biblioteca cuando vio al hombre que perseguía a la mujer pasar hacia el final del pasillo.

Me hizo una señal avisando que fuera hacia donde él estaba, pero me quedé paralizado viendo a la pareja de chicos que gritaban de razón dudable...

—Verónica, por favor escúchame —decía el hombre rubio y translúcido.

—¡DESAPARECE, DANIEL! —gritó la llamada Verónica.

El hombre desapareció en ese momento, y de las tablas del suelo surgió una rosa azul.

La mujer tosió un pétalo, y comenzó a llorar.

Se tiró al suelo de rodillas, llorándole a la Rosa, suplicando el nombre del chico al que le había gritado anteriormente.

Sin querer intervenir en la escena, con una cara de pena por la chica, salí de la biblioteca sin mirarla un momento más.

—¡Lagork! —toqué su hombro.

—No preguntes, avanza —dijo dando la espalda a la puerta principal de la biblioteca.

Realmente no quería palo con el tema, creo que no le van bien estas situaciones.

Sin más dilación, comenzamos a andar. No era muy pronto, pero tampoco muy tarde, quizás sí para la gente que duerme pronto. Pero nuestro objetivo no era dormir relajadamente sino buscar a el chico de ojos azules.

—Humano, ¿dónde lo viste la última vez?

—En un callejón cerca de una gran casa de ladrillos amarillos —miré al suelo y seguí pensando—, pero... —hice una pausa.

—Continúa —dijo mientras seguíamos andando.

—Él subió por las paredes y caminó por los techos de las casas cercanas.

El silencio de nuestra conversación hizo compañía al de la oscura noche por la calle.

—Ya sé de qué cara hablas.—alzó la cabeza y empezó a andar más rápido.

Sin ninguna queja a su silencio, le seguí intentando coordinar mis pasos con los suyos, no quería ir ni muy atrás, ni quería sobrepasarlo.

Parecía que conociera todas las calles, tal como si fuera un pequeño pueblo de un prado.

En cambio, ese lugar era extrañamente enorme, quizás si subías a la campana que veía desde cualquier punto de la ciudad, podrías ver todo el lugar.

Podría hacer eso en algún otro momento.

—¿Es esta? —me preguntó, mirando solo a la casa de ladrillos amarillos, claramente eran más oscuros por la luz de la luna, pero estaba más que seguro de que aquella era la casa de al lado de el callejón.

—Sí, mira, ese es el callejón del que hablé —dije señalando la entrada a un callejón sin salida.

Avanzó hasta donde le dije, y él mismo miró aquel lugar, sentía como si él supiera todo lo que sucedió.

—Aún no lo comprendo, ¿cómo es que supiste dónde estaba este lugar si nunca saliste de la biblioteca? —pregunté mientras su mirada seguía fija en la calle.

Lagork me señaló con sus labios que me callara.

—¿Uh?

El maullido de varios gatos comenzó a escucharse.

—Arriba.

Alcé la cabeza y miré a las tejas del techo de aquella casa que tapaba el callejón. Un gato saltó a mi cara, con intención de arañarla.

Alguien comenzó a reírse.

Finalmente el gato negro me hizo un arañazo y se fue por patas.

—¿Quién está ahí? —preguntó Lagork—. Si tienes tanta fe como para atacar, ¿por qué no la tienes para sacar la cara?

Atento a sus palabras, el chico albino salió de entre las sombras de la calle.

Me levanté y peiné mi pelo.

—Vaya, ¿estás volviendo sobre tus pasos? —me miró y río.

—¿Él? Quizás tú deberías hacerlo también —Lagork extendió una de sus manos—. Devuelve el libro.

Lo miré con atención.

—¿Crees que debería?

—Parece que tu nuevo hobby es hacer preguntas tan estúpidas como tú —respondió Lagork.

Mi boca estaba tan sellada como si la hubieran tapado con cemento.

—Te estoy pidiendo el puto libro, Gatix.

Mis ojos se abrieron como platos.

—¿Cómo lo llamaste? —miré a Lagork repentinamente.

—Gatix —suspiró—, el ladrón más buscado de la ciudad.

—¿El más buscado? —rió— Oh, por favor. Me halagas, pero solo robo cosas de poco valor.

—Lo que tiene poco valor para ti no tiene el mismo valor para otras personas, como ese libro —se acercó más a él.

¿Gatix? Gatix no es así.

El de ojos azules le lanzó el libro con fuerza a Lagork.

—¿Quizás un poco más de simpatía? —dijo vacilante.

—Me dijiste que te lo diera, no cómo.

Me acerqué a él.

—Muy valiente, niño.

—No soy un niño —respondí enfadado.

Solo lo observé, quizás tenía algún rasgo parecido a Gatix, pero Gatix no es aquella persona sin corazón y de mal comportamiento. Su pelo era tan blanco como el suyo, sus ojos eran tan limpios y brillantes como los suyos...

—Deja de mirarme.

—¡Vamos, Liam! —dio media vuelta.

Miré a Lagork y volví a mirar al chico.

—Nos vemos.

—¿Quieres que nos volvamos a ver? —dijo sonriendo.

—Quizás no me caes tan mal como tú piensas —di media vuelta y camine hacia la salida del callejón.

—¿De verdad te caigo mal? —se cruzó de brazos.

—No puedo decidir eso sí no nos conocemos aún.

Se apoyó en la pared de la casa, y me miró arqueando una ceja.

—No puedo darte las respuestas a una pregunta tan fácil en una caja sin cierre —sonreí.

—¿Me darías la llave para abrir esa caja? —prosiguió con mi juego.

—Esa llave la tienes.

Y seguido, salí del callejón siguiendo a Lagork.


¿Te ves en el espejo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora