16- Leidan el mago de la respuesta.

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Miró al cielo con intención de buscar un alma que se apiadara de él.

Y resulta que lo único que consiguió fue ayudar a alguien cuando fue él siempre quien lo necesitaba.

volvió a seguir esperando.

[...]

"Rápido" gritaban todos a la vez, Lynn miraba como la adelantaban pero igual los seguía ¿Se sentirá culpable?

Quizas, es lo mas posible.

—No puedo respirar—esbozaba Eray con sus ultimas fuerzas, Lagork lo agarraba con fuerza pero no la suficiente para que pudiera alzar su pecho.

Buscaba con la mirada la enfermería pero cuando quise mirarla ya la habíamos pasado.

—Lagork ¿Donde vamos?—sentía que mis piernas se cansaban.

—Liam, no importa eso ahora—divisó el callejón—derecha.

Lo seguí; Lynn iba tras de mí, tras el callejón había un puente de piedras grises brillosas.

—Mierda...—Eray sentía como derrocho un puñado de pétalos de su boca.

Llegamos a una casera rodeada de liros, el corazón de Lagork le llegaba a el pecho, creo que estaba ansioso.

Abrió la puerta de una patada.

—Leidan, caso H—solto el más mayor de un revuelo.

Un hombre de gran altura, cabellos marrones oscuros, cuando se giró con rapidez a la llamada de el de cabellos carmesíes, pude observar sus ojos marrones avellana... Como el cabello de Eray.

Eray, el mismo que sentaron en la silla de madera que sacaron bajo una mesa oscura de el mismo tono.

—Respire ¿quien es el amado?—preguntó con una mano en la espalda de Eray.

—No lo sabemos—respondió Lagork, quitándole el turno de palabra a Lynn la cual con sus ganas de querer responder terminaron con un suspiro.

Leidan se aproximó su mirada a Eray, y se agachó para decirle unas palabras.

—¿Quién  hace crecer las espinas?

Lynn se cabreo

—Si es así es porque no puede decirle a esa persona.

Eray arqueó su espalda intentando alzar la voz, pero sus labios derrochaban sangre

Todos estaban dudando de que hacer hasta que Lynn se acercó a él.

El sombrero negro azulado de Leidan se posaba bien en su cabello.

Lynn miraba a Eray con sus ojos violeta.

Este mismo se reprimía, evito mirarla, volvió a escupir pétalos de rosas. Esta vez Leidan se acercó y agarró uno de los pétalos manchados de sangre.

—Déjenme ver —acerco a un grifo el pétalo repleto de sangre.

Lagork estaba preocupado, sentía como si el corazón le fuera a dar un vuelco.

—Amarillo—dijo tras poner el pétalo en un pequeño trapo que tenía en una de las mesas.

La chica de cabellos dorados se alejó de Eray.

—¿Amarillo?—repetía ella asustada.

Leidan se acercó a Lagork.

—¿Que ves?—le enseñó el pétalo.

Sentí como Lagork ponía toda su atención en aquello

—¿Quien tiene el corazón amarillo?

Todos se miraron entre ellos, después de todo, necesitaban respuestas, pero me sentía seguro de que nadie me mirara a mi.

¿Te ves en el espejo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora