18- El agua salada de desesperación.

5 1 1
                                    

Se hizo el día, y nosotros seguíamos navegando en la barca de Leidan, una placa de madera escondía la piel de el chico albino, sujetada por las finas manos de Thi.

De pronto, paso lo que no preparé.

—¿Por qué no coméis algo?

Mierda.

—Oh nono, yo no tengo hambre, gracias igual Leidan—respondí.

Leidan me miró extrañado y seguido tomo su palabra Lagork.

—Liam ¿No estas un poco pensativo?—mencionó Thi.

—Quizás, un poco puede, después de todo, todo esto es algo que mi cerebro aún no mastica, no es tan fácil que de la noche a la mañana tus amigos desaparezcan y un espejo mágicamente te haga aparecer en un lugar—suspiré—sin intención de faltar a el respeto; bastante extraño.

—No te preocupes, aunque no lo creas, a los que poblamos este lugar, también nos costó acostumbrarnos—me pasó una sonrisa un tanto triste.

—perdón si la pregunta suena un tanto grosera, pero ¿Como es que llegaron a este lugar?

Eray, quien estaba abriendo una pequeña lata con sus inexistentes uñas, por presión, el maíz dentro de ella salto por completo a su cara.

La risa rodeo mas que el océano mismo.

—Bueno, podemos decir que todos corríamos de una misma razón, de la cual nos perseguía con una la cual, era atraparnos y hacernos desvanecer, después de todo—agarró un poco de aire—¿Quien es este cruel mundo sin su crueldad? cuando mejor creíamos que vivíamos aquella mujer nos arrebató todo lo que amábamos.

Lynn se seguía riendo de Eray.

—vivíamos muy tranquilos, pero ella nos infectó con una enfermedad.

—¿Ella creó el hanahaki?

Agarró bien su vara y me asintió, la verdad me lo esperaba de alguna o otra forma, era muy extraño que algo tan grave apareciera en los cuerpos de la gente de una forma tan repentina, no terminaba de tragar lo que habían pasado los últimos días, tanto que se me había olvidado por completo mis desánimos, supongo que es porque no tengo tanto tiempo para sobre pensar, me pasa lo mismo cuando estoy con ellos, adoro escuchar las voces de mis amigos, son los únicos en el mundo que me alegran los días, tardes y noches, me gusta tenerlos al lado, que fantasía es un grupo de amigos así; eso hubiera pensado mi versión mas pequeña, siempre quise un grupo de amigos estable. Uno que no se peleara a la mínima frase que alguien soltara.

Nosotros nos entendemos, sabemos que pasa a nuestro alrededor y en el de los demás, sabemos bien cuando alguien necesita ayuda, porque, por mucho que a veces actué como que no se que me pasa, ellos bien lo adivinan.

Quizás, a veces solo quiero llorar; y cuando quiero llorar me quedo en la esquina mas oscura de toda mi habitación, me tiro a el frió suelo hasta quedar resfriado, me baño con agua fría porque siento que me lo merezco.

Pero ellos están ahí cuando mas los necesito.

Por eso.

No puedo perderles.

—Bueno, ya casi estamos cerca, el viaje esta bastante mas tranquilo de lo que me esperaba—alegraba Leidan.

Lynn sonrió.

—Pequeño demonio, alegre de pasión—vaciló Lagork.

—No se si de pasión eh—respondió Eray.

Reí.

—Callaros o vosotros seréis mi comida en mi viaje de vuelta.

Rieron, aunque creo que esta vez con menos ganas por la cara de cabreo de la chica de cabellos dorados.

¿Te ves en el espejo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora