2- Roto

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[...]

—¿Qué sentido tiene lo que estás diciendo?—dijo Lagork, alzando la voz.

—¡Te he dicho que me creas!

—Como quieres que crea que un maldito rayo ha caído a tu lado—rió Lagork.

—¡Uhmp!—reprochó Lynn.

—Ya ya. Dejen de pelear—puse los platos, con unos estúpidos sándwiches que hice para saciar la hambre que cargaban desde que llegaron.

—¡Pero es que no me cree!—se levantó y tiró el vaso de Eray al suelo.

El silencio apareció en cuanto los cristales tocaron el suelo, me quedé paralizado mirando los trozos, entonces, pisé un cristal.

—Mira lo que hiciste—le remarcaba Lagork a Lynn.

—¿¡hacer yo!?

—Te relajas—impuso Lagork, acercándose a ella.

—Ya es suficiente, paren—intervino Thi intentando separarlos.

Los gritos llegaron a más, pero cesaron en cuanto Lagork golpeó la mejilla de Lynn.

El silencio reinaba aquella habitación.

—No debiste hacer eso Lagork—Eray alzó la voz acercándose hacia ellos.

Lynn río extrañamente después del golpe.

—¿Como eres capaz de reírte?—le pregunté extrañado y preocupado a la vez.

—Alzo la cabeza y golpeó a Lagork en la mejilla contraria a la que él le golpeó.

—¡hey!—exclamó este tocándose la mejilla.

—Ya estamos en paz.

La sonrisa victoriosa de Lynn me dejó impactado, era todo tan rápido, todos comenzaron a reír, y recrear de forma bromista la escena que acababa de ocurrir.

Se sentía bien y divertido aquel momento, es maravilloso pasar un buen rato con tus amigos, aunque realmente me asusta cuando hacen esto, son tan tontos, pero los adoro tanto de igual manera, se que si algún día se van de mi lado, jamas podre olvidar estas preciosas personalidades. 

Realmente amo a mis amigos.

Mi móvil comienza a sonar.

«Sube al balcón» Un mensaje de Gatix.

Hice cierto caso a su mensaje.

Con rapidez subí las escaleras y abrí la gran cortina blanca que mostraba el balcón. Este era extenso, podría ver toda la ciudad desde allí, la luna resplandecía con cariño sobre el cabello albino de Gatix, parecía una escena de una telenovela que estaría viendo mi abuela.

La noche era hermosa a mis ojos.

—Muy buenas noches—dijo burlándose un poco en acento francés, girando su cuerpo para verme entrar por la gran puerta que daba a ver el balcón.

—¿Quieres algo?—pregunté, mientras me ponía en su misma posición; Los brazos cruzados, apoyados en la barandilla. Al contrario de él, yo subí la mirada hacía la luna la cual estaba justamente enfrente de nosotros.

soltó una pequeña risa—esto parece una escena cliché de alguna película romance.

—Oh por dios, no me recuerdes eso, mi madre tiene una obsesión con las telenovelas que salen todo el tiempo en la televisión.

Reímos, como críos en el patio de un colegio.

—¿Que ocurría abajo?—me miró mientras mi mirada seguía fija en la luna.

¿Te ves en el espejo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora