7- I don't wanna be.

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[...]

El cabello

Los ojos

La piel

La luz

Las estrellas

La luna

Él

Y Ellos.

—Su hija desapareció un 2 de junio.

—Nadie se fijo realmente—Bebió de la taza y se apartó un cabello negro del rostro.

—No nos fijamos en los pequeños detalles, mi señor.

[...]

Comencé a toser, a toser cada vez más fuerte que la anterior, tenía frío y también tenía calor, sentía dolor y el dolor me daba alivio.

—Liam, despierte—susurró la voz de Lagork.

—¿Dónde estoy?

—Liam, sigues aquí—volvió a repetir, como si intentara calmar a un niño que había perdido a su madre.

—Uh...

Miré a mi alrededor y vi a Lagork con sus dos manos en los bolsillos y las otras dos tocando mi frente.

También estaba el camarero con una expresión en el rostro, bastante curiosa y dudosa de mi acción al tomar el café que él me dio, parecía sorprendido pero a la misma vez asustado y preocupado por mi, tenía una toalla mojada en agua fría en la mano la cual pasaba tranquilamente por mi frente intentando relajarme.

—Perdone por darle ese café. Ha sido mi culpa, le devolveré el dinero gastado joven.

—No estaba malo el café, quizás solo no me sentó bien, quédese el dinero—sonreí suavemente al chico castaño y me levanté con cuidado mientras Lagork, intentaba apoyarse en su brazo para que me pudiera quedar de pie.

—Pero señor...

—¡No se preocupe!—seguí intentando calmarlo para que no se sintiera mal por lo sucedido, me miraba con un intento de sonrisa con bastante preocupación en su cara.

Después de eso, Lagork pagó su café y salimos mientras sonaba la campanilla que colgaba encima de la puerta de salida.

Tras ello, comenzó a llover, la luna parecía más brillante, las estrellas tenían el aspecto de luces pequeñas, preciosas y como una joya reluciente.

—Liam—llamé a Lagork.

—¿Si?—le respondí con mis ojos fijos en el gran cielo azul oscuro.

—¿Qué viste con el café?—metió dos de sus manos en sus bolsillos.

Arqueé una ceja y seguido le miré dudoso de la pregunta que había hecho—¿Cómo es posible que él supiera de lo que hizo el café?

—Tus memorias ¿fueron duras?

—mis memorias. Fueron...

—Tristes, melancólicas...—dijo mientras me llevaba a la biblioteca de nuevo.

—Mis memorias fueron demasiado.

Me paré en la entrada, mirando como Lagork continuaba andando, trague saliva.

[...]

Mientras los queridos pájaros de hermosos colores cantaban en la mañana, un niño de cabellos azabache, con unos ojos amarillos como los hermosos tulipanes que por allí habían sembrados jugaba en el extenso jardín de la gran casa que habitaba, su padre, leía un libro.

¿Te ves en el espejo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora