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"Vengo a dejarte la comida que ordenaste."

Muestro la bolsa de papel que sostengo en mis manos, busco la superficie mas limpia para dejarla pero toda mesa, silla e incluso el piso tiene basura.

"Sabes?"

"Ordenar comida saludable no les haría daño, tal vez una ensalada verde para variar pues no es suficiente con la lechuga que le ponen a las hamburguesas que comen todos los días."

Le hago la observación al enfadado hombre pelirrojo frente a mi quien se quitó sus audífonos de diadema estilo gamer, con microfono y sostiene en su mano derecha el mando de una consola moderna de videojuegos.

-Que carajos haces tu aqui?-

La voz de Barba Roja, como llamo al hermano número uno, se escucha desde lo alto de la escalera pero no tarda nada en descender para colocarse al lado de Vikingo, sobrenombre que le puse al hermano número dos.

Ambos hermanos pelirrojos comparten el mismo cabello largo descuidado y barba larga rojiza, los dos tienen ojos verdes que se verían lindos si su mirada no luciera extremadamente furiosa.

Mientras Vikingo viste un conjunto deportivo de color oscuro, Barba roja viste jeans deslavados que se ven ligeramente sucios, una playera que parece blanca aunque se aprecia gris debido a lo percudida que está y calza oscuras sandalias de baño, de esas que parecen zapatos pero con agujeros.

Los dos serían jodidamente apuestos si no fuera porque tienen una pronunciada barriga debido a su sobrepeso, el cual ha aumentado en los últimos meses.

Además que a ambos les urge bañarse, afeitarse y cortarse el cabello largo.

-Te pregunte algo, no escuchaste?-

-Estás sorda?-

-Porque mierda entraste sin permiso a mi casa?-

La voz de Barba roja se escucha más grave debido a su enfado, me armo de valor para contestarle porque recuerdo las dos buenas razones para hacer esto.

"Mira, entre a tu casa para entregar tu pedido de comida de la tarde, me gustaría que les aclararan a los repartidores que deben hacer la entrega en la casa más grande y sucia de este vecindario para que no tuviera que recoger sus pedidos."

Me sorprendo porque mi voz no suena tan temblorosa como había pensado.

"Entiendo a los pobres repartidores que no quieren hacer la entrega porque ustedes son unos imbéciles groseros, toscos y malagradecidos que ahuyentan a todo el mundo con sus carotas enojadas y sus ceños fruncidos."

Los observo de nuevo pues estaba dejando la bolsa con comida en la orilla más limpia de la mesita a mi lado.

"Pero lo que no entiendo es como pueden ser tan imbéciles como para hacer llorar a las chicas de servicios de limpieza que obviamente..."

Detengo mis palabras mientras escaneo la casa por dentro...

A donde mire hay basura, suciedad acumulada e incluso ropa sucia en el piso.

"Obviamente necesitan que alguien les ayude a limpiar, como pueden vivir así?"

Cuestiono porque no puedo imaginarme como debe ser estar aquí todo el tiempo!

Ahora valoro más mi impecablemente limpia casita.

-Nuestros asuntos no te importan.-

Responde tajante Vikingo, sonrió porque jamás pensé que sería él quien hablaría.

Doble obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora