💋CAPÍTULO 3💋

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La puerta de mi habitación se abrió de golpe. Mis padres no estaban los sábados en casa, y aunque lo estuvieran, tocarían la puerta por educación, así que solo conocía a alguien tan brusca y maleducada que entraría por esa puerta, y es considerada la oveja negra de la familia.

—Dime que es una broma, dime que lo es.

Miré a Masha a través del espejo, sus ojos oscuros delataban lo furiosa que estaba, de hecho, su rostro teñido de rojo lo gritaba a los cuatro vientos. Al parecer, ya descubrió que su amiga me quito el novio.

—No, no lo es —pasé el labial rosa por mis labios. Aunque agradecía que hoy lo descubriera a causa de ser castigada y no ayer.

—La voy a asesinar. Juro que lo haré, ella... Yo, pero qué demonios le pasa, se supone que es mi amiga, ¿cómo es que se atrevió a involucrarse con tu novio?

—No, no lo harás —me eché un poco de Miss Dior.

—¿Qué no lo haré?, Nara, te robo tu novio, y para colmo en todas las redes colgaron el video en donde el imbécil de Derex hizo oficial su relación en el partido, cuando ganaron el juego y él corrió hacia las gradas para darle un beso.

—Mi mejor venganza siempre ha sido sonreír, como si nunca me hubieran lastimado —recite las palabras de Carolina Herrera, mientras evaluaba que mi maquillaje no luciera acartonado, para seguido ir por mi bolso.

Masha se acercó a mí con el entrecejo fruncido.

—Nara, ¿te encuentras bien? —preguntó.

No del todo, pero debo darle vuelta a la página.

—¿Por qué estaría mal?, quien perdió fue él, pues ya no tiene a Nara Weedgood en su vida, el privilegio más grande que podrá decir que tuvo y perdió por idiota —la rodee y salí de la habitación.

—¿A dónde vas?— Me siguió.

Me detuve y la volteé a ver.

—Es sábado, sábado de compras, como te atreves a olvidarlo —dije con indignación.

—De la misma manera en la que olvido que es sábado de nado sincronizado —mencionó, para adelantarse a mí, bajando apresurada las escaleras.

—Él nadó sincronizado, es genial —la seguí.

—Si te quieres ver como estúpida sí —dijo—. Somos humanos por Dios, no pescados. Por qué tenemos que nadar en grupo y en círculo.

—No nadamos solo en grupo, hacemos maniobras, ya sabes, con nuestros brazos —recordé, moviendo mis brazos.

—Eso lo hace más terrorífico, ¿Cuándo has visto un pescado moviendo de esa manera las aletas? —preguntó, para seguido abrir la puerta y voltearme a ver—. Ahora escucha, me iré a esconder de mamá para no ser obligada a ir a natación y utilizar ese estúpido y entallado traje de baño rosa. Y como buena prima, si pregunta por mí, dirás que no me has visto en todo el día, ¿entendiste?

Asentí, para seguido verla subir a su deportivo negro, moviendo mi mano en señal de despedida.

—Suerte, espero que no te encuentre —dije, ya que la tía Cielo es buena buscando.

Cuando la perdí de vista, avance a mi deportivo gris y dirigí al centro comercial. Hoy me compraría miles de cosas, sin importar si estaba en oferta o no.

Prendí el estéreo, y dejé reproducir Dynamite. Porque no voy a permitir que mi ruptura arruine mis sábados de compras.

Ya no lloraría, con ayer fue suficiente, o eso creí, porque luego de cantar a todo pulmón canciones para mantener un buen humor, termine de nuevo llorando en el cine.

Nara WeedgoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora