54. Tu karma.

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Abrió la manilla de la puerta torciendo la plata un poco, retiró las llaves de enseguida y cerró detrás de su espalda mientras cargaba su pequeño bolso en sus manos, su cola de caballo detrás de su nuca se estaba desarmando -Llegué- exclamó desde la entrada con una pesadez entre sus hombros, jadeó levemente acercándose a la sala entre los pasillos.

-¿Fue tan mal?- pregunta mangel sentado en uno de los sillones angostos y blancos del salón -Ah, no, solo tonterías del hospital, sabes que no me agrada.

El azabache ofreció su mano -Puedes contarme- lolito tragó saliva tosca y asintió, tomando su mano y sentándose a un lado del chico que había dejado de fumar al verlo llegar, quemó la llama del cigarrillo, soltando el humo dentro de su boca.

-Creo que luzu me sigue odiando por lo de Auron- hizo un puchero pequeño, escondiendo su rostro entre sus piernas al "incarse" sobre el sillón, sin soltar su mano -¿Por qué?

-¿Sabes esa mirada que le hace a la mayoría de gente para que no se atrevan a acercarse? Lo hizo conmigo otra vez, y sobre todo, cuando notó que estaba con quackity ¡me echó!- levantó la mirada torciendo un poco los dedos que estaban siendo acompañados.

Mangel pensó un segundo, antes de jalar el brazo de lolito haciendo que aquel de naranjas cabellos recostara su cabeza en sus muslos delgados -Creo que deberíamos darle tiempo, sabes como le costó lo de Auron, y posiblemente nunca te vaya a tener esa confianza de nuevo, pero por lo menos sabrá que no tiene que tener miedo si le demuestras no hacer lo mismo otra vez.

-No quiero ser un impedimento en su vida, solo fui estúpido una vez- fingió sollozar, acarició su cabeza naranja con cariño -Que no te importe demasiado, lo único que te concierne es no volver a caer en el mismo agujero.

-...mangel, ¿por qué rubius es así?- susurró lo suficiente para que el mencionado escuchará, marcó una mueca torciendo la mandíbula con el ceño fruncido -Creo que lo hicieron así.

-Pero yo y él somos iguales, y nunca pensé en violar a alguien, porque sé lo horrible que se siente- mangel besó su frente con ternura pasando las yemas de sus dedos a través de su hombro -Aunque los pasados sean iguales nunca definirá tu futuro, lolito, tú por lo menos fuiste a un psiquiátrico de menor, ¿no crees que sí no hubieras ido te hubieras enojado tanto con la vida que decidirías si destruir la de alguien más?

No hubo respuesta inmediata -no me mal entiendas, nunca podré darle una razón a rubius como para haberle hecho eso a quackity, no lo merecía, nadie lo merece, y espero que termine muerto en la cárcel, pero tal vez, quiero darle una razón más allá de que es una mala persona- lolito levantó su cabeza acariciando el cabello de mangel, allí le abrazó.

-Perdón- esta vez sí soltó una lágrima rodando por sus mejillas, mangel correspondió abrazando su cintura y quedándose en esa posición por un segundo -No me pidas disculpas a mí.

(...)

Despertó con la cabeza ardiente, se sentía enfermo, había sido transferido al hospital por haberse desmayado en el juicio, aunque aún le limitaban las oportunidades; en una de sus muñecas tenía esposas conectadas a la cama, su tobillo estaba frío y seguramente tenía una especie de rastreador pegado a la piel, podía ver fuera de las cortinas traslúcidas que policías marcaban fuera de la puerta.

"Tsk, tontos" pensó, ni siquiera tenía fuerzas para escaparse, ni el deseo próspero a sobrevivir, su vida había acabado el día en el que quackity le había gritado, con estrés peinó su cabello hacía atrás, se moría de hambre y del dolor muscular en su espalda por la caída compleja -Señor, aquí está su almuerzo.

Entró una enfermera más bien jóven que pusó su bandeja frente a sus rodillas -le recomiendo no estresarse, su corazón está débil, un impacto de emoción y puede enfermarse de más -De acuerdo- dijo en voz baja viendo un pedazo de pan servido a la mesa, la chiquilla salió de la habitación que fuera traía llave, pudo escucharlo.

Mascó un trozo de la masa dura y poco apetecible del pan, sin saborear tragaba de forma tosca, sus ojos dieron una voltereta, tenía ojeras y la mirada perdida. En su mente todavía estaba la imagen de quackity, hubiera deseado que fuera diferente, se quería justificar.

Quackity en un vestido azul claro deseando por casarse con él, ¿en que universo aquello habría pasado? Cerró los ojos lentamente y acostó su cabeza en la almohada de tela extraña «Rubius»

Levantó la cabeza una vez estaba vestido en frente de un gran espejo, un traje Cortés blanco y pantalones negros, era bastante informal, su peinado estaba a un lado y traía un collar sobre un pato "¿Realidad deseada?" pensó, y a un lado estaba vegetta.

-Quackity te está esperando, ¿en qué piensas?- su voz se oía distorsionada, como si no estuviera ahí, como un holograma, aquel vegetta sujetaba sus hombros limpiando la poca suciedad del traje, al hacerlo le vio a los ojos con expresión triste y sonrió -Vuelve pronto.

-¿Donde...?- el espacio cambiaba más rápido de lo esperado, estaba pisando pasto entreseco, por alguna razón tenía un ardor en el pecho indescriptible, sus pupilas estallaron cuando quackity tenía el traje que tanto deseaba haberle visto en su boda hipotética, de colores azulescos y un peinado divertido -¿Estas bien? Te ves agitado, ven, te arreglare el traje.

Quackity tenía las manos heladas como si estuvieran en la Antártida -¿por qué estas tan frío?- el omega alzó una de sus cejas al escuchar -Estoy tibio, estas pálido, rubius, ¿estas bien?

Abrazó con tanta fuerza al chiquillo que le provocó asco, como si tuviera ganas de vomitar, ¿por qué se sentía culpable? Odiaba ese sentimiento, extrañaba el tacto de quackity pero a la vez lo quería lejos, era confuso -Me estas lastimando- se quejó el sujeto que cada vez era más aplastado por sus brazos.

-DIJE QUE ME ESTAS LASTIMANDO- gritó, fue lo último que escuchó, nuevamente cambió de escenario "ya basta, detenganse" pensaba en bucle, sujetaba su cabeza, estaba desesperado por encontrar una razón, una palabra, no, estaba buscando a alguien.

-No vas a ver a tu hijo?- preguntó alguien detrás de él, era nuevamente aquel jóven, solo que mayor, aparentaba al menos 28 años, a su lado tenía sujetado de la mano a un chico pre adolescente que le miraba con ojos borrosos y una sonrisa horripilante.

-¡Dejenme en paz!- no había nada, no quedaba nada, estaba solo -No te lo decía a ti- repitió quackity, en frente de rubius estaba luzu, con apariencia adulta y una mirada exorcisante. Aquel castaño abrazó a quackity yéndose poco a poco, y por mucho que rubius moviera sus piernas no los alcanzó, sus rodillas cayeron.

-Sé que lo arruine, lo arruine desde que nací, yo no quería ser como mi papá, ¿qué he hecho para merecer...- levantó la mirada llena de lágrimas confusas, había otro niño de parentesco, y es que se estaba viendo a sí mismo en niño -Me das asco.

Dijo rubius pequeño -Y siempre me lo diste, no importa que tanto llores, sigues siendo mala persona, sabías cuanto me dolió en la cama y se lo hiciste a otra persona que te amaba, eres un asco, y por tu culpa estoy condenado también.

-Solo debería morir- repitió el adulto, recibiendo una abofetada -Ese sería un premio, así que abstente y ve a una celda! Vegetta vio a un adulto amable y no pienso dejar que su estúpida magia no funcione.

Asintió con los ojos perdidos, el niño había sonreído -Mandale saludos a mis amigos.

Despertó con la almohada llena de lágrimas, sollozó hasta caer en el dolor, había perdido todo -Lo haré- abrazó su estómago con ardor en aquel.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora