IV

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Daniel.

Estoy en la ruina, en medio de la peor crisis que he atravesado desde que puedo recordar. ¿Sabes que tan doloroso es dedicar casi toda tu vida a un propósito y luego de conseguirlo y mantenerlo en pie, verlo desvanecerse entre tus manos poco a poco como si de polvo se tratase? Yo lo estoy experimentando, mi empresa de seguros, después de diez años de creada y de haberse posicionado como una de las mejores empresas de seguros del país, ha quebrado y no puedo hacer nada para solucionarlo, solamente quedarme sentado viendo como la pandemia termina de sepultar el sueño por el que he trabajado durante años. ¿Lo peor de todo? No tengo un euro, todo mi dinero lo invertí intentando conseguir más liquidez para solventar todo lo que la empresa necesitaba para resurgir y aún así no conseguí nada. Ahora sólo me queda una caja repleta de facturas sin pagar y decepciones hacia mí mismo con las que tendré que lidiar mientras pienso en una manera de sacarme a flote. No me voy a quedar en esta fase para siempre.

-No te desanimes, bro, vamos a conseguir unos eurillos para evitar que te corten los servicios básicos, o si no podemos, pues te vienes a vivir a mi depa conmigo, no te voy a dejar solo en la miseria.

Mauricio, mi mejor amigo, mexicano de nacimiento pero español de corazón, según sus propias palabras, intenta levantarme el ánimo mientras nos tomamos unas cervezas en un club de mala muerte que según él lleva varios meses de moda. Eternal.

-No me voy a ir de mi casa, así que olvida esa idea, pero gracias por el apoyo.

Me llevo la cerveza a la boca mientras paseo mi vista por el lugar y a la vez pienso en que esto es un modelo de negocios bastante rentable al menos para salir del paso en lo que se trabaja por algo mayor. Me gusta. Detallo a cada persona que cruza mi campo visual.

-No tienes un euro, Daniel, ¿cómo chingados vas a sobrevivir en un país que se está volviendo un poco más caro cada día?. Necesitas, conseguir trabajo por ahí. Con tu currículum seguro te aceptan en un buen lugar. Bro, tienes un doctorado en negocios a pesar de estar tan joven, y ¿estás dudando si vas a ser aceptado o no?

-Ya he mandado currículums a varias empresas, aún no recibo respuestas. Y sí, lo dudo porque estamos en crisis, porque incluso médicos están perdiendo el trabajo, además de todo tipo de profesionales. Pero esperemos, si en esta semana no consigo nada, ya pensaré en otras opciones.

Una mujer pelinegra con el cabello corto envuelta en un vestido que resalta sus sensuales curvas y deja al descubierto unas piernas que se verían demasiado bien envolviendo mi torso desnudo camina al lado de nuestra mesa acompañada de otra mujer rubia no menos atractiva pero que no resulta tan atrapante a mi vista para dirigirse a la barra. Relamo mis labios mientras la observo: es la mujer más elegante y asombrosamente llamativa que he visto en algún tiempo. Así que mantuve mi vista en ella, la estudié con detenimiento. La voz de Mauricio se escuchaba como un susurro mientras yo continuaba con mi atención fija en la mujer de negro.

-Tienes que seguir intentando, bro, no te puedes rendir. Tampoco te sientas culpable por el asunto de nuestra empresa, todo sucede por algo, ya nos tocará trabajar por algo mejor, verás.

Con la mirada aún fija en ella, le respondí:

-Es la puta crisis que también se llevó muchas más empresas y dejó huellas profundas en sectores importantes, Mauricio, sé no fue mi culpa, se que hice todo lo que pude pero aún así, no puedo evitar sentir impotencia.

Mi amigo notó que miraba con detenimiento en algún punto por detrás de su espalda, y se volteó tan espantosamente curioso como siempre: el hombre es así pero le tengo cariño, ya no puedo cambiarlo, no hay nada que hacer por él. Volqué los ojos con un ligero tinte de fastidio en mi expresión. Él volvió a nuestra charla con una expresión de curiosidad que me hizo esbozar una sonrisa. Mauricio adora el chisme, y más aún si se trata de alguna mujer en la que yo ponga mi atención.

Padre por accidente. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora