Valeria.
Me besó.
Daniel me besó, mi vecino, al que casi no conocía.
Y os puedo asegurar que nunca había sentido tanta magia en una acción tan simple, que fue como si tuviera en mis labios la energía del universo entero. Los labios de Daniel eran de contextura suave, aterciopelados, y me acariciaron tan lento que me olvidé de lo que me había traído a su departamento aún después de que él se marchara del mío, me olvidé de todo y fui plenamente consciente de cada terminación nerviosa que poseía, de cada latido, de cada respiración.
Esa noche me había ido a la cama temprano. Decidí que sería buena idea ponerme mi pijama de osos pues porque simplemente me encantaba y me hacía sentir muy cómoda. Entonces, como si fuera una mala película de cine, el recuerdo de las manos descontroladas de David en mi cuerpo me volvió un manojo de nervios que me fue muy difícil ignorar. No podía dejar de dar vueltas en la cama y en algún momento, comencé a imaginar: los escenarios a los que me llevó mi mente me pusieron a temblar como una niña pequeña muerta de frío. Ni siquiera los baños de agua caliente fueron suficientes para calmarme. No os puedo explicar el motivo exacto por el que decidí tocar a la puerta de mi vecino, tal vez por toda esa seguridad que me hizo sentir cuando evitó que algo peor me sucediera, pero lo hice y a pesar de que me hubiera robado un beso, no me arrepentía de ello. Pero no estaba preparada para dar paso a algo más.
Me separé de él con toda la fuerza de voluntad que logré reunir.
-Daniel, espera...
Como si aquello hubiera sido una especie de frase de seguridad, él se alejó. Pude ver un pequeño rastro de culpabilidad cruzando su mirada azul.
-Lo siento, Val. Pero es que estábamos tan cerca, tan compenetrados, que simplemente me dejé llevar.
-No, no te tienes que disculpar por nada, Daniel. Mis labios también formaron parte de ese beso.
Dejó por más tiempo del necesario su mirada sobre mis labios para luego ascenderla hasta mis ojos y decirme:
-Joder, que labia tienes.
Sentí como la sangre se acumuló en mis mejillas.
-Gracias.
-Es la verdad, no tienes que agradecerme. Sólo estoy emitiendo una opinión, no te estoy halagando de más.
Sonreí.
-Me encantaría que fuéramos amigos. En este momento no estoy preparada para, ya sabes...
Apretó los labios para contener una sonrisa.
-¿Follar?
-Sí, para follar.
-Valeria, yo no iba a tirarte al sofá para follar sin más, es necesario que lo sepas.
-Ah, ¿no?
Se llevó la mano a la frente y negó.
-Por supuesto que no, en este momento te encuentras demasiado vulnerable y yo no soy como el estúpido gilipollas de tu ex.
-Me queda claro, lo siento.
-Ya deja de disculparte, cristo, Valeria. ¿Te sientes mejor?
Sonreí.
-Sí.
-Las puertas de mi casa están abiertas para ti, ¿está bien? No importa la hora, voy a estar siempre disponible.
Y así, después de una descripción profunda y una charla sanadora, comenzamos a ser amigos, a ser parte de la vida del otro. Daniel se iba a convertir en el mejor amigo hombre que nunca había tenido, con la excepción de que al fondo sentiría que éramos un poquito más que eso, que estábamos conectados de una manera que ni yo misma entendía. La noche siguiente volvió a casa con un nuevo táper vacío con el objetivo de que se lo llenara de azúcar. Lo miré muerta de risa y le dije:
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Padre por accidente.
RomansaDespués de que su novio le fuera infiel con su mejor amiga, Valeria ve ante sus ojos cómo se escapa su oportunidad para ser madre. Porque si, lo tiene todo, pero aún quiere sentir como se forma una nueva vida en su interior, aún quiere traer un bebé...