cuatro

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—Este pequeño viaje será encantador. 

Donna y Donald se encontraban muy emocionados desde sus asientos en el Jet privado de Frank. Yo me iba mordiendo las uñas. 

—Debo confesar que estoy emocionado —dije mirando a Frank con disimulo. 

—No tienes idea de lo que te espera —me susurró. 

—Y ahora, señor Iero, me tiene muy intrigado. 

—No puedo creer que mi hijo se va a casar con un multimillonario —comentó mi padre. Frank volteó a verlo con atención. —Finalmente podrá vivir la vida que merece. 

—Es una pena que Mikey y Kristin no hayan podido vivir la experiencia del avión privado. 

—Volar en uno comercial no les hará daño mamá —comenté aguantando la risa. 

Mi madre rodó los ojos porque yo no quise que viajaran con nosotros. En este caso sí me sentía mal por Kristin, pero Mikey se podía ir al diablo. 

—Eres un poco perverso, Gerard. 

—Tendré que aguantar a Mikey los siguientes días, merezco un par de horas tranquilo. 

—Sí, todos lo merecemos —dijo papá cerrando los ojos, poniéndose un antifaz. —Parece que estás haciendo bien las cosas hijo, estamos orgullosos de ti. 

****

—Hemos llegado. 

Frank anunció nuestra bienvenida dejándonos pasar a la casita de la montaña, que de casita no tenía nada. Todo estaba hecho de una madera preciosa y brillante, los muebles seguían viéndose más valiosos que mi vida y la vista hacia la blanca nieve hacía que pareciera estar viviendo un sueño. Sin olvidar la gran y hermosa chimenea que estaba en la estancia de descanso, y el patio con la piscina que había mencionado anteriormente. Piscina con calentador y todo. 

—Frank, este lugar es enorme. 

—Sí, ojalá pudiera venir más seguido. Pero al ser un lugar tan grande para mi todo se vuelve más solitario. 

—Bueno, ahora que vas a formar parte de la familia ya habrán más razones para regresar pronto —comentó mi madre dejando sus maletas en el suelo, admirando su alrededor. —Vamos a nuestro dormitorio Donald. 

Cuando nos quedamos solos busqué a Frank con la mirada, él estaba bastante tranquilo mirándome con una sonrisa. Yo me acerqué y le toqué el hombro con un dedo. 

—Hablando de dormitorios...

—¿Quieres compartir el mío?

—Eso te encantaría, ¿no es así?

—Por supuesto. 

Solté una carcajada, Frank era tan gracioso. 

—Qué pena. En una casa con tantas habitaciones, puedes garantizar que tendré una para mi solo. 

—Como gustes, Gerard. 

No veía molestia en su mirada, incluso una sonrisa genuina apareció en su rostro y yo imité su gesto. Me sentía muy bien con él cerca, era como un gran compañero de viajes, y sentía que a pesar de todo, podría ser un muy buen amigo. 

—Entonces, ¿cuál es el mejor dormitorio?

—El segundo, creo. 

—Supongo que será suficiente, es un placer hacer negocios contigo. 

****

El lugar era increíble, la cama se veía espectacular y muy calientita. Estaba muy emocionado por pasar estos días de vacaciones, mejorando la situación con Frank a mi lado. Estaba muy agradecido con él por ayudarme en toda esta farsa, aún no sabía si ser su asistente sería suficiente. 

My fiance |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora