~Astrid~

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Era un jueves, mas no como cualquier otro, ya que esa tarde debían presentar la obra en la que estuvieron trabajando tanto. Les dejaron llevar pantalón de mezclilla como en pocas ocasiones, pero obligatoriamente debían llevar la playera de la institución.

La noche anterior como muchas otras, Atenas no había podido dormir bien, esa mañana se levantó sin mucho ánimo. debido a que su vestuario para esa tarde era completamente negro, se colocó unos jeans negros, la playera de la escuela y sobre estos una chamarra de piel negra, además de unas botitas. Decidió salir temprano ya que iba demasiado cargada, con la mochila normal de la escuela, una mochila con maquillaje ya que iba a maquillar a varias niñas de su grado, además de la pequeña bolsa donde usualmente llevaba su desayuno.

Al principio habían tenido las primeras clases, como cualquier otro día, paso incluso la hora del recreo, sin nada memorable hasta que cerca del mediodía, dejaron de tener clases, debido a que los profesores y parte del alumnado se encontraba ayudando a armar todo lo que se necesitaba para esa tarde. Los pocos alumnos que seguían en sus salones no estaban haciendo mucho en realidad, y como se había vuelto costumbre entre los estudiantes de este inusual salón, comenzaron a amarrarse.

La primera víctima de Atenas fue su amiga Astrid, afortunadamente Atenas había llevado un listón mucho más largo por cualquier cosa, por lo que la amarro mientras ella estaba sentada a su lado, al ver eso Roy se acercó y tiró de la otra punta, la omega se resistió, pero debido a la fuerza del alfa termino resbalándose y cayendo de su asiento, de alguna manera esto lo complació volviendo a tirar de la indefensa omega a pesar de su débil intento de resistirse, sin dejar de enrollar el listón sobre sí mismo, intentando acortar la distancia.

—Es toda una malandra— comentó Roy.

—Hay que corregirla— Alec decidió seguirle el juego al alfa

—Vente, Vente— decía el alfa insistentemente jalando del listón, provocando que Astrid se deslizara por el suelo. Mientras la omega solo podía repetir— no, no, no, no, duele, duele.

A esto Johana sin pensarlo le respondió— ni modo, tu quisiste que te amarraran.

Roy hizo caso omiso a sus palabras y se Dirigió al omega Daniel— ¿cómo le habías hecho el otro día? — levanto las manos de Astrid sobre su cabeza—¿así? 

Daniel estiro la mano en su dirección, pero tomo el listón sin fijarse, por lo que no tomo el royo y al jalar a Astrid este se deshizo.

—No manches tonto.

—No dejen que se desenrrolle el liston.

—Te di el royo.

—Es que estas bien pendejo Daniel

Resignado le devolvió el listón al alfa— tómalo Roy síguele.

—No ahora enrrollalo tu.

—Toma Atenas, es tuya.


























































































































Mi última parejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora