Celos

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“Julián Álvarez un increíble jugador que tiene nuestra selección Argentina, hizo el segundo gol, ¡Vamos Argentina carajo!”

Los medios de comunicación Argentinos eran tan eufóricos cómo siempre, solo les faltaba hacer un altar físico a los jugadores, ya el mental estaba hace tiempo. Por suerte no sospecharon de grandes cosas, de hecho, se preocupaban más en criticar el partido, las prensas extranjeras solo decían que estaba todo comprado por dicho país de bandera celeste y blanco.

El árbitro sopló el silbato, el partido había terminado, durante el partido no sentía tanto la mirada del arquero contrario, estaban más concentrados en la jugada, y ese maldito mastodonte era un jugador demasiado bueno, creyó que era uno de los mejores arqueros con quien jugó.

— ¡Argentina pasa a octavos!

La alegria poseyó su cuerpo, abrazando a sus compañeros mientras saltaban y cantaban, los hinchas los acompañan moviendo sus manos, y banderas. Hasta que decidieron ir caminando hacia la salida de la cancha, pero él decidió acercarse al portero polaco, por curiosidad. Así que cuando todos se fueron, de alguna forma convenció a Enzo que se adelantara.

Se acercó al hombre que era demasiado alto, quien lo miraba fijamente apenas se dió cuenta que se dirigía a él.

— ¿Porqué dijiste eso? — dijo Julián —

— Quería confirmar si eran ciertos los rumores, además, con temas personales los jugadores se desconcentran.

— Sabías que casi te matan, ¿no? — el alto encogió sus hombros —

— Deberías controlar a tu alfa, se nota demasiado que le perteneces — se acercó y tomó a Álvarez de la barbilla para que lo mire — Sos muy hermoso, si te lastiman no solo tu selección perderá el control.

Szczęsny lo soltó, caminó hacia los vestuarios de Polonia, dejando a un Julián sorprendido quien se cruzó de brazos pensativo, ¿acaso le gustaba al portero polaco? Era una de las cosas más relatorías que le pueden estar sucediendo en este momento.

A pasos firmes se dirigió su vestuario, cómo siempre todos estaban cantando, y saltando, decidió ser parte de ello, pero no podía concentrarse tanto en la letra cuando tenía a Enzo saltando con el torso descubierto haciendo movimientos con la camiseta en la mano. Intento no parecer un adolescente en pleno proceso de pubertad, pero estaba difícil, él se lo hacía difícil.

— ¡Vamos, vamos, Argentina.. a ganar! — Dybala lo abrazó por el cuello entre saltos  —

Del otro lado suyo se había puesto Enzo, colocando su otro brazo sobre la cintura del mayor, también saltando.

Luego de los festejos fueron enviados nuevamente a su hospedaje, los medios de comunicación se la pasaban hablando del cruce entre Messi y Lewandowski, el gol de Julián, y lo mal que estaba jugando Lautaro. Éste último era el más preocupante, pero poco a poco las noticias fueron cambiando a "¿Qué es eso en el cuello de Álvarez?" El sudor había hecho que el maquillaje se corriera un poco, y se notara una marca apenas, estaban desapareciendo muy lentamente, la mordida del nudo resaltaba entre las demás, Enzo la consideraba perfecta.

Julián fue a la ducha, estaba agotado, dió todo lo que podía en el partido, todos querían tomar algo para festejar, entre familia y amigos en el mismo lugar, así que solo decidió darse una ducha primero. Bajo la lluvia de la regadera tanteaba con la yema de sus dedos las mordidas en su cuerpo, un escalofrío recorrió su cuerpo al tocar la herida que más destacaba, aunque era la que mas dolió, también fue la más placentera, la favorita de su alfa también lo era para él.

— Estás provocándome constantemente — escuchó su familiar voz detrás suyo, era Enzo—

No le dió tiempo a girar por completo, ya que fue estampado contra la pared de la ducha, sus labios fueron atrapados por los ajenos, no podía moverse por dos brazos enormes tatuados a cada lado suyo que lo obligaban a quedarse quieto e indefenso como el menor quería.

—Eu ¿estás loco? — dijo el delantero apenas pudo separar sus labios —

— Si, lo estoy — susurró y volvió atacar los labios contrarios —

Fernandez había entrado desnudo para estar con Julián, tantas escenas con ese estúpido arquero, y alfas alrededor de su omega lo orillaron a perseguirlo hasta el baño, deseaba hacerlo, sino la próxima vez no sería capaz de controlar sus emociones, y su alfa interior saldría a la luz provocando estragos.

— Abrí tus piernas — le dijo en su oído para luego besar su cuello —

— No.. No podemos..

— ¿Desde cuándo sos tan desobediente? — exclamó con su voz dominante característica de un alfa que hacía enloquecer a cualquiera — Abrilas

Julián obedeció, las feromonas de su alfa estaban expuestas por completo, eso provocó tanta excitación que sus líquidos comenzaron a escurrirse y mezclarse con el agua.

El mediocampista hizo un camino de lamidas y besos hasta la pelvis de su amante, quien jadeaba tapándose la boca con su mano, estaban demasiado cerca de sus demás compañeros. Enzo sin pensarlo dos veces introdujo el miembro en su boca hasta la raíz, los bellos púbicos llenos del amizcle del mayor le tocaban la nariz, detalle que le excitaba aún más.

Dios, Enzo.. No podemos..

Sus palabras fueron ignoradas, el menor con sus manos acariciaba los testículos a la misma velocidad que sus movimientos de cabeza, que claramente cada vez aumentaban más. Julián perdía sus fuerzas, ya no podía resistirse, se apoyó contra la pared para sostenerse entre gemidos bajos y callados por su mano.

Enzo lamió el glande, acercó sus dedos a la entrada y definitivamente estaba más que listo, se levantó sonriendo de una forma descarada, como si de un niño travieso se tratara, pero Julián ya sabía lo que venía, solo lo aceptó, no tenía escapatoria y para ser sinceros, ambos querían esto.

El mayor fue alzado por los muslos, su espalda era apoyada contra la pared, así que estaba seguro que no caería, el mediocampista acomodó su miembro en la entrada con una de sus manos, introduciendo de a poco en el caliente y apretado interior que solo sería suyo por mucho tiempo.

— Mírame, esto es lo que provocas cuando hablas con otros alfas sin que yo lo sepa.

Julián lo miró sorprendido, ¿en qué momento?, Iba hablar pero fue interrumpido por una embestida que lo hizo arquearse, clavando sus cortas uñas en los hombros fornidos del menor.

Estaba siendo castigado, lo merecía, no iba a negarlo, y dios que le estaba encantando, pero los ojos del alfa cambiaban a un color oscuro lleno de celos, posesión, y deseo, ahora si temía no poder caminar después. Malditos y sexys alfas con sus celos de mierda.

Reprimido (E. Fernandez x J. Alvarez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora