2. Dos de copas: El veneno y el perfume va en frascos pequeños (Parte 2)

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«No entiendo nada... ¿Subir? ¿Qué significa subir?» Eso fue lo que pensé en un primer momento. Tras enderezarme, vi cómo aquella culebra empezaba a deslizarse todo recto siguiendo el largo camino de ladrillos negros. La seguí. ¿Qué más podía hacer en ese momento?

Llegamos a un enorme portón de piedra con símbolos grabados y algunas gemas. No entendía muy bien qué significaban todas esas escrituras, pero por alguna extraña razón, envolvían el ambiente de un sentimiento aterradoramente claustrofóbico. Era como si me estuvieran diciendo que no iba a salir de ahí por mucho que lo intentara.

–No te asustes, saldremos de aquí –explicó Caín leyendo al completo mis pensamientos.

–Y ¿cómo piensas hacerlo? Parece que "esa cosa" no está muy por la labor –pregunté señalando el portón.

–Abriéndola...

–Ya, bueno, me parece que deberías ser más específico.

–Haz los honores.

–¿En serio? ¿Y ya está? –pregunté sorprendido ante su impavidez.

–Adelante...

–De acuerdo... –contesté finalmente antes de depositar mis nuevas y gruesas manos sobre el portón.

Hice fuerza para poder abrirla, era demasiado grande y gruesa, pero parecía que me costaba menos abrirla de lo que había imaginado en ese momento. Debía ser a causa del crecimiento que habían sufrido mis delicados y finos brazos a unos más robustos y fuertes.

Cuando por fin se abrió al completo, pude ver tras su marco el inicio de unas escaleras de piedra oscuras que se enrollaban hacia arriba, como escaleras de caracol. Parecía como si se fueran parando a cada piso que suben a una estancia diferente. Eran acompañadas por una tenue luz que procedía de antorchas de fuego rojo y azul intercaladas entre sí.

–¿Subimos hasta el final? –pregunté para confirmar mi próximo movimiento.

–Subirás hasta el final –corrigió Caín, haciendo énfasis en la primera palabra.

–¿Yo solo?

–Me temo que sí –explicó el ser con decepción en su tono –Pero no te preocupes, él te acompañará, mi siervo más fiel, creado por una pequeña parte de mí –terminó de explicar mientras la pequeña culebra se enroscaba en mi zapato izquierdo.

–¿Este pequeño multi animalito de sombras? –pregunté con curiosidad.

–Sí, él será tu acompañante a partir de ahora y nos servirá de comunicador.

–OK...

–No pareces muy contento.

–Bueno, nunca he sabido cómo tratar con...¿animales? ¿Se le puede llamar a esto animal? Aunque la verdad es que me gustan mucho los gatos...

–No te preocupes, este es especial, es creado por mí, mi humilde mensajero –interrumpió Caín con prisas y con ganas de presumir a la vez.

–Vale, vale. Ya subo.

Salí del marco de la puerta y me dirigí escaleras arriba. No puedo negar que en ese momento tuve mucha curiosidad sobre qué podría haber en cada uno de los pisos que se separaban a mitad de camino. Sin embargo, el pequeño animalito al que voy a llamar Caín a partir de ahora porque me da pereza seguir diciendo pequeño animalito, subía a toda velocidad haciendo que fuese incapaz de desviarme. Lo siento, pero vamos a darle un poquito más de intensidad y rapidez a esta narración que esta bella dama de lentejuelas ya está cerquita y he estado explicando cosas como un auténtico muermo...

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