Epílogo: Sangre, sudor y lágrimas (Parte 2)

6 3 27
                                    

Evans y Allan comenzaron a caminar en dirección a la biblioteca de la cual había salido anteriormente el Dios del Infierno. Evans no podía dejar de mirar los alrededores, pues le extrañaba que el piso más bajo de las escaleras que bajan al abismo, es decir, el Infierno, fuese un lugar tan maravilloso. Estaba todo cubierto de vegetación. Allá donde alcanzaba la vista solo había un despliegue de bosque y agrupaciones montañosas totalmente verdes, cubiertas por aglomeraciones de estructuras de diferentes épocas.

En lo alto de una montaña, había un castillo gótico que se asemejaba más a una enorme catedral que a un castillo en sí. Aproximadamente cerca, había una mansión clásica victoriana, la cual era a dónde se dirigían, pues dentro estaba la descomunal biblioteca.

Evans pensó al principio que no podía ser verdad, que era una ilusión, pero luego reflexionó. ¿Qué era la verdad y qué era la mentira? Según las enseñanzas de Hypnos, las leyes que rigen la realidad donde el pelirrojo había nacido no eran más que percepciones, por lo que esas mismas leyes podrían no ser "verdaderas". Evans se había encontrado con innumerables situaciones en las que lo que se creía que era mentira era realmente verdadero y viceversa, así que era difícil identificarlo.

Siempre se ha enseñado según la religión católica que el Infierno es un lugar oscuro y solitario, cubierto de fuego y pinchos; y el cielo, por su parte, un lugar blanco, el paraíso, la vida después de la muerte, reencontrarte con tus seres queridos. Al parecer, el Infierno no era tan horrendo como se enseñaba en la educación. Es más, era sencillamente precioso.

No tardaron en llegar a la mansión donde se encontraba la biblioteca. Se pararon un momento en la puerta mientras Allan buscaba de su bolsillo una pequeña llave. Mientras Allan estaba ocupado abriendo la puerta, Evans se percató de un pequeño grabado en lo alto de esta, el cual decía: "Claudere quinque sensus ante incipiens discere".

–¿Qué significa eso? –preguntó el pelirrojo señalando el grabado.

"Claudere quinque sensus ante incipiens discere". Significa: "Apaga o cierra tus cinco sentidos antes de aprender" –contestó Allan abriendo de par en par la enorme puerta.

–¿A qué se refiere? –continuó preguntando Evans curioso mientras seguía por aquella estancia a su guía.

–Significa que para poder aprender realmente, debes entender la esencia de las cosas y no fiarte de la primera definición que te den tus cinco sentidos, es decir, de lo que ves, oyes...

–Entiendo, Hypnos solía decir algo parecido...

Siguieron caminando hasta un pequeño cubículo con sillones aterciopelados granate y tomaron asiento. Allan informó a Evans de que le había dejado un mensaje a Caín mientras se acercaban a la mansión para que este acudiera a ella y se reuniera con ellos. Mientras esperaban, el Dios del Infierno se acercó a una esquina del cubículo donde se encontraba un pequeño carrito de metal con una tetera caliente y sirvió un par de tazas.

Por otra parte, después de que Caín se despidiera de Toni, este abrió la puerta de las escaleras descendentes en su último tramo para abreviar el viaje. Tras entrar en esa nueva realidad, cruzó el portón del Infierno. Se encontró con los mismos ladrillos negros, el mismo trono y las mismas llamas azules y rojas de siempre. Allí se dirigió todo recto hasta la enorme entrada de la estancia para salir al exterior. Ya fuera del castillo, paseó por los mismos caminos por los que caminaron Allan y Evans hasta encontrarse con la entrada de la mansión. La puerta estaba abierta, así que el Emperador lo entendió como una invitación y se dispuso a cruzar la biblioteca hasta el cubículo donde siempre se reunía con Allan cada vez que quedaban allí para hablar.

Nada más ver cómo se acercaba Caín desde la puerta, Allan puso frente a un asiento vacío una nueva taza y sirvió un poco de té en ella. Segundos más tarde tras sentarse, Caín entró en el cubículo.

Arcanos MenoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora