Cuaderno de Slade 5: Slade y los no-muertos

10 1 1
                                    


Slade despertó. Eran las tres de la madrugada. Bien, no sería correcto decir "despertó", por que no había pegado un ojo en toda la noche. Tenía los nervios destrozados. Podría haberse arrojado un hechizo de sueño, pero solían estar acompañados de pesadillas, que después de tantas desventuras y tristezas, podían adoptar formas aterradoras.

Mejor no dormir que dormir mal intentó convencerse Slade, pero era patético mintiéndose a sí mismo. De pronto lo sintió, un profundo sueño que lo alcanzaba. Sin embargo, recordó que debería levantarse a las cinco de la mañana así que se lanzó un Prasco, el hechizo que hacía que cada hora de sueño valiera por dos. Bien, así esta mejor...


Luego de un tiempo de sueño confuso, entre el conjuro, los nervios alterados y pocos indicios de la hora, Slade despertó sintiendo que algo le taladraba el oído. Un enorme bulto hurgaba en su oreja, con una nota atada alrededor. Slade le dio un manotazo a la criatura, que lanzó un chillido y lo atacó, furioso, el mago le arrojó un Prefacipo, y el bicharraco quedó convertido en polvo. Con una pobre sensación de paz, sacó la nota de entre el polvo y la abrió. Era de Pedro Smazzihuova. Es el único que puede mandar una carta por este medio de comunicación, pensó Slade.

La carta decía:


"Slade, es urgente que vengas al pueblo de CartasMar, cerca del lago Nahuel Huapi, porque hay una zona muy desértica y árida, incluso para que sea verano. ¡Oh, no! ¡Una bandada de dragones negros me persigue! ¡Orgh, Argh, Wargh! Te deseo un buen día y sé un buen mercenario."

Firma: Pedrito "el alegre"

Por supuesto, la carta estaba acompañada de toda clase de pirotecnia y cohetes en miniatura, que recreaban cada parte de la carta como una película.

Intrigado por el mensaje y especialmente por la aparición de los dragones negros, Slade preparó sus herramientas de caza e invocó un dragón mecánico con el hechizo Ercopa. Se introdujo en la cabina que alojada en el estómago y le ordenó al dragón que partiese hacia el pueblo de CartasMar. En el camino intentó imaginar por qué un joven de 30 años, dedicado al trabajo circense, podía ser perseguido por dragones negros.


Al entrar en el pueblo, Slade observó que el lugar parecía un típico pueblo granjero del 1810, con la excepción de que una extraña y densa niebla flotaba entre los pies como si fuera una brea liviana y aireada pero de cierta viscosidad. Mirando el cielo daba la sensación de que estuviese a punto de caer un diluvio, pero a la vez, las veredas se veían descascaradas y secas como arena, la densa humedad que suele anteceder a las tormentas no parecían llegar a humedecer la tierra agrietada y de aspecto muerto.

Observó por los alrededores, se asomó por algunas ventanas y no pudo encontrar ni un alma. Era como si el pueblo hubiera envejecido repentinamente, cubriéndose con la extraña niebla y los pueblerinos hubieran desaparecido.

Slade aterrizó el dragón en la carretera y realizó su rutina habitual de llegarse a un bar, que en este caso se llamaba "El arco gris", nada más acorde al paisaje de los alrededores.

-Rayos -dijo con asombro Slade al ver a los pocos parroquianos. Toda la gente estaba pálida e inexpresiva.

Slade se dirigió a la barra para hablar con el dueño y alquilarle una habitación.

-Oh, usted debe ser Blade el gris -Le dijo el dueño, sin pestañear. Es más, por el color de sus ojos, seguro que no pestañeaba desde hacía una semana.

Cuadernos de Tava'i y Slade el mago mercenario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora