Bier tenía sus grandes ojos fijos en aquella mujer. Miraba a su padre y miraba a la muchacha frente a él terminando por sentir una mezcla de temor y felicidad que humedeció sus ojos.Mary hizo un gran esfuerzo para sostenerse en pie lo más erguida posible no solo para disminuir la tensión entre su cabello y la mano de Bills, sino también por su hijo que la estaba viendo por primera vez. Ambos, Bier y Mary, imaginaron ese encuentro decenas de veces, sin embargo, el escenario en que sucedió nunca fue contemplado por ninguno. Cuando el niño intentó acercarse dejando caer el caballito de madera, Dana lo tomó en sus brazos para impedirlo. Bier se resistió violentamente y puso en apuros a su nana. Una exclamación de su padre fue suficiente para terminar con sus rabieta.
-Vuelve a tu habitación- le ordenó Bills- Tu madre y yo tenemos mucho de que hablar- agregó y obligó a la mujer a caminar por el pasillo.
Contra la voluntad de Bills, Mary volteo a ver al niño mientras avanzaba por el corredor y él la siguió con la mirada angustiada hasta que tuvo el valor de llamar a su padre, en voz alta, deteniendo el avance de este.
-No lastimes a mi mamá- le pidió el niño cuando su padre se giró a verlo.
Bills no respondió y retomo su marcha llevándose a Mary con él.
La mujer andaba apenas. Cuando él la empujó al interior de una habitación cayó violentamente sobre el piso. Soltó un agudo quejido y se quedó tumbada ahí sin poder evitar Bills pisará su muslo. Tenía una herida ahí y la presión le causó un terrible dolor.
-¡Quítate bastardo!- le gritó Mary dando un golpe a la pantorrilla de su captor consiguiendo que él pisará con más fuerza.
-Vaya que eres resistente- comentó Bills- Me recuerdas a las cucarachas. La única forma de terminar con ellas es aplastarlas- exclamó levantando su bota para dejarla caer de forma brutal sobre el muslo de la mujer, que rápidamente rodo hacia un costado para evitar ese impacto.
Mary se levantó como pudo y cuando vio que él iba hacia ella tomó la silla que había a su costado para golpearlo con ella. Pero estaba demasiado débil y su golpe no tuvo fuerza. Bills le arrebato la silla y cerró su mano sobre el cuello de la mujer. Que odiosa sonrisa tenía Bills en ese momento. Realmente disfrutaba de poder tenerla entre sus manos y desquitarse de todo lo que le había estado haciendo.
-Eres una auténtica piedra en mi zapato, pero nunca has sido más que eso- le dijo y apretó la mano un poco más- Jamás has hecho otra cosa que fastidiar mis planes, Mary. Primero por poco me haces perderlo todo, después partiste a ese mocoso inútil tan parecido a ti y luego montas una resistencia inútil para evitar el avance de mis tropas...
-Sí fuera inútil...ya te hubieras apoderado de todo... a estas alturas- le respondió Mary apenas y sonrió porque sabía tenía razón.
El rostro de Bills se oscureció y sin ninguna clemencia le hundió la rodilla en el abdomen. Mary no pudo emitir ni un solo ruido. Cayó de bruces e inconsciente sobre la alfombra. No volvió a levantarse de allí. Bills la miró con desdén llevándose la mano, con la que sostuvo a la mujer, sujetó a la nariz. El olor de Mary había cambiado bastante en esos cinco años, pero todavía conservaba esas notas dulces de la primera vez que la vio.
Bier estaba sentado en su cuarto cuando su padre abrió la puerta exigiendo a Dana dejara el lugar. Casi de inmediato el niño le preguntó a su padre por su mamá, pero él tardo en responder. Bills observó la habitación del niño y también a él con mucha atención. Bier era igual a él exteriormente, pero en lo que a personalidad se refiere no tenían tanto en común. El temple de ese niño era melancólico y sereno. Algunos podían decir que era así por la vida que llevaba, pero no. Bier tenía esa predisposición a la observación, al pensar. Cosas que Bills rápidamente relacionó a esa mujer, pues él no era así.
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Tirano.
FanfictionEn todas partes Navidad es motivo de alegría y amor, pero en esta tierra esa noche es sinónimo de angustia y dolor gracias a su gobernante.