Mary se apoderó del puñal que Dai llevaba en su cinto, con un movimiento furtivo. Rápido y sin dudar puso el extremo agudo en el cuello de ese sujeto, de tal forma que solo debía empujar un poco para atravesar esa zona. El Lord permaneció impasible. Levantó los brazos a los costados, pero no para rendirse sino para señalarle a sus hombres no atacarán a la mujer, pues estos desenfundaron sus armas e hicieron un anillo entorno a ella.-Le dije a mi hijo que no dejaría ese palacio sin él y gracias a ti rompí mi promesa el mismo día que la hice, que lo conocí...
-Por favor... tranquilícese. No todo está perdido- le dijo Dai consiguiendo que ella hundiera la hoja de acero en su cuello lo suficiente para hacer brotar un hilo de sangre que se deslizó por su piel- Su plan solo se ha postergado- agregó.
-¡Tú no entiendes nada! No podía ejecutar mi plan sin antes sacar a mi hijo de ahí...
-Lo comprendo- exclamó Dai con una voz más firme- El niño y usted son mis prioridades. Mi verdadera misión es asegurarme de que ambos estén a salvo, pero usted no quiso escucharme y se marchó precipitadamente. Ahora le pido de la forma más amable que me permita hablar...luego puede cortar mi garganta si así lo quiere.
Mary tenía los ojos puestos en él de la misma forma en que mantenía el puñal en su cuello. La tensión entre esos dos se podía tocar.
Una hora después Mary partia a caballo de regreso a la villa. Lo hacía con una expresión fría como la nieve bajo los cascos del corcel que corrió a toda velocidad por el páramo. Dai la observó hasta que sus ojos no fueron capaces de distinguir su oscura figura en el horizonte.
-Vamonos- exclamó al volver hacia el trineo.
-Pero señor...no sabemos que sucederá con ella- le habló uno de sus hombres.
-Tendrá que hacer las cosas a mi manera o perderlo todo- respondió Dai con una astuta sonrisa en su semblante.
En el palacio, Bills quedó convertido en un demonio. Estaba realmente furioso de que le hubieran quitado su trofeo delante de su nariz. Bier, que permanecía en la misma habitación que él, estaba acurrucado en un rincón. Se le veía triste como nunca antes lo había estado. Hacia un gran esfuerzo por no echarse a llorar, pero al fin no pudo aguantar más.
-¡Deja de chillar!- le gritó Bills al girarse hacia él con un gesto violento- ¡No es como que hubieras perdido a tu madre. Jamás la tuviste y ella..!
-¡Te odio!- respondió el niño en una exclamación que fue como la erupción de un volcán que silencio todo a su alrededor.
Bills se quedó mudo y quieto. El niño lo miraba a los ojos con un rencor tremendo, pero no pudo aguantar demasiado bajo la vista de su padre echándose a correr hacia la puerta para huir a su habitación. Bills lo tomó por el brazo intentando detenerlo, mas todo lo que logró fue recibir una mordida que le hizo sangrar la mano. Molesto arrojó, sin cuidado, al niño sobre el sofá para acercarse a él con la intensión de darle un buen puñetazo, pero no lo hizo. Basto que echara el puño hacia atrás para que Bier cruzará los brazos delante de su rostro. Bills podía poner a su hijo a pelear con chicos dos veces su tamaño, enviarlo a dormir a un calabozo, privarlo de comida y hacerlo pasar por grandes penurias, pero jamás le levantó la mano. Bier nunca recibió un golpe de su padre y tampoco lo hizo esa noche.
-Esa mujer volverá- le dijo al bajar la mano- Será tu regalo de navidad- agregó y dejó la habitación un poco más relajado.
El niño se quedó ahí sentado sin entender que había sucedido. Secando sus lágrimas recordó las palabras de su madre y apretando un cabello de la mujer entre sus manos sintió que la volvería a ver muy pronto.

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Tirano.
FanfictionEn todas partes Navidad es motivo de alegría y amor, pero en esta tierra esa noche es sinónimo de angustia y dolor gracias a su gobernante.