❝Hace años, en otras épocas las cosas eran distintas. El padre de Jeongin deseaba como primer descendiente una niña, pero ha venido al mundo él.
── Si nace varón, te juro que lo mato con mis propias manos.
Aquí se relata la historia de su vida, en...
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28 de agosto del año 1712.
En silencio, las manos de largos dedos que poseía Hyunjin vagaban cuidadosamente por sobre la tela del vestido de la niña Innie, cada falange recorría lentamente la superficie de su corpiño y de vez en cuando sus uñas no muy largas y siempre limpias se atoraban en uno que otro doblez de la tela o en la hilera de botones de la parte de atrás del corsé. Minutos antes la pálida le había pedido que la desnudara, que la hiciera mujer proclamándose suya de manera automática, la forma tan caliente en la que soltó las palabras por un momento lo llevó a divagar, tocándola.
Si bien era cierto que estaba loco por arrancar las telas que le obstruían la vista de su acanelada piel siendo que ya tenía el permiso para desnudarla, algo en su subconsciente le decía al joven varón que no estaría haciendo lo correcto si cumplía inmediatamente con la petición de ella. La miró entonces con cierta profundidad, y destacando en un comentario vagabundo que todavía no le había dicho aquello importante que tan nerviosa la tenía desde hace tiempo, acarició ligeramente la línea de su quijada deslizando los dedos hacia abajo por su cuello, hasta chocar con el collar.
— Que quede claro que estoy loco de ganas por postrarte en esa cama y hacerte experimentar lo que se siente saber que eres mía. — Le informa seriamente con la voz agravada. — Pero, amada mía, en este momento me importa mucho más tu bienestar y necesito con ansias saber qué es lo que perturba tu ser, ¿qué ocultas que tanto te duele?, dímelo.
Detrás del silencio que expresa la niña Innie se escucha de una manera excesivamente lejana como el campaneo de la iglesia indica alguna hora remota de la tarde, ninguno de los dos llega a averiguar cuál de tantas es la que marca, pero tampoco es que les importe mucho después de que juntos comparten un jadeo al tener los cuerpos demasiado juntos. Las manos fuertes de Hyunjin apretando la cintura pequeña de Jeongin y la presión imponente que hace a modo de atracción entre ellos hace que sus pechos se toquen y la respiración caliente del varón caiga sobre la piel del cuello contrario, causando estremecimientos y ese delicioso cosquilleo.
Es como si la pálida pudiese ceñirse en su cuerpo, como si los dos supieran encajar sus cuerpos a la perfección; a los dos les gusta particularmente la manera en la que las caderas de ella chocan con el abdomen del muchacho tras cada respiración, es justamente la sensación placentera de tener el cuerpo virgen de la niña Innie estremeciéndose entre sus brazos mientras teniendo escalofríos le pide que la posea a su gusto.
Más allá del excitante escalofrío que les recorre la espina, a Hyunjin de todas las maneras posibles le parece relevante y preocupante la forma en que repentinamente la pálida baja la cabeza ocultando la mirada, sujetándolo de los brazos para sostenerse y finalmente hundiendo la cara en su cuello para que no le pueda ver el rostro. Incluso así, no puede resistirse cuando una segunda vez, con la voz como un ronroneo oscuro y hablándole al oído, Jeongin le pide desnudarla.
El deseo le corre por la sangre como si fuese adrenalina, siente como si en cualquier momento fuese a transformarse en una bestia y eso lo demuestra cuando queriendo deshacerse del vestido de la pálida termina por romperlo. La fiereza que usa cuando quiere desnudar su piel lo lleva a recorrer la parte de atrás del corpiño con los dedos, delineando la hilera de tantos botones que sin siquiera permitirle intentar comenzar a desabrocharlos le hace perder la paciencia; sus falanges se hunden en los costados del ajustado corsé y al tirar para los lados escucha varios botones caer apenas él nota como la prenda se abre desde la espalda.
