Ya ha pasado bastante desde que estamos aquí en el castillo trabajando, la verdad es que es muy cansado siendo tan pocas como somos. Por suerte, parece que desde hace unos días envían a guardas para ayudarnos a transportar cosas o ayudarnos a replantar. Para mi mala suerte, Katsuki ha estado más ocupado que nunca por lo que no lo he visto mucho últimamente y si lo he hecho a sido a lo lejos mientras caminaba de esa forma tan veloz y dando ordenes con la voz tan destructiva que tiene. Aun con la ayuda de los guardas acabo agotada todas las noches, hasta mi Ghealaer se queja de mi baja forma. Eso puede ser que pase algunas veces pero es que a veces solo me apetece estar a su lado solo leyendo o simplemente descansando.
Estoy en el campo de lavanda, cuando Chiyo me llama para que vaya con ella.
– Ves a la tienda, y que venga Momo aquí. Cuando acabes de hacer las recetas y repartir las ya te puedes ir a casa.– me dice en tono maternal.– Y ves con cuidado, porfavor.
– Esta bien! Hasta mañana entonces.– le digo con una sonrisa mientras cojo mi bolsa con 4 plantas más que hacían falta en la tienda.
Salgo por los pasillos emocionada y medio corriendo hasta la siguiente esquina donde choco de cara con alguien.
– Oh lo si...– le digo a la persona con la que me he chocado.
– VES CON MÁS CUIDADO DESGRA...– me grita la inconfundible voz del príncipe. Yo le miro mal inflando mis mejillas y frunciendo ceñuda mis cejas.
– Perdonad me no quería pisar vuestro ego, majestad.– le contesto con burla.
– Con lo pequeña que eres no creo que le llegues ni a la suela del zapato, cara redonda.– me contrarresta él con una sonrisa burlona y orgullosa. Le vuelvo a poner mala cara. Esta vez lo dejaré estar.
– No tengo tiempo de discutir cuan grande puede llegar a ser vuestro ego, así que adiós.- le digo molesta le doy una última mirada y me voy de camino a la salida.
– Ya huyes cara redonda? O es que te estás escaqueando del trabajo?– me dice Katsuki. Aquí en mi mente es más fácil nombrar lo por su nombre sin caer me desmayada. Intento huir pero escapar me de este hombre siempre es una tarea casi imposible, siempre está alerta y a la mínima que me alejo.... Me retiene. Alarga su mano y su mirada desafiantedesafiante hacia mi, quiere guerra. Pues la tendrá.
– No estoy huyendo!– le remarco con enfado sacando sus manos de encima mío, así nadie se concentra en lo que debe. – Es mi turno en la tienda, debo ir a preparar medicinas.– le contesto mientras me giro para mirar le.– Algunos debemos seguir trabajando. No como otros que no hacen más que pasear se y dar gritos por todos lados.– le reprocho con mirada filosa. Le he estado observando toda la mañana, y no ha hecho más que pasear se por los jardines, y los pasillos en dirección a los campos de entrenamiento.
– Vaya con la cara redonda!– me dice dando unos pasos en mi dirección para quedar se justo delante de mi.– Me estabas espiando?– doy un pequeño respingo al darme cuenta de mi confesión, me pongo colorada y más con esa sonrisa pícara y esa intensa mirada roja, no se como todavía no me he desecho al ver esa sonrisa.
–Claro que no Idiotaa!– le digo completamente roja dando le un pequeño empujón para dar me la vuelta rápida y seguir mi camino.
– Entonces tengo razón.– dice él todavía divertido mientras me sigue con sus largos pasos.
– No es verdad!!– le miento sin mirar le aún mientras camino en dirección a la entrada. – No tienes trabajo que tienes que ir persiguiendo me?– le reprocho en respuesta, estoy molesta con mi pedazo de bocota.
– Quién es la ególatra ahora?– me pregunta él de forma irónica.
– Eres insufrible!– le digo todavía molesta apretando más el paso aunque no sirva de nada porque siempre me alcanza.
– Oi! Ya parate, cara redonda!– me dice deteniendo me con una orden y con su mano. Le miro con gesto molesto. – Anda vamos estúpida!– me dice estirando me de la mano para poner la en su brazo y estirar me para el otro lado del castillo. Mi cuerpo tiene un cortocircuito.
– Uaa! Se puede saber a donde me llevas? No tengo tiempo para juegos Katsuki!– le grito muerta de los nervios y muy colorada y más cuando le he llamado por su nombre sin poder evitar lo. Bajo la cabeza en un intento por no ser descubierta. A los diez seguros segundos lo miro de reojo mientras él no hace más que sonreír como un tonto y seguir caminando. Le digo eso pero en verdad no quiero que me deje ir, así que solo acomodo mi paso al suyo y me dejo llevar por él. Él me mira con esa misma sonrisa orgullosa que tanto me gusta.
– Pues a donde va ser estúpida cara de ángel, a la ciudad. Has tenido la puta suerte que tengo que bajar así que vamos.– me dice todavía conservando su sonrisa.
– No se si lo sabes pero la salida está por el otro lado.– le digo para molestar lo mientras señalo atrás con el dedo.
– YA LO SE ESTÚPIDA!– me grita perdiendo la paciencia.– Pero no vamos a ir caminando.
– Y como se supone que me vas a llevar? En brazos??– le reto en modo irónico, aunque ahora que me lo estoy imaginando, no suena nada mal la idea. Porfavor, porfavor, espero que lo haga. Él me mira desafiante, y por un momento creo que se lo plantea de verdad.
– No me tientes maldita. Aunque así llegaríamos antes que con tus cortos pasos hoy tengo algo de prisa.– me contesta conservando esa sonrisa traviesa y si mi memoria no me falla él no se ha negado en hacer lo alguna vez.
– Entonces como vamos a ir?– la pregunta se queda en el aire porque la única respuesta que recibo es una sonrisa sádica de oreja a oreja, una sonrisa que no me da buena espina.
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La ladrona de libros
FanfictionElla entraba como la medianoche al castillo solo para robar libros. Él solo quería librar se del fantasma que deambulaba por el castillo. Pero, para que sirven los encuentros si no es para encontrar algo o... a alguien?