Capítulo 11. Noche de secretos

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Contemplo sentada en borde de la muralla las vistas del pueblo que duerme bajo mis pies tranquilo con vida, alegre,... Miro más allá al mar, al bosque, a los campos. El pueblo está mucho mejor, empieza a desvanecer se esa sensación desagradable de la guerra y ahora solo me siento más relajada y sin tanto peso, o al menos no tan aplastada por todas las injusticias. Siento que pronto dejare de ser útil al pueblo que mis días de ladrona pronto dejaran de existir, ya que ahora Katsuki esta demostrando ser lo que realmente es. Un buen gobernante. Y que pronto celebraré mi noche mil una. Momento en el cuál prometí dejar de ser una ladrona, pero... Como se lo diré a él? Yo quiero dejar de ser lo? Esas y más preguntas me acechan cada vez más, no podré ignorar las eternamente, en algun momento tendré que plantar le cara y... No se bien quien saldrá más mal parado. Hago un largo suspiro y vuelvo a concentrar me en las visitas. De momento quiero seguir viviendo el presente.
– Hoy no robas nada?– me pregunta su tan familiar voz grave en mi espalda, ahora sus pasos fuertes ya no me ponen en alerta sino que son como un anuncio de su llegada.
– Solo las vistas.– le digo yo tranquila y relajada. Des de hace tiempo que ya no siento esa presión cuando estoy cerca de él. O al menos ya no es el mismo tipo de presión. Hemos pasado por muchas cosas, pero la más significativa a sido pasar de enemigos a amigos.
– Mira que llegas a ser estúpida cuando te lo propones.– él rueda los ojos y viene a sentar se a mi lado, nuestros hombros casi se rozan y eso no parece molestar nos a ninguno de los dos, por lo que ya no decimos nada más solo nos quedamos mirando las vistas. A veces esto es más que suficiente, estar así los dos juntos en silencio, cómodos y una tranquilidad absoluta sin preocupaciones. Al menos en la superfície porque ultimamente estar así con él me altera el color de las mejillas.
– Aunque des de aquí se ve bien hay un sitio donde se ve todavía mejor.– le digo en tono nervioso y casi atropellado mientras me muevo y lo miro de lado.
– Y donde cojones es ese sitio?– me dice en tono molesto también girando se de lado para ver me.
– Es mi pequeño escondite secreto. Lo descubri hace tiempo pero es espectacular, ven te llevare.– le digo levantando me de golpe y bajando del alfeizar del muro
– Te das cuenta que si me enseñas un puto lugar secreto deja de ser secreto?– me pregunta él con ironia y ese tono de burla tan propio de él mientras imita mis movimientos para bajar del muro.
– Bueno, no del todo listillo, dejará de ser mi secreto para convertir se en nuestro secreto.– le reprocho yo como toda una saberlo todo repelente. Él parece sorprendido y solo hace que chasquear me la lengua.
– Y quien cojones te dice que yo quiera guardar tu secreto.– replica él en su pose de chico malo mientras se cruza de brazos. Me acerco divertida a él y imito al príncipe, ahora paso tanto tiempo con él que puedo imitar a la perfección las amenazas que hace a sus soldados, a Kirishima, a... Basicamente todo aquel que lo pone de los nervios. Así que pongo mi mano como queriendo sacar chispas, imito su voz grave y seria y pongo los ojos rasgados. Será divertido ver su reacción ya que mi Ghealaer trabaja con él y porque los dos tienen el mismo mal vocabulario.
– Si lo cuentas te mato me oyes maldito bastardo!!– le digo poniendo voz grave mientras lo miro con el ceño fruncido. Él da un pequeño respingo y luego me mira con los mismos ojos que yo estoy poniendo.
– A QUIEN COJONES ESTAS IMITANDO MALDITA MEIRLACH??– salta mi amigo de muy mal humor, pero de ese que esconde, vergüenza?
– Jajajaja! A nadie, a nadie.– le miento mientras me parto de la risa.– Pero me guardarás el secreto, no?– le pregunto ahora con mi voz y poniendo un dedo en lo que serían mis labios si no llevara el pañuelo que me cubre.
– Esta bien, joder.– dice él apartando su cara y cruzando sus brazos.
– Entonces vamos.– le digo mientras me acerco a él le descruzo los brazos para llevar me uno para tomar su mano y así hacer que me siga, no se en que momento me he vuelto tan valiente o estúpida, no lo tengo claro, pero de todas formas él no protesta, me sigue sin ningún tipo de rechazo por su parte. Vamos del jardín hasta la parte más alta del castillo llegamos bien pero cuando salimos al exterior me doy cuenta de un pequeño detalle. Yo siempre subo a la gran torre con mi poder. Y él no sabe nada de mi poder.
– Es aquí?– me pregunta en tono irónico, ya que desde aquí media vistas quedan tapadas por la torre.
– No! Claro que no.– le respondo rápidamente para aclarar el asunto de mi escondite.
– Entonces donde cojones me llevas?– me pregunta cabreado por la falta de control de la situación.
– Pues.... – llegados a este punto no tengo de otra que ser sincera, asi que le señalo la torreta.
– No me jodas! No pretenderás que suba allá arriba escalando verdad, maldita?– dice señalando el torreón con violencia.
– Eh.... Sí?– le digo a ver si cuela.
– ME QUIERES MATAR O QUE PEDAZO DE BURRA!!– me grita furioso y con razón, es una locura intentar escalar por esta torre sin acabar con la cabeza abierta por la mitad.
– Joo!! Lo siento!! Solo que todavía no he conseguido averiguar donde narices esta la entrada para llegar allí arriba.– le digo indignada recordando mis innumerables excursiones por palacio. 
– HAS SUBIDO ALLÍ ARRIBA!! COMO COJONES LO HAS HECHO.– me grita escandalizado como si hubiera cometido un crimen.
– Bueno.... Sobre eso...– le digo insegura y algo asustada, no entiendo porque se tiene que poner así, que tiene de malo.
– YA PUEDES HABLAR O YO SI QUE TE MATO.– me amenaza él con voz dura y acercando se a mi para mirar me seriamente a los ojos. Yo retrocedo con mis manos en la espalda hasta que toco con el muro y apoyo mi baja espalda en el para no caer al vacío. Él se acerca hasta que me tiene acorralada poniendo sus manos a cada uno de mis costados. No tengo escapatoria cuando se pone así de furioso.
– Uaahhh esta bien, esta bien, ya calmate jolines...– le digo colorada por su acercamiento, nunca habíamos estado tan pegados el uno al otro, sin que estuviera una espada presente. Lo que me provoca una sensación de cosquilleo. Me concentro rápidamente antes que esta sensación de cosquilleo me llegue a otras partes más difíciles de ignorar. Ahora no tengo más remedio, ya no hay forma de salir de aquí sin que se entere de mi secreto. Suspiro resignada, solo espero que no huya de mi. Por el momento solo retrocede unos pasos.
– Confías en mi?– le pregunto mientras le miro a los ojos. Él se me queda mirando serio y finalmente me responde un simple.
– Sí.– afirma. Y no necesito más que sus ojos para saber que no miente.
– Dame la mano.– le digo y él lo hace. El cosquilleo aparece pero lo ignoro para concentrar me, necesito mucha concentración. Nunca había hecho esto con nadie. Me subo al alfeizar del muro y él me sigue. Me giro en su dirección y le toco el pecho. Al momento siento su peso y lo modifico, el abre los ojos y después nota que ya no toca con los pies en el suelo.
– PEROO QUE COJONEES!– grita entre asombrado y acojonado cogiendo me más fuerte de la mano. Yo también me quito la gravedad y los dos quedamos flotando.
– A la de tres, haz como si saltaras.– le ordeno mientras veo como poco a poco se ha ido acostumbrado a la sensación de flotar. Luego le miro a los ojos, y ellos me miran a mi. – En ningún momento me dejes ir de la mano.–su única respuesta es apretar mi mano con fuerza entre la suya. Es un apretón corto, pero solo eso me basta, un simple apretón de manos para saber que no piensa soltar me, me dice que él está ahí. No necesito más que eso.
– Uno, dos, TRES!– nos dejo caer y los dos nos impulsamos en un salto que nos lleva al cielo, nos lleva alto, muy alto. Cuando llegamos al balcón de la torre, vuelvo a quitarnos peso, y tiro del cable del invento de Mel y nos arrastro hacia el balcón. Una vez estamos seguros nos devuelvo nuestra gravedad. Y al instante en el que mis pies tocan el suelo, suelto mi mano y me acerco a la barandilla huyendo de él y de su mirada perforadora, una mirada curiosa a punto de explotar por la cantidad de preguntas que tiene en su cabeza. Y aunque se que es una estupidez huir porque no puedo alejarme de él y porque ninguno de los dos puede bajar de este lugar sin mi poder. Bueno yo podria hacer lo, pero él no podría bajar a menos que yo le ayude,  no es plan de dejarlo aquí para siempre. Intento tranquilizar me mirando las vistas pero aún así tengo miedo de que esto rompa todo lo que tenemos entre nosotros.
– No te lo dije este lugar es infinitamente mejor, para robar las vistas.–le digo lo primero que se me pasa por la cabeza que no tenga que ver con lo que acaba de pasar, más que nada es la única que se me ocurre para evitar preguntar le si me odia, o.... Mejor dejo de pensar. O lo intento porque no se como cojones desconectar el botón de mis pensamientos. Y mucho menos a mi atolondrado corazón.
Estoy muerta de miedo. Tengo miedo de que él empiece a odiar me o me diga algo sobre mi poder. Solo mis padres biológicos y Mel saben de él. Y ahora... Después de contar le o más bien mostrar le esto de mi no se que es lo que dirá o pensará de mi. Estoy temblando y no es solo porque empiece a hacer más frío.
– Sí, sí que lo son.– dice él mientras se acerca y se pone a mi lado en la misma posición que yo, mirando a este horizonte que es aún más infinito. Y no me dice nada más, yo lo miro de reojo, pero él solo hace que mirar a este infinito con una mirada nostálgica.
– Pero ya las había visto des de aquí un millón de veces.
– Como?– le pregunto yo curiosa y asombrada como he dicho es difícil llegar aquí. Tiene que haber una puerta hasta este Torreón pero está muy bien escondido. No hay escaleras tan largas como para llegar aquí. Así que no se como cojones lo ha hecho para venir aquí un millón de veces.
– Si lo quieres saber primero cuenta me el tuyo.– me dice retando me con esa mirada roja. Y podría hasta jurar que debe tener una sonrisa orgullosa y burlona bajo esa mascara. No se si me está tomando el pelo para saber mi secreto o si de verdad ha venido aquí tanto como dice. Y eso me carcome por dentro, la curiosidad siempre ha sido mi mayor debilidad, es la única que me hace cometer grandes locuras. Y grandes aventuras a veces. Él lo sabe perfectamente que soy muy curiosa y que no puedo dejar algo sin resolver. Por eso lo desafío con la mirada por hacer me siempre caer en su juego de retos. Al final acabaré enganchada a este juego de retos con él y quien sabe lo que podría pasar, que tipo de locuras podría cometer solo por ser retada por esos ojos rojos.
– Eres un fastidio, lo sabías.– le digo con fastidio por perder ante mi curiosidad. – Esta bien tu ganas.
– Como siempre. – me responde en tono orgulloso y altivo como es, tiene los ojos brillantes, parece que escuchar la palabra ganar, hace que se la ponga dura. Y lo peor es que tiene razón porque por mucho que practique no consigo ganar le más veces de las que querría y eso que en muchas tengo que recurir al juego sucio, pero aún así se ha acostumbrado a mis movimientos y a mis puñaladas traperas. Y eso es un jodido fastidio.
– Quieres callarte o no te lo cuento!!– le amenazo seriamente, pero a él solo hace que burlar se de mi y puede que hasta haya escuchado una pequeña risa, por lo que le golpeo molesta el brazo. Este hombre es insufrible.
– Ah joder!! Que sí!!– y ahora si que parece poner se serio mientras me mira molesto por mi golpe.
–Mucho mejor.– le digo más contenta pero luego vuelvo a poner me seria.
– Nací con un poder al igual que el príncipe Katsuki o como tantos otros. El mio consiste en controlar la gravedad. Puedo quitar la gravedad de objetos para hacer los ligeros y luego liberar mi poder para volver a poner la.
– AAAGHH!! Es por eso que puedes moverte más ligera y hacer esos jodidos saltos!!! ERES UNA MALDITA TRAMPOSA!!– me acusa él muy molesta recordando nuestros entrenos con la espada.
– No son trampas!! Se le llama estrategia!! O a caso tu no harías servir tu poder si lo tuvieras?– le acuso. El chasquea la lengua molesto lo que significa que he acertado.
– Pero a diferencia del príncipe, que no hace más que alardear de su poder, yo... He tenido que esconder lo. Solo lo sabe un miembro de mi familia y... Tu.– le digo mirando le de reojo. Parece que frunce su ceño bastante molesto no se como no le duele estar siempre en esa posición.
– Y porque cojones tienes que ocultar tu poder?– me pregunta pero yo no reacciono, solo me quedo callada ante su siguiente pregunta. Eso es otro secreto. Otra parte de mi que pocos saben, una parte de mi historia o la de mi otra yo.
– Oii contesta mee joder!!– me ordena ahora más cabreado odia que no le hagan caso. Pero para mi es muy difícil hablar de esto.
– Es que eso es otro secreto, con este ya sería el tercero que te cuento.– le digo molesta porque en verdad quiero ser sincera con él pero a la vez me da miedo que con eso descubra quien soy en realidad y decepcionar lo. Bajo mi mirada.
– Has dicho que confiabas en mi no? Pues demuestra me lo joder.– me dice el cogiendo me de la barbilla para hacer me levantar la mirada y ver lo a los ojos. Cuando nos hemos vuelto tan cercanos? Y no solo en el tema del contacto físico, estamos pasando al siguiente nivel de acercamiento emocional, y eso puede llegar a ser peligroso. Pero parece que no nos importa demasiado, porque acabo por ceder.
– Se lo prometí a mi padre que lo ocultaría. Cuando era pequeña vivía en un pueblo pequeño con mis padres. Allí todos me conocían y sabían de mi poder. Una tarde que jugaba en el patio me secuestraron unos hombres. Yo grite y grite, por suerte me escucharon y avisaron a mi padre que pudo rescatar me. Des de el secuestro que le prometí a mi padre no volver a hacer servir mi poder en público. Además el médico que era muy amigo de mi padre falsificó mi estado para que pusiera que era una niña común. Después de eso tuvimos que ir nos mudando cada pocos años por si acaso alguien llegaba a reconocer me.
– Eso si que es jodido...– dice con voz triste y frustrada, podría decir se que hasta empática.
– Pero no... – pero me detengo porque una lluvia repentina empieza a caer y parece que cada vez va a más. – Venga yaa!! Vámonos de aquí.–grito cubriendo me mientras extiendo mi mano hacia él. Él me la toma rápido para mi sorpresa pero antes de que pueda activar mi don me dice.
– Confías en mi?– pregunta él de forma seria.
– Sí!– le grito fuerte y decidida por encima del sonido de la abundante lluvia. No me lo tengo que pensar dos veces, confío en él mucho más de lo que él cree y de lo que yo misma estoy dispuesta a aceptar. Él me tira hacia la claraboya, que obviamente está cerrada, pero antes que pueda avisar le. Saca una llave de su cuello y la introduce en una cerradura que yo no había detectado y abre la ventana para hacer me pasar y luego lo hace él.
Estamos en una habitación ya no puedo distinguir mucho más porque todo está muy oscuro.
– No te muevas.– me ordena des de mi espalda, lo que me hace dar un respingo, no se bien si por su aliento cálido en mi oreja o por el susto, pero mi corazón me indica que está más acelerado de lo normal. Estoy algo acojonada, estoy en una habitación a oscuras y con un hombre. Muchas imagines de lo que puede llegar a pasar me atormentan dentro de mi cabeza. A veces odio poseer tanta imaginación. Tranquila, respira, todo está bien, confío en él. Oigo sus pasos y luego un pequeño chispazo. Que poco a poco enciende toda la habitación con un fuego cálido y acogedor. La luz del fuego ilumina la habitación, es pequeña con una cama individual, un pequeño escritorio con una silla y un armario empotrado.
– Qué es este sitio?– le pregunto todavía en el mismo lugar. Él se levanta y se da la vuelta para mirar me y decir me algo pero al momento se vuelve a girar en dirección a la puerta.
– Ponte junto al fuego.– me ordena mientras se gira en dirección al armario sin siquiera mirar me.
Me acerco al fuego para calentar me de esta lluvia que me ha dejado empapada, por suerte al ser negra no transparenta pero... Se marca cada curva de mi cuerpo, se me ha pegado toda la ropa al cuerpo.
Al rato su sombra aparece a mi lado, yo me sobresalto del susto.
– Solo soy yo idiota.– me gruñe aún sin mirar me.
– Ya lo sabía.– le miento en tono molesto. Él se acerca y justo viene junto al fuego para atar una cuerda a lo alto de la habitación?
– Qué haces?– le pregunto curiosa sin entender nada de lo que está haciendo, pero él no me responde, y se va ahora al otro lado de la habitación. Al acabar de atar la cuerda pone lo que parece una sábana enorme de cortina.
– Para que es esto?– le vuelvo a preguntar pero sigue sin mirar me ni responderme. Me está ignorando a propósito pero no se porque lo hace.
Cuando ha acabado empieza a correr "la cortina" por todo el largo de la pequeña habitación y antes de llegar a mi lo deja abierto, se gira y va a un armario empotrado saca algo de dentro, viene y me lo entrega mientras intenta mirar me a la cara y no a mi cuerpo. Creo que ahora entiendo porque no me miraba ni me contestaba y eso hace sonrojar me. Ese detalle tierno de él hace que mi corazón de un salto.
– Cambia te!– me ordena al tiempo que me pone la ropa en las manos y cierra la cortina.
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La ladrona de librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora