♯003 - тѕυgυкσ

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—¡Atenta, Kotoha!—exclamó Inosuke desde la otra punta del patio. Estaba corriendo un poco antes de comenzar con lo que tenía que hacer, lo que era que esa mañana me tocaba entrenar, claro, pero me sentía super cansada, y como si fuera poco, no podía concentrarme en hacer lo que debía. Fui donde estaba Inosuke con cara de fantasma, y caí sobre él—¡Ey! ¿Te sientes bien?—exclamó Inosuke, tratando de levantar mi peso de su cuerpo—Recuerda que el examen de admisión es en los próximos días. No quiero que mueras en el intento—gruñó.

—Perdón—dije entre dientes.

—¿Hay algo que deba saber? ¿Tienes algo en mente, rosita?—preguntó, colocando sus manos en su cadera y levantando un poco su máscara, mostrando su rostro disgustado.

Abrí la boca una y otra vez, pero no pude entonar mis sentimientos en palabras. Me rendí, y entre quejidos, agaché la cabeza y la apoyé en el abdomen de Inosuke. Este me quiso consolar dándome palmaditas en la cabeza. Al cabo de unos cinco minutos, me indicó que volviese a entrenar y es exactamente lo que hice. Me vigoricé para no distraerme, pero simplemente había un pensamiento en mi cabeza que no quería irse. Entrené como lo hacía usualmente; Inosuke me daba ejercicios de respiración, ejercicios con una katana vieja, habilidades físicas, sus preferidas, y hacíamos carreras en la montaña. Aunque pareciese divertido al oído, Inosuke era estricto y si no hacía las cosas a su modo, no las estaba haciendo bien. Finalmente el día acabó, e Inosuke volvió a la finca mariposa. Entré exhausta a mi casa, con los músculos tensos y un tanto adoloridos. Me salteé la cena y fui directo a la cama, y no me esperaba que el insomnio me atacase y me sintiese mucho peor. Pasé unas cinco o seis horas en mi futón, incapaz de conciliar el sueño. Con rabia, decidí salir un rato a tomar aire al patio, con un vasito de agua. Salir en plena madrugada, qué idea la mía.

—Estoy cansada—pensé con tristeza, mientras un extraño ruido de hojas crujiendo pasaba por mis oídos.

No me sorprendió oírlo, aunque mantuve mi escopeta cerca de mi por si acaso. Esperaría a ver rl animal o cosa completo antes de dispararle, porque no me podía costear otra deuda como la que mantenía con Inosuke. El sonido era cada vez más frecuente, hasta que una figura grande y grotesca se apareció al frente de mí. Babeaba y me miraba con asco y hambre. Me levanté rápidamente, tomé mi escopeta, y sin dudarlo le disparé; porque esa cosa no era humana. Era un demonio.

Han pasado unos seis años desde mi último encuentro con uno de estos asquerosos insectos. Cargué más balas en mi escopeta y le disparé con muchísima rabia. Había logrado derribarlo, pero sabía que eso no lo mataría. Al menos podría luchar con él hasta que amaneciese. Corrí dentro de la casa a tomar la vieja katana que me había prestado Inosuke, mientras el demonio se incorporaba. Este me gruñía mientras me gritaba obscenidades. Quise hacer un par de cortes, y mientras este se concentraba en regenerarse, me impulsé en una pared y salté sobre él. Se deshizo de mí ajustando sus garras a mi espalda y arrojándome al suelo. Estaba amaneciendo, así que sólo debía resistir. No podía cortar su cabeza; estaba de más decirlo, porque no tenía una respiración concreta. Este me atacaba, así que lo corrí un poco hasta que llegó el amanecer. Salía el sol de a poco, y distraje al demonio dejándolo atraparme sabiendo que pronto este se desintegraría. Cuando el perturbador demonio se comenzo a quemar con cierta lentitud, admiré lo que estaba sucediendo al frente mío. Di unos pasos hacia atrás y solté mi katana, estando algunos minutos pensando, y luego de un par de horas, caí desvanecida al suelo.

 Di unos pasos hacia atrás y solté mi katana, estando algunos minutos pensando, y luego de un par de horas, caí desvanecida al suelo

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Llegué a la casa de Kotoha animado. Esa mañana tenía una misión lejos con Gonpachiro y Monitsu, y quería visitarla temprano. Mis ánimos desaparecieron cuando vi a la chica rosita, tirada en el suelo, cubierta de sangre y mugre. Corrí hacia ella y la sacudí. No contestaba. Sin dudarlo, la cargué en mi espalda y la llevé a la finca mariposa corriendo.

—Carajo... ¡Carajo!—gritaba con pánico mientras la sangre de Kotoha se escurría por toda mi espalda.

Al llegar a la finca mariposa la metí dentro, buscando ayuda de Shinobu, o de las niñas de allí. La recostaron en la enfermería y pronto Shinobu me dijo que había sido atacada con algunas heridas menores, pero unas que se encontraban en su espalda eran algo graves, debido a su contextura física delgada. Sólo necesitaba descanso. Shinobu me agradeció por traerla.

—¿Acaso la conoces?—preguntó Shinobu, dirigiendo su mirada vacía a mí. Yo negué con la cabeza.

—Creo que sólo la he visto una vez—dije tonteado, y evité su mirada juzgadora mirando a la ventana abierta de par en par a un costado de la camilla.

Salí de la enfermería con descuido. De pronto me sentí ansioso e inquieto. Me fui a mi misión, la cual tardaría uno o quizá dos días por el largo trayecto que conllevaba.

Emprendí camino tan pronto como me aseguré que Kotoha estaba en buenas manos.

Desperté de la nada, en un lugar desconocido pero familiar; la acogedora Finca Mariposa

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Desperté de la nada, en un lugar desconocido pero familiar; la acogedora Finca Mariposa. Miré de un lado a otro, preguntándome quién me había traído. Tenía pista de quién podría haber sido, pero no podía preguntar porque cumpliría su pesadilla de que alguien se enterase que nos conocíamos. Estaba muy bien descansada, creo que había dormido por unas doce horas seguidas. Toqué mi espalda vendada, miré los rasguños en mis brazos y noté que estaba conectada a un suero.

Una niña pequeña, de cabello corto y oscuro, vestimenta blanca y adornos rosados de mariposa en su cabeza entró a la habitación y se acercó hacia donde yo estaba.

—¡Buen día! ¿Qué tal te sientes?—preguntó la niña, mientras dejaba un vaso de agua en una mesita nocturna a mi lado.

—Mejor—contesté tímidamente.

—Un chico te trajo aquí anoche. Dijo que habías sido atacada, ¿de casualidad lo conoces?—preguntó la niña, dirigiendo su mirada inocente hacia mí.

—¿Cómo se veía?—le devolví la mirada.

—Es un chico que viene frecuentemente. Tiene ojos verdes, cabello azul y siempre está con el pecho descubierto y usa una máscara de jabalí—afirmó.

Suspiré de alivio y negué con la cabeza.

𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏𝙁𝘼𝙇𝙇 𝙏𝘼𝙇𝙆𝙎. ➪ Hashibira Inosuke X OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora