Capítulo once

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Maratón (1/3)

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Maratón (1/3)

Subí al siguiente piso, buscando una de las altas ventanas de alguna de las habitaciones de huéspedes, ocultándome detrás de las cortinas apenas me acerqué e intentando echar un vistazo al exterior sin ser descubierto. 

Tenía mis sospechas sobre lo que ocurría afuera. De hecho, la noche anterior había hablado de ello con los amigos de Heeseung, sacándoles la información sin que se enteraran de nada. Muy especialmente a ese Park Jay, el chico hablaba más de lo que debería ser socialmente permitido.

Guardias armados. Eso era justo lo que había. Justo lo que papá (como si hubiese descubierto lo que ocurría) había hecho. Jay y Beomgyu los habían visto, creyendo que eran cazadores. Acontecían lobos por la zona, les dije entonces; y le había dicho lo mismo a Heeseung un rato atrás, si bien este no pareció entender; así pues, deduje que sus amigos no le habían contado nada de aquello. Por el momento. Aunque no era como si me afectase. O eso quería pensar, porque pese a mi resistencia, debía admitir que Lee Heeseung me agradaba, era un buen chico.

Una verdadera lástima como se estaban desarrollando las cosas. Estaba seguro de que de ser las circunstancias diferentes habría sido un gran esposo para Yeji.

Miré hacia afuera tratando de encontrar a los guardias, esta vez no me tomó ningún trabajo.

Yo fruncí los labios, molesto. Los invitados a la boda estaban llegando ya y prontamente sería fácil que pasaran inadvertidos. De hecho, muchos de ellos ya se habían infiltrado así, siendo muy pocos los que permanecían ocultos en los alrededores. ¿Cuántos contrató papá? ¿Y con qué dinero les pagó? Nuestras cuentas estaban congeladas, no teníamos absolutamente nada a nuestro nombre. Ni siquiera las ropas que usábamos nos pertenecían, y aun así papá había contratado a todo un destacamento de guardias para vigilarnos a Sunghoon y a mí.

Porque sí, esa era su misión.

Apreté los puños con fuerza al pensar en ello, mirando a los amigos de Heeseung corretear por el jardín como si fuesen niños pequeños.

Jihoon y yo habíamos hablado de ello casi desde el momento en que papá anunció el compromiso. Nos mostramos de acuerdo, por supuesto, ya que era lo que se esperaba del hijo mayor y Jihoon era alguien de mucha confianza para papá; pero yo jamás aprobé la idea de vender a Yeji de esa manera. Así que habíamos planeado cómo romper aquello (sin decirle nada a Hoon, el gemelo era demasiado unido a ella como para guardar un secreto), planes que se habían ido al caño cuando Yeji escapó.

Esa niña siempre era así, impulsiva e idiota. Era mi hermana y la quería, pero en comparación a su mellizo no podía sino admitir mi preferencia por Hoon, mucho más tranquilo y fácil de manejar.

Aun con todo, Jihoon y yo seguimos adelante, procurándonos esa misma noche un plan de emergencia. Plan que se había ido al mismo sitio que el anterior.

gemelos | heehoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora