El casado casa quiere ☘ ChanIn

❥ 20

Hun miró horrorizado la zona a la que se había mudado Chan "por esto había dejado su hogar" pensaba. Se detuvo frente en donde se supone que estaba viviendo su hijo y tocó el timbre, mirando por si no había alguna rata.

Jeongin sirvió chocolate caliente a Minho y un poco para él, los últimos días había estado demasiado cansado para poder hacer algo por sí mismo aparte de cocinar, Minho solía ir una vez a la semana por su ropa para lavarla en su casa y así Jeongin no hiciera esfuerzos, lavar a mano era difícil, además de cansado y Jeongin estaba en sus últimas semanas antes de que sus bebés nacieran, era como una bomba de tiempo antes de explotar.

El timbre sonó y se levantó de la mesa para abrir, frunció el entrecejo al ver a Hun afuera.

—¿Puedo pasar? —preguntó el hombre, Jeongin no quería dejarlo pasar, pero lo hizo.

Entonces la mirada de Hun se cruzó con la de Minho.

—Tú —le dijo a Jeongin tomando su brazo—. ¿Cómo te atreves a traer a tu amante a la casa de mi hijo?

Jeongin se soltó del agarre e iba a decir algo, pero Hun habló primero.

—¡Y yo que estaba dispuesto a perdonar la actitud de Chan para que volvieran a casa! Escucha bien, muchacho, te vas a hacer una prueba de ADN cuando esos niños nazcan y si son de Chan, te olvidarás de él y de los niños.

—¿Es que usted está loco? —preguntó Minho.

—Tú no te metas —le advirtió Hun fulminando al chico con la mirada.

—Váyase de mi casa —ordenó Jeongin—. Aguanté su actitud altanera porque estaba viviendo en su casa, pero esta es mía y no voy a permitir que me trate como a un puto.

—¿Y no lo eres?

Jeongin iba a golpearlo, pero el mayor detuvo su mano antes de siquiera tocarlo.

—No te hagas el digno, muchacho, traes aquí a quien fue tu ex novio y no hay nadie, si no quieres que piense mal, entonces pórtate bien.

Minho empujó al mayor haciendo que soltara a Jeongin.

—Le han dicho que se vaya, no soy el amante de Jeongin y usted no sólo está ofendiendo a Jeongin, también a mí y no lo permitiré.

Hun se quejó cuando Minho trató de sacarlo del lugar y lo empujó lejos.

—Él que tiene que irse eres tú, esta es la casa de mi hijo, tú no eres nadie.

—Él es mi amigo y él que se va eres tú —Chan dejó caer su mochila en una silla—. Gracias Minho por defender a Jeongin, yo me encargo de ahora en adelante.

Minho asintió tomando sus cosas y salió despidiéndose de ambos.

—Acabas de humillarme frente a ese chico, Chan —le dijo Hun, indignado.

—¿Por qué no te has ido? —le preguntó Chan—. Creo haberte dicho que te fueras.

—Chan, deja de jugar, he venido a hablar contigo. Estoy dispuesto a dejarte regresar a casa y sacarte de este lugar —miró con asco su alrededor—. No te preocupes por los bebés, después de una prueba de ADN...

—¿Después de que?

—De una prueba de ADN, Chan, para saber si son hijos tuyos o no.

—¡Basta, papá! ¡¿Qué es tan difícil de entender para ti?! No voy a dejar a Jeongin.

Hun frunció el entrecejo molesto, jaló a Jeongin del hombro.

—¿Qué le hiciste a mi hijo?

Jeongin trató de alejarse sin éxito, estaba cansado, enojado y frustrado, Hun no tenía remedio, nunca lo iba a aceptar.

—Lo has embrujado, engañado, drogado, algo hiciste para que él esté volviéndose loco.

—Me está lastimando, señor Bang.

—No lo entiendo —Hun dijo con voz dura jalándolo de nuevo.

Jeongin finalmente lo empujó, pero Hun le regresó. Sus ojos se extendieron rápidamente cuando Jeongin se golpeó contra la mesa y después estaba quejándose por el dolor.

—Yo no... —Hun se quedó sin habla.

Chan lo fulminó con la mirada.

—¡Largo! —le dijo—. ¡Es la última vez que te pido que te vayas!

Hun lo hizo, pero estaba preocupado por el chico, no quería lastimarlo, no quiso hacerlo, fueron sus instintos.

Chan ayudó a Jeongin a sentarse.

—¿Estás bien? —él negó.

—Me duele mucho, Chan.

—Quieres ir al hospital —Jeongin negó, no había dinero para eso, habían ahorrado para el parto no para una consulta estúpida sólo porque se había dado un pequeño golpe—. ¿Estás seguro?

Asintió acariciando el rostro de Chan y sonriendo.

Ambos se fueron a la cama. Pero ninguno pudo dormir, Jeongin por el dolor y Chan porque estaba molesto.

—¿A dónde vas? —le preguntó Jeongin cuando abandonó la cama.

—Al baño, tu descansa.

—Chan —le susurró Jeongin—. Tal vez si debimos ir al hospital.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

—Algo está escurriendo —le dijo, su cuerpo temblaba, Chan encendió el foco y Jeongin gritó al ver la sangre bajando por sus piernas —¡Los bebés, Chan!