❥ Final

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Jeongin pensaba que Chan era demasiado egoísta con Hun, pero no decía nada, no se atrevía a hacerlo porque sabía que Chan tenía sus razones, sin embargo, ya había pasado más de dos años, pronto los niños cumplirían tres y aún no había perdonado al...

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Jeongin pensaba que Chan era demasiado egoísta con Hun, pero no decía nada, no se atrevía a hacerlo porque sabía que Chan tenía sus razones, sin embargo, ya había pasado más de dos años, pronto los niños cumplirían tres y aún no había perdonado al mayor.

Aunque Hun lo había venido a pedir muchas veces, Chan siempre le cerraba la puerta en la cara. Jeongin se preguntaba si sus hijos tenían curiosidad sobre su abuelo, ya que siempre miraban por la ventana con ojos bien abiertos.

Pero los niños no preguntaron.

Chan no confiaba en el arrepentimiento de Hun, creía que era sólo porque se dio cuenta de que sí eran sus nietos y cómo no, si los niños eran idénticos al mayor, no había duda de que llevaban su sangre, pero sólo eso, si los niños se parecieran a Jeongin o un familiar de este estaba seguro de que Hun seguiría pidiendo las pruebas de ADN.

Les dio un beso en la frente a cada uno.

—Pórtense bien, pequeños. Sunggie, si quieres ir al baño le dices a tu profesor, por favor, ve antes de la siesta para que no te hagas en tus pantaloncitos.

El menor de los gemelos asintió, cada uno le dio un beso en la mejilla a Jeongin y se despidieron en la puerta de la guardería.

—¡Adiós, papi!

"Ya voy a trabajar"

Le mandó un mensaje a Chan y caminó hasta el transporte, no había sido fácil criar a dos niños, ninguno tenía un trabajo que dejara lo suficiente, Chan tenía dos y Jeongin uno, pero no se consideraban infelices, no cuando llegaban a casa y se acurrucaban todos es la misma cama, prendían el televisor y veían una película infantil antes de dormir, ni en los días con la temperatura más baja tenían frío.

De nuevo un fin de semana, Hun se detuvo frente a la puerta de su pequeño departamento. Esta vez fue Jeongin quien abrió.

—Hola —dijo el mayor—. He traído esto para los niños —mostró algunos juguetes.

—Chan no está, si quieres puedes venir más tarde.

—Es por eso que he venido a esta hora, sabes que no me dejara verlos, Jeongin.

Jeongin vio de nuevo a los niños asomarse por la ventana y señalar los juguetes.

—Si sabe que te dejé entrar se enojará conmigo.

—No tiene que saberlo, sólo... sólo quiero ver a los niños, las fotos no son suficientes —dijo con un tono lastimero.

—Pero sólo un rato, pasa —Jeongin lo dejó pasar—. Hyunnie, Sunggie, él es Hun, su abuelo. Saluden a su abuelo.

Abeloo —Hun no supo quien lo dijo, pero se sentía feliz, por fin podía ver a sus nietos en persona. Corrió a abrazarlos con ojos llorosos.

Jeongin pensó que tal vez Hun no era una mala persona después de todo, se había portado como un patán, pero tenía sus razones, aunque Jeongin no las entendiera, aun así, sentía un poquito de rencor cuando se acordaba de todas las veces en las que fue grosero con él, difícil de contarlas con los dedos de sus manos, ni los dedos de sus hijos serían suficientes.

Sin embargo, Jeongin había sido educado para no odiar, odiar sólo iba a amargar su alma y tenía que estar bien por dentro y por fuera para entregarle lo mejor a sus hijos.

Hun jugó con los pequeños en la alfombra, sonrió cuando niños le abrazaban y daban besitos en sus mejillas.

Pero eso no duro para siempre, Chan llegó antes de que pudieran darse cuenta. Miró a Hun, luego a Jeongin y de nuevo a Hun.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó con el rostro fruncido y los puños cerrados.

—Vine... vine a ver a los niños, les traje juguetes.

Chan tomó los juguetes y los aventó lejos.

—Mis hijos no necesitan tus miserias, yo les puedo comprar lo que quieran, te dije que no quería verte cerca de ellos y estoy seguro que no eres sordo —dijo fuerte, los niños corrieron a esconderse detrás de Jeongin asustados, porque nunca habían visto a su padre enojado.

—Chan yo... ¿Cuándo piensas perdonarme?

—Yo no necesito perdonarte —luego miró a Jeongin.

Jeongin negó, no había nada que perdonar. Pero ambos lo entendieron mal y Chan ya estaba arrastrando a Hun fuera. Los niños empezaron a llorar al ver el forcejeo.

—¡Chan, ya basta! —pidió Jeongin—. Asustas a los niños.

Jeongin les palmeó la cabecita.

—Vayan a su habitación y jueguen, ¿vale?

Los niños asintieron y corrieron.

—Sentados ambos —pidió—. Yo de alguna u otra forma entiendo tu desprecio hacia mí, mi embarazo arruinó sus planes con Chan, querías que se casara con alguien que pudiera ofrecerle mucho más que yo.

—Nadie me ha dado más que tú —aclaró Chan, más Jeongin lo detuvo.

—Por supuesto, alguien que tuviera una solvencia económica generosa como Félix, pero Chan es una persona libre, no un muñeco al que podrías planear una vida y él terminó eligiéndome a mí. Yo no le puedo dar mucho dinero, hay días en los que apenas y nos alcanza, pero amor nunca le falta, mi amor y el de nuestros hijos. No sé si puedas entender lo importante que es eso en nuestra familia.

—Papá —Chan lo cortó—, sé que te hubiera gustado que tuviera una vida exitosa, con un título y un esposo que también fuera prestigioso, pero yo soy feliz. Aquí en este pequeño departamento en el que puedo volver cada noche, abrazar a mis hijos y besar a mi esposo, no tengo la casa más grande del mundo, no vivo en la mejor zona, ni manejo un coche último modelo, pero no me falta un techo, ni comida, ni vestido, mucho menos amor. Si no puedes entender eso no puedo seguir viéndote, si no aceptas a la persona que escogí para pasar el resto de mi vida, no puedo aceptarte en mi vida ni la de mi familia.

Hun aún tenía los ojos llorosos, pero asintió.

—Lo sé, lo sé, sólo, por favor, no me apartes de tu lado —Hun lo abrazó con fuerza—. Aún eres mi bebé, aunque hables como todo un hombre, no volveré a cuestionarte ni a ti, ni a Jeongin. Sólo no me apartes de tu vida.

Chan palmeó su espalda.

—Te amo, papá y te extraño, esto también ha sido difícil para mí.

—Papi, papá, el abelo está llolando —Jeongin asintió a Hyunnie—. Son lágrimas de felicidad.

—Vayan a darle un abrazó a su papá y a su abuelo.

Los niños asintieron y subieron al regazo de los mayores para unirse al abrazo.

—Tú también ven, Jeongin —pidió Hun y el menor no pudo negarse.

—Mis amores —Chan besó la frente de cada uno terminando en los labios de Jeongin.

—Mis amores —Chan besó la frente de cada uno terminando en los labios de Jeongin

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Gracias por leer.

El casado casa quiere ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora