Epílogo

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Dos años después...

Entré a las oficinas de The Group Jeon, haciendo magia para teclear en mi celular mientras sostenía mi café recién hecho, de mi cafetería favorita. Carl acaba de dejarme, podía haberme venido con Jungkook, pero algunas cosas nunca cambiaban y él seguía madrugando. Era el primero en llegar y el último en irse, pero tomando en cuenta que éramos la principal empresa de arquitectura del país, tenía sentido que trabajara bastante. Mi café saltó, lo alejé de mi vestido justo antes de mancharlo, no hoy, hoy era un día importante.

La recepcionista, Dahyun, me dio una sonrisa tensa cuando me vio. Por más que fuera amable con ella, y con los demás empleados, todos siempre estaban un poco intimidados con mi presencia, era lo mismo que pasaba con Jungkook. Sin embargo, siempre procuraba hacerle saber que no era una perra sin alma como muchas personas querían hacerme ver, en realidad, era muy jefa buena.

_ Buenos días, señora Jeon. _ saludo con
educación.

_ Buenos días, Dahyun. _ saludé con una sonrisa amable en los labios. _ Estabas de permiso por una infección estomacal ¿no?. _ Ella sintió y sus ojos se abrieron seguramente creyendo que iba a regañarla por haberse asuntado por casi una semana. _ Espero que te encuentres mucho mejor, no dudes en avisarme si necesitas algo.

No esperé a que respondiera, probablemente solo diría monosílabas, aún nerviosa. En cambio, seguí hacia el ascensor para dirigirme hacia mi oficina, que estaba en el último piso, justo al lado de la de mi esposo, Jeon Jungkook. Sí, finalmente nos habíamos casado hacía dos años. Podía mentir y decir que había sido todo miel sobre hojuelas, que las cosas fueron perfectas, pero nada estaba más allá de la verdad. Tuvimos muchos momentos difíciles, tensos, en donde pensamos que nuestro amor no iba a sobrevivir, sin embargo, aquí estábamos, más enamorados que nunca.

Fue difícil que Jungkook se adaptara a la vida de casado, ahora tenía que velar por nuestra familia de tres, hacerse responsable de un niño de ahora ocho años, que cada vez se parecía más a él en todos los sentidos. Y mantener a una esposa feliz, hacerle el amor todas las noches y abrirse a mí, como eso era lo que hacían los matrimonios felices.

Y el nuestro lo era, me sentía tan plena, extasiada de felicidad a su lado. Jungkook era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Lisa me dio un saludo seco, ahora que era la dueña de la compañía, procuraba no tratarme como la mierda, inclusive a veces era agradable conmigo. Había escuchado que estaba saliendo con el gerente de RRHH, y que las cosas le estaban yendo bastante bien, al menos, lo suficiente para que ya dejara de perseguir a Jungkook como un perrito faldero. Bueno, a veces la pillaba dándole miraditas furtivas, pero en cuanto se daba cuenta de que la estaba mirando, salía huyendo. Era hasta divertido.

_ Buenos días, Hanna. _ dijo mi asistente, una menuda chica de lentes enormes y gafas grandes, aunque me caía bien, era centrada y organizada, también eficiente. _ El señor Jungkook me ha pedido que vaya a su oficina en cuanto llegue, también he revisado el contrato del señor Park, todo está en orden y listo para que lo firme. Si pudiera pasarse por marketing, hay una reunión y Jungkook se ha negado asistir, asegurando que son "aburridas como la mierda". _ hizo comillas con sus manos, sonrojandose al pronunciar las groserias. Me reí. _ Y ya que usted es la segunda al mando pu...

_ Hyein gracias, pero puedes respirar un momento. _pedí, aunque ya debía estar acostumbrada, cada vez que entraba me atiborraba de información. Era agitada, pensaba que si no hacia las cosas rápido, sería menos productiva de esa forma. Yo en cambio, me tomaba las cosas con calma, a veces demasiado, lo que provocaba que Jungkook me regañara.

Envié a Hyein a que buscara un café, solo para que me dejara sola en la oficina. Salí de allí y me dirigi hacia la oficina de Jungkook, Sully me saludó, aun éramos amigas, aunque ya nos veíamos con menos frecuencia, ya no almorzábamos juntas. Al final, terminó siendo una buena asistente y Jungkook decidió dejarla en el puesto, que yo nunca más ocuparía. A veces la veía suspirando en cansancio, estresada y volviéndose loca con todas las tareas que le encargaba, inclusive la ayudaba un poco, porque yo más que nadie sabía el ogro en que se convertía mi esposo cuando las cosas no salían como quería.

DEAR BOSS ~ [JJK] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora