Capítulo 4

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Cuando la vi ese día una extraña visión me invadió,

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Cuando la vi ese día una extraña visión me invadió,

por un momento se volvió fuego y sus ojos, jades que

desprendían un brillo inocente, luego, me di cuenta

que no era brillo, sino flamas en las que me consumiría.

Confesiones de Zwodder

 Extraído del diario de Lasly

Recopilado en «Recuerdos de antaño»


Blyana


Blyana bajaba con un vestido que se acercaba mucho al dorado, era el único que no era violeta de los que le habían presentado. Tenía un pequeño escote que las doncellas le habían ocultado con un pesado abrigo proclamando que sería deshonroso para una herusa usar algo así. Ella no había protestado, simplemente se había parado y las había dejado vestirla.

Caminando por los pasillos su mirada seguía volviendo al gran árbol. Argen en su hombro se removió incómodo mientras que Aurum se había quedado en la habitación, ya que seguía preocupado por la intrusión anterior, además, para avisar a Domingo y a Lasly si algo le ocurría Blyana.

El árbol parecía entonar una canción sempiterna. Cuando por fin llegó al rellano Zwodder ya estaba allí. Blyana se detuvo. No vestía uno de sus típicos trajes rígidos. Esa vez una camisa gruesa se perdía bajo un abrigo y una de sus capas violetas estaba sobre sus hombros. A pesar del frío y de lo que le habían dicho las doncellas de la muestra de piel, Zwodder había dejado un poco de su pecho al descubierto, y por lo que ella pudo notar, tampoco tenía el traje térmico que todos llevaban para soportar las temperaturas bajo cero. De su cabello colgaban algunos aros de oro y otro metal que ella no pudo identificar, de un color rojo brillante, ancladas a unas pequeñas trenzas mientras su corona alejaba su cabello de su cara.

Blyana no pudo explicarlo, pero parecía que había rejuvenecido varios años. Zwodder cerró los ojos y su pecho se amplió cuando dejó que uno de los rayos de sol le diera en la cara. Al mirar hacia arriba, notó la ausencia de la cúpula. Esa imagen de él le recordó a su encuentro en el lago y el anhelo que había visto en sus ojos cuando había hablado de su hogar, lo melancólico que se había visto.

Ella siguió mirándolo y pensó que nunca había tenido ningún lugar al que llamar realmente hogar, y cuando había estado cerca de tener uno, se lo habían quitado.

Una lámpara de pared tintineó y Zwodder posó su mirada en ella. Por un momento se tensó, luego la recorrió con la mirada. Blyana se mantuvo bajo su escrutinio. Antes había pensado que esa forma de mirarla sin ningún descaro era una falta total de educación, pero ya no le importaba y sabía que él, aunque se viera en su mayoría como un humano, no lo era, a pesar de que los análisis que se habían hecho del ADN de los zintes mostraba ciertas similitudes con la de los humanos y que era algo que seguía bajo investigación.

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