Capítulo 10

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 Kenna

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Kenna

En la parte más lejana de la costa occidental del territorio Rubí, unos jóvenes cargaban un barco con armas. El sol había rompido contra el horizonte hacía poco tiempo y su luz calentaba la cubierta del barco. Rápido y eficiente se movían cargando caja tras caja, instalando hamacas para dormir, guardando los suministros robados para el viaje de una semana que debían realizar para atracar en la parte más cercana a la barrera y así poder pasar al territorio mikol, su hogar.

—No estoy de acuerdo —le dijo Camiel a Kenna mientras colocaba una de las tantas cajas que le quedaban, en el suelo. Sus alas hicieron ese movimiento inquieto que Kenna había identificado hacía mucho tiempo como una señal de enojo.

—Aún puedo ser de ayuda en Rubí —argumentó ella. Miró con desprecio el collar que él llevaba en el cuello. Todos los del clan anyelons y devilins tenían uno para que no pudieran teletransportarse fuera—. Nadie sospecha de mí y la oportunidad de pasarle información a nuestro rey sobre el general de las fuerzas de Amatista es una que no podemos perder.

—Lo sé, pero estarás sola —dijo él colocando sus manos en los hombros de ella. Sus alas se alzaban sobre él y hacía que su cara estuviera en sombras—. No me gusta ese tipo.

—No me va a descubrir, ni siquiera se ha fijado en mí —le dijo ella agarrando una de sus manos—. Vamos a terminar con esto.

Esa misma noche Kenna veía como ese barco lleno de su familia, amigos y conocidos emprendían la vuelta a casa. Sería un viaje peligroso ya que no habían podido tener contacto con su rey o su gente. Debían bordear una isla perteneciente a la casa Zafiro, los dueños de la flota marítima más poderosa de las siete casas, además de los monstruos que acechaban en las aguas y aunque ella deseaba con todo su corazón ir con ellos, no debía perder el puesto que tenía en la casa Rubí, por eso se dio la vuelta para dirigirse por el alcantarillado que había hecho posible que pudieran sacar todo sin ser encontrados.

⚔⚔⚔

—Un barco. Un puto barco —gruñó Fender estampando el puño en la mesa. La gata que estaba en su regazo cayó al suelo con un maullido furioso y salió corriendo de la habitación—. Y me van a decir que también ha desaparecido sin dejar rastro.

—Mi duxe...

—No. Deben ir a las tierras mikols. Revisa toda la parte occidental —ordenó—. Tú —señaló a una sumbra de pelo corto que estaba sirviendo té—. Tráeme a la gata y confirma que todo esté listo para mi partida.

—Como ordene, mi duxe —dijo la sumbra y salió de la habitación.

—Esto se nos ha salido de las manos —comentó Tarmian tomando el té mientras contemplaba a la sumbra marcharse.

—Quiero que revises las alcantarillas más a fondo —dijo Fender poniéndose de pie. Alguien tocó la puerta.

—Adelante —dijo Tarmian. La sirvienta entró con la gata en brazos. Fender la vio y entrecerró los ojos.

Inserción [de mundos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora