Capítulo 12

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Sobre la línea del tiempo, la vida y la muerte se mecen;

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Sobre la línea del tiempo, la vida y la muerte se mecen;

alejadas la una de la otra, el equilibrio mantienen,

más no por siempre durará esta paz.

El lazo del destino su unión presagia

convocando de un mundo perdido a un ser nuevo y sombrío

cuya oscuridad devorará el mundo conocido.

Fragmento de la profecía olvidada.

Extraída de las notas de la diosa Sapiza.

Recopilado en «reinado de la destrucción» volumen I

Blyana

Hacía tres semanas que la sexta persona había desaparecido y con cada desaparición, más guardias se unían a la escolta de Blyana. Era ridículo y muy incómodo para ella andar por el castillo con una veintena de hombres enormes y cubiertos de armas de la cabeza a los pies.

Estaba tan cansada de todo eso, de todo y de todos.

Entró a sus aposentos y le pidió a la doncella, Keefe, que fuera por algo de comer, pero solo era una excusa para estar a solas unos minutos.

Se quitó el vestido y se puso un camisón. Tomó su daga y se acostó en el sillón mullido. No había dormido en la cama ni una sola noche, los que dormían ahí eran Argen y Aurum. No soportaba esos doseles. Había pensado muchas veces en prenderles fuego, en desgarrarlos, pero al final simplemente se tumbaba en el sillón. Cansada, estaba tan cansada de todo eso, si se durmiera y permaneciera así...

Casi se estaba quedando dormida después de beber la pócima que le proporcionaba Malen, cuando una sensación la atravesó. Tomó una respiración profunda. Era como si una cuerda sujeta a su pecho, a su corazón, a su alma estuviera siendo halada, luego escuchó una explosión. Se puso de pie de un salto y rápidamente Argen y Aurum estaban a su lado.

—¿Va pinle bier ti? —«¿Qué diablos fue eso?». Preguntó Aurum acercándose a los ventanales, sus pétalos rosados brillando bajo la luz del candelabro—. ¡Oh blirto, fez mikols pagua suta! —«¡oh, mierda, los Mikols están aquí!» dijo girándose hacia Blyana. Esa afirmación hizo que se le helara todo el cuerpo.

En eso escucharon unos pasos en el pasillo. Argen corrió por la espada y Blyana y Aurum se escondieron detrás de la puerta para sorprender al intruso. El corazón de Blyana latía a mil por hora y no era solo porque la pudieran atrapar, también era por lo que le pudiera pasar a Domingo y a Lasly.

La puerta se abrió y una figura entró.

—¿Flaca? —Blyana soltó un suspiro sonoro cuando vio la espalda amplia de Domingo.

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