Capítulo 2

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En una opresiva penumbra, una intensa oscuridad acosaba a Felix, quien sintiendo un punzante dolor en su cabeza, apenas lograba discernir voces distantes y risas estridentes.

Luchando por reunir las escasas fuerzas que le quedaban, entreabrió los ojos, revelando la tenue luminosidad que filtraba un vasto ventanal velado por cortinas carmesí. Su mirada, aún turbia, abarcó el entorno, revelando figuras difusas en lo que parecía ser una habitación vacía. Con su cuerpo gradualmente reactivándose, intentó mover sus manos solo para descubrir que estaban atadas detrás del respaldo de la silla en la que estaba sentado.

Su atención descendió a su pecho, también sujetado por una cuerda, y una sensación de impotencia se apoderó de él al percibir la inmovilidad de su cuerpo. Con calma forzada, reguló su respiración entrecortada y fijó su mirada en los individuos que parecían ignorar su presencia en aquel frío lugar.

La nebulosa de su memoria comenzó a disiparse y recordó las horas previas: varios hombres encapuchados lo habían arrebatado de la casa de sus padres sin dejar rastro alguno. Apresando sus labios temblorosos, su mente se volcó hacia su familia. ¿Estarían al tanto de su desaparición? ¿Estarían buscándolo en ese preciso instante? Agitándose con un arranque brusco, provocó un estruendo con la silla que atrajo las miradas gélidas de los presentes hacia él.

Felix contuvo un jadeo, observando a aquellos hombres con hostilidad, incapaz de comprender el porqué del intenso rencor que parecían albergar hacia su persona.

—¡Miren nada más quién decidió unirse a nosotros! —exclamó Chris con un toque de mordacidad, jugueteando con una daga entre sus manos.

—Ya era hora —agregó Changbin, sentado en una esquina, con una penetrante mirada clavada en él.

Felix apretó los labios y elevó la barbilla, negándose a mostrar vulnerabilidad frente a esos hombres siniestros de impecables trajes.

Una risa estruendosa llenó los rincones, y el rubio dirigió su atención hacia el chico de cabello castaño que reía con deleite, sin dejar de observarlo.

—Miren lo valiente que es —burló entre risas, contagiando a los demás en su júbilo— Dado que no eres tan cobarde como pensaba, ¿por qué no le cuentas a la cámara todo lo que hizo tu padre para convertirse en presidente? —prosiguió, secándose las lágrimas que brotaban a causa de su risa.

Felix frunció el ceño, con sus ojos alternando entre el chico y la cámara que yacía diagonal a él.

—No entiendo... —musitó, volviendo su mirada al castaño que ya no reía, solo lo observaba con desconcierto.

—¿Qué es lo que no entiendes? —preguntó el contrario, con evidente impaciencia.

Felix tragó saliva, pensando en su respuesta.

—No sé qué esperas que revele acerca de mi padre —contestó con firmeza, pero el puño del castaño impactó su mejilla con fuerza, generando un zumbido agudo en sus oídos.

—¿No sabes, Lee Felix? —continuó el contrario a regañadientes, sujetando su rostro con firmeza.

—Detente, Jisung —se oyó una voz suave, y el castaño liberó su agarre de inmediato.

Felix parpadeó varias veces, sintiendo dolor por toda su cara, y cruzó miradas con el dueño de esa voz. Era Hwang Hyunjin, sentado a distancia con una expresión gélida y ojos oscuros que parecían destilar un profundo odio.

¿Por qué había ordenado que se detuviera? ¿No era eso lo que deseaba, verlo sufrir? Pensó, con su mirada aun fija en la fría expresión del rubio, quien a su vez lo observaba con intensidad.

Eterna melodía | Hyunlix | 2do Libro De NUM |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora