Cuando la vida parece querer conducirte por el camino del odio y la venganza pero un conjunto de emociones y sentimientos ponen a prueba tu convicción y te hacen dudar de lo que siempre creíste verdadero, llegas a la eterna confusión, en la que tu m...
La mañana se desplegaba fría, el cielo estaba pintado de gris como telón de fondo mientras todos desayunaban en silencio, con el sonido persistente de la lluvia acompañándolos. Felix, con su taza de café entre manos, intercambiaba una sutil mirada con Hyunjin al otro extremo de la mesa, donde este último exhibía una expresión sombría.
—Quisiera pedir disculpas. —Jeongin rompió el silencio con una voz tímida, captando la atención de todos de inmediato— Le debo una disculpa a Felix.
El rubio tosió al escuchar las palabras, incrédulo.
—Sí —Jeongin continuó, rascándose la cabeza al sentirse incómodo—. Te traté bastante mal al principio, y sin embargo, ayer salvaste mi vida.
Un tenso silencio se apoderó del comedor mientras todos dirigían su atención a Felix, quien deseaba desaparecer en ese momento. Finalmente, dejó su taza en la mesa y miró a Jeongin, luchando por contener la risa.
—Cuéntame, Jeongin, ¿cómo va la recuperación de tus heridas?
Con el rostro arrugado, Jeongin enfrentó las miradas curiosas y notó cómo Hyunjin se ocultaba detrás de su taza de café mientras reía bajo.
—La herida en mi rodilla izquierda fue la más grave, pero me siento bien. —respondió aclarando su garganta, y volvió su mirada a Felix, quien soltó una risita amarga.
—Qué alivio. —murmuró, con una fría sonrisa.
—¿Qué es un alivio? —preguntó Jeongin, alzando las cejas.
Felix levantó la vista y pateó la silla del menor por debajo de la mesa, causando que cayera al suelo y lastimara sus heridas, principalmente la de su rodilla.
—¡Felix! —exclamó Amber, levantándose sobresaltada de su asiento.
—¡Maldición! —gritó Jeongin, apretando su rodilla. El dolor era punzante.
—¿Duele? —Felix se levantó y se acercó al menor— Ahora sí estás perdonado. —añadió con una voz suave, ofreciéndole una dulce sonrisa antes de abandonar el comedor.
—Jeongin hizo lo mismo con Felix. —comentó Amelia, observando la preocupación en Amber, quien ayudaba al rubio a ponerse de pie.
—¿Eso hizo? —preguntó, indignada, y Amelia asintió—. Entonces, levántate solo —masculló Amber, dirigiéndose a Jeongin, al mismo tiempo que lo soltaba.
Con las risas de fondo, Jinyoung observó cuidadosamente la reacción de Hyunjin, notando cómo este último reía por lo sucedido, lo que avivó su desprecio hacia Felix. Estaba convencido de que algo más que una simple amistad se desarrollaba entre ellos, y eso empezaba a llenarlo de una inmensurable rabia.
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Los días lluviosos y sombríos eran los preferidos de Hyunjin. Encontraba paz en el frío que envolvía su cuerpo y congelaba sus mejillas. Liberando el humo del cigarrillo, cerró los ojos para saborear el olor a tierra mojada que inundaba el aire. De pie en la terraza, contemplando el paisaje gris, logró momentáneamente olvidar el caos que amenazaba su vida.
