Capítulo 7

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Exhalando una sinuosa espiral de humo de entre sus labios, Hyunjin reposó su cigarrillo en un cenicero sobre una pequeña mesita cercana al ventanal, donde el resplandor del alba se desplegaba con serenidad.

—¡Buenos días! —Changbin irrumpió en la habitación con una emoción inusual, tomando asiento en uno de los sofás mientras sostenía una sonrisa persistente.

—No recuerdo haberte invitado a entrar. —respondió Hyunjin, con una seriedad impenetrable, sin siquiera dirigirle la mirada.

—Tengo una propuesta. —Changbin mantuvo su sonrisa, enfrentando la frialdad del rubio.

Hyunjin giró su rostro hacia él y elevó sus cejas, invitándolo a hablar.

—Podríamos entrenar a Felix.

—¿Qué dices? —resopló el rubio, con un deje de rencor en su voz, mordisqueando las palabras entre dientes.

—He presenciado sus habilidades en la lucha, y para ser sincero, no desmerecen. Dado que estará con nosotros durante algún tiempo, sería prudente que aprenda a valerse por sí mismo. No podemos cargar eternamente con la responsabilidad de su protección. Además, hasta donde tengo entendido, aún no has emitido la orden de su ejecución.

Hyunjin emitió un suspiro lacónico, volviendo su rostro hacia los primeros rayos de sol que penetraban la habitación.

—¿Y si luego termina arrebatándole la vida a Jeongin? —murmuró con una fría sonrisa, provocando que Changbin estallara en risas.

—Tu hermano debe controlar su ira o, tarde o temprano, nos encontraremos con uno de los dos sin vida. —contestó el contrario, limpiando las lágrimas que habían emergido a causa de la risa.

—O a ambos... —susurró el menor, con una expresión despojada de emoción.

Changbin guardó silencio, advirtiendo la extraña metamorfosis en el estado de ánimo de Hyunjin. Parecía haber caído en un estado de ensimismamiento, incapaz de pestañear siquiera.

—¿Estás bien? —preguntó, y el rubio volvió de inmediato su mirada hacia él.

—Entrenen a Felix; no deseo que continúe siendo una carga. —ordenó, haciendo caso omiso a la preocupación de su amigo, mientras Changbin simplemente asentía, comprendiendo que no obtendría más respuestas de él.

Después de echarle un fugaz vistazo, Changbin abandonó la habitación, anhelando escapar de la gélida presencia del menor. A zancadas, se dirigió hacia la habitación de Felix y, sin aguardar invitación alguna, abrió las puertas de par en par, lo que provocó que el rubio diera un respingo en su cama.

—¡Despierta, princesa! —exclamó, provocando un escándalo en todo el pasillo.

Felix se frotó los ojos con desdén, contemplándolo con desprecio.

—No me mires así, te hago un favor. —farfulló el mayor.

—No entiendo cómo alguien como tú podría prestarme su ayuda. —espetó el rubio con seriedad, pasando una mano por su cabello— Maldición. —se lamentó entre dientes al sentir una sensación ardiente en su piel, y examinando sus nudillos, descubrió unas pequeñas heridas enrojecidas.

—¿Se te olvidó que casi le borras el rostro a Jeongin ayer? —burló Changbin, abriendo las cortinas de la habitación, lo que obligó al menor a cerrar los ojos con fuerza ante la llegada de la luz del día— Evita volver a comportarte de esa manera, no es apropiado para un hombre.

—¿No es apropiado para un hombre? —Felix resopló, riendo— Ustedes actúan como animales con frecuencia.

—Maldito seas, Felix. —Changbin espetó con furia, pero antes de que pudiera continuar, unos golpes en la puerta capturaron su atención.

Eterna melodía | Hyunlix | 2do Libro De NUM |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora