Capítulo 14

199 11 3
                                    

Con los primeros rayos del alba Deagon me despertó antes de marcharse, comprobamos que las sábanas no estuvieran manchadas de sangre y me dio un beso antes de escabullirse por los pasadizos. Pude dormir un poco más antes de que Laila viniese a despertarme de nuevo, se había quedado su olor en la almohada y la abracé adormilada.

Al levantarme me dolían un poco las piernas y también sentía molestias... ahí abajo, pero a la vez sentía una especie de euforia y energía nueva que necesitaba quemar de alguna forma. Después de un baño en agua caliente fui a buscar a sir Fausto para entrenar, ya que no podía buscar a Deagon para llevarlo a la cama de nuevo al menos haría algo de ejercicio que me relajase.

Mi corazón estaba tan acelerado como mi cuerpo y mi mente.

Caminaba a zancadas, quería gritar, no estaba segura de qué, tal vez solo gritar, tal vez gritar algo prohibido y correr hacia él.

Después de desayunar y compartir miradas cómplices con Deagon mientras mi padre hablaba de no sé qué, me reuní con sir Fausto en nuestra sala de entrenamiento y cogí la espada de madera con una sonrisa desquiciada; iba a darle una paliza.

Me lancé hacia sir Fausto sin avisar y consiguió esquivarme en el último segundo, me miró con una ceja alzada y después atacó, desvié su golpe y empezamos a luchar danzando por la habitación en círculos, atacando hacia delante, desviando hacia un lado, esquivando hacia atrás, como los pasos de un baile, dejándose guiar por el oponente, intentando dominarlo, leyendo los movimientos de su cuerpo, anticipándose a ellos. Los entrenamientos eran una bella pelea coreografiada, pero sabía que la guerra no era así, sino sucia y traicionera.

—Hoy estás impresionante, Rania —dijo sir Fausto, resollando.

Sonreí.

—Tenía ganas de un buen combate.

—¿Te encuentras bien? ¿Has dormido bien?

Aparté la mirada y me esforcé para no sonrojarme. Fingí comprobar algo en la espada de madera para no tener que mirarlo a él.

—Sí, claro, bien.

—¿Has vuelto a tener pesadillas?

—No —mentí—, no te preocupes, solo me he levantado con mucha energía.

Me senté en una silla y él se dejó caer en otra, ambos agradecimos el descanso, me ardían los músculos de los brazos.

—¿Y con tus pretendientes qué tal? He visto que hay uno al que le prestas más atención que a los demás.

Me encogí de hombros y solté un suspiro.

—Tengo que hacerlo, ¿no?

—Sí, si quieres reinar.

Me gustaba que fuese sincero las pocas veces que conseguía que me hablase olvidando su posición y la mía.

—Y debo encontrar un consorte que me haga fuerte, pero que no sea más fuerte que yo.

—Eso sería muy adecuado.

—¿Y si tuviese un pretendiente fuerte que pudiese equipararse a mí y en quien pudiese confiar pero... no fuese muy adecuado? Tal vez no gustase en la corte.

—No sabía que hubieses puesto tu atención en otro.

—Puede que sea un secreto.

—Ten cuidado, Rania.

—Lo sé, lo tengo.

—En ese caso solo necesitas convencer al rey, cuando tengas la corona sobre tu cabeza los demás no podrán oponerse.

EL JUEGO DE LA CORONA fanfic HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora