67. ¿Por qué lo odias?

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La brisa estaba agradable, el sol más amable y la gente acompañaba con la situación en donde estaban, staxx se había olvidado completamente de todo como si su modo automático estuviera activado. No podía saber dónde iba, su cuerpo movía al compás y podía apostar dólares a que había entrado a disociar en un lapso de minutos enteros en plena cita con su amigo -Staxx.

Eso le asustó, pero finalmente pudo verlo a los ojos; había soltado el agarre de la tela y le miraba con ojos de cachorro enclaustrado con los brazos al rededor de sus caderas -Sí te sientes mal podemos cancelar, hay bastante gente, si te hace sentir...

-No, no, no quiero irme- jadeó, sujetó el suéter de vegetta inclinándose a una esquina más alejada de la multitud, ¿cómo podía pensar en irse si apenas habían empezado? -Es solo que no estoy acostumbrado, me agobia muchísimo.

-No tenía idea de que hoy habría tanta multitud, podríamos ir a un lugar más callado- le dolía la cabeza, tenía la sensación de querer huir pero apretó los dientes contra su lengua tratando de calmar su sistema nervioso que iba en contra de lo que quería realmente -Podemos hacer muchas cosas aún, sígueme.

En pasos lentos pero seguros se acercaron a unas cuadras más alejadas de la gente, pero con focos menos estables, por lo tanto era fácil pensar que les podrían robar o que vegetta en realidad fuera un maleante que posiblemente lo apuñale por la espalda. Eran tonterías, pequeñas historias de desconfianza que su mente creaba para esperar cualquier destino posible y no salir lastimado del todo -Aquí, aquí solía venir, espero que esté bien por ahora.

Dijo vegetta ante un local lleno de mugrerío y tal vez alguna que otra alergia por el increíble polvo que desprendía, estaba abandonado pero por el hueco de la puerta estaba siendo cubierto con una manta vieja que tenía la tela rasgada y translúcida -No es lo mejor, lo recordaba mejor hace años.

-Esto es igual de suave que un sillón- acomodó dos cajas que estaban cortadas por bajo de algodones y más mantas viejas, pero increíblemente staxx al sentarse no sintió una incomodidad física para nada, de hecho podía descansar la espalda con facilidad. Vegetta cubrió las piernas del zeta usando la misma manta y acomodandose a un lado de él.

Sacó de uno de sus bolsillos su teléfono abriendo inmediatamente Netflix en aquella pantalla -No hay muchas opciones buenas, pero estoy seguro que va a compensar- sonrió nervioso, al encontrar una película agradable de portada la pusó apoyada a una pila de cajas e utensilios no utilizados de la habitación en cenizas ya secas.

-No tenías que hacer esto, tú mereces más que un lugar así, ya sabes, ir al cine y boletos caros- suspiró escondiendo su rostro avergonzado entre sus gruesas manos -No insultes mi hermosa choza hecha a mano.

Río -Este lugar lo solía usar con mis amigos, nos juntamos aquí para ver películas, mayormente por las fechas de octubre.

-De igual forma hace meses que no hablamos de esto, y aproveche el momento ya que no te manejas bien con la multitud- staxx sonrió, tenía tantas ganas de abrazarle, que se enojaba consigo mismo por no hacerlo en realidad -no te preocupes por el dinero, no soy la clase de persona que necesita mucho de éste, prefiero algo hogareño, algo que tenga un significado real de la felicidad.

-Así que, solo veamos la película y más tarde si es que la gente se calma, saldremos- el azabache acarició un cabello rebelde de vegetta, tardó en reaccionar del todo para cuando se había sentado un pie más cerca del otro, estaban pegados de las caderas.

-No necesitas forzar el contacto físico.

-Esta vez, me siento cómodo con él- sonrieron a la par como si fuera un último momento -Luego, te invito a un helado.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora