68. Trabajaremos en ello.

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Adoraba el lugar espacioso, habían tantas puertas que cruzar, algunas de cristal, ventanales y una brisa acogedora entre la cerámica limpia de blancos tonos que te reflejaba en aquel. Podía ver jardines y actividades de la gente que trabajaba allí, aunque su fascinación se detuvo una vez ver la cara desinteresada de la recepcionista, una clara jóven con aspecto adolescente que sostenía su teléfono celular tecleando con fuerza y un chicle de fresa dentro de su boca, parecía una vaca comiendo pasto con el gesto asqueroso, pero no tenía derecho a juzgar porque él solía masticar de esa forma.

Sujetaba la mano de luzu que bebía y se acababa la que solía ser su malteada en primer lugar, acercó a la pequeña mesa cara y fingió una sonrisa -Buenas tardes, venimos a una consulta.

-Ajá, tarjeta- hizo una mueca al ver su actitud, pero después de meses de convivir con gente antipática te haces uno de ellos sin querer -Ten.

-Puertas 12 y 13, sus psicólogos son Lana Hamilton y Juan Jones, una hora cada consulta según lo que pagaron- quackity sujetaba las dos tarjetas de presentación que había adquirido, cada una tenía una foto de la identificación de identidad del omega con el alfa. Suspiró dejando la recepción tan pronto como se le fue dada la oportunidad.

-Sabes, odio a la gente jóven- luzu río soltando el vaso de la malteada bebida, sacó de ella el pequeño malvavisco que solía reinar la crema batida -Ella parecía tener 18 por lo menos, le ganas por un año.

-Pronto son 2 años- el castañó le dio de comer el dulce con una sonrisa a mitad del camino en la escalera -Vaya diferencia.

-Recuerda, ¿qué pasa si te pones ansioso?

-Tomo una pausa para respirar.

-¿Sí el psicólogo te hace sentir mal, incómodo o fuera de lugar?

-Pido ayuda y te aviso.

-Sabes, en estas ocasiones pareces mi padre, Luzu Williams- el mayor río -Es porque te quiero, Quackity Wembley.

-Te veo pronto- fue lo último que dijo antes de empezar a abrir la manilla de la puerta, aquella puerta con pequeños stickers pegada al marco blanco y una manilla rodeada de oro falso, tenía tallado el nombre de Juan Jones, suspiró tomando aire de una bocanada.

-Oh- tenía aspecto casual, un delantal que tapaba la camiseta que traía, el cabello extrañamente cortado como si practicara el fútbol, una barba áspera pero agradablemente corta y olía la colonia hogareña que traía brotando su cuello, era un beta, lo podía suponer. Le había regalado una sonrisa al momento de cerrar la puerta detrás de su espalda.

-Ah, hola- era verdad lo que había dicho luzu, quackity era ansioso, era tan ansioso que estaba aterrorizado de estar encerrado con otra persona que no fuera de sus círculos de amigos o conocidos, estaba temblando deseando no romper a llorar. Juan se sentó a un lado de un gran sillón sirviendo una tasa de leche.

-Siéntese, quackity, sé que es difícil para usted- aspiró todo el aire natural que entraba a la habitación mediana, las paredes le daban seguridad al estar pintadas con diseños de animales al rededor, había un pequeño pato dibujado y remarcado en el blanco puro, sonrió involuntariamente sentándose al frente de la mesita -Tome, si es que necesita algo refrescante.

Sujetó la tasa de leche soplando el pequeño humo que salía del líquido, de un sorbo tomó un poco sonriendo con lo dulce y rico que sabía al mismo tiempo -Gracias- tartamudeó con su sonrisa tímida dejando de lado la leche un segundo.

Tosió -Mi nombre es Juan Jones, pero prefiero que me llamen illojuan y tengo 25 años- quackity captó la atención.

-Antes tenía la meta de estudiar algo respecto a la ciencia pero decidí tomar el camino de la terapia por muchas razones aparte- su sonrisa podía compararse con los rayos del sol mañanero através de montañas, se sentó sujetándose de sus manos y entrelazando sus dedos temblorosos -Y ahora usted.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora