Capítulo 9

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Traté de aclarar mis pensamientos.

Con el cronógrafo a mi disposición podría visitar a mis padres cuando yo quisiera, sin embargo, para mí era totalmente decepcionante mi falta de interés por el fallecimiento de mis padres.

En ese maldito  momento el imbécil de Gideon ocupaba mucho más espacio en mis pensamientos que Lucy y Paul.

Me acerqué a la  tumba y rocé mis dedos con delicadeza por las letras grabadas en la lápida de mis verdaderos padres.

Al pasar mis ojos detenidamente por las fechas que ahí se mencionaban me di cuenta de que en realidad no habían puesto sus fechas de nacimiento reales.  Paul había nacido en 1974 y Lucy en 1976. Tal vez no fueran las reales, pero si las más adecuadas de acuerdo a la edad que tenían cuando llegaron a 1912.

Me olvidé por completo de las flores azules y seguí caminando, tratando de procesar toda la información que había recibido de golpe en ese día. Unas dos tumbas más allá se encontraba una que llamó por completo mi atención.

Esa única tumba me dejó aún más atónita de lo que ya estaba.

Agatha Elaine De Villiers and Margaret Jade Haloway

 Me tapé la boca con las manos para no soltar un grito. Tambaleé un poco gracias a que las rodillas me temblaban.

¿Acaso ellas eran mis... hermanas?

No resistí más y salí de ahí corriendo. Tomé la bici y pedaleé lo más rápido que pude, sintiendo el aire frío en mi cara como pequeños alfileres que atravesaban mi piel. Las flores, mis padres y mis muy probables hermanas eran ahora cosa del pasado. No quería volver ahí jamás.

Era tarde y ya estaba oscuro. El sol debía haberse puesto hace horas. Llegué a mi casa un poco sudada, con el pelo revuelto y el maquillaje corrido. Di un fuerte portazo y entré llena de furia.

En el salón principal se encontraban, como siempre, la tía Maddy, Lady Arista, mi madre, mis hermanos, Nick y Caroline, la tía Glenda, Charlotte y para mi sorpresa, Gideon y Leslie.

-¿Dónde estabas cariño?- preguntó mi madre tratando de aparentar tranquilidad.

-¡Gwenny!- exclamó Caroline mientras me abrazaba.- ¡Te extrañé muchísimo!

-Y yo a ti, Carol.- Ese era el nombre que siempre usaba cuando jugaba con ella, cuando nuestro padre todavía estaba vivo y vivíamos en una casita como la de Leslie en Durham.

-¡Te hemos buscado todo el día! –chilló Leslie desde la esquina, justo al otro lado de Gideon.

-Es verdad, chica el pajar. No paraban ni un solo segundo, y al parecer varias de las aquí presentes se convirtieron en fuentes andantes.- aseguró Xemerius.

-Lo siento, en verdad. Necesitaba un poco... necesitaba estar sola.- contesté firme pero a la vez temblorosamente.

-¿Y por eso desapareces así, sin dejar rastro?- preguntó la tía Glenda.

Me quedé helada. No tenía ni idea qué contestar. No era mi intención lastimarlos, no quería que derramaran lágrimas por mí... si tan sólo supieran que la causa de que actuara de esta manera se encontraba en esta misma habitación.

-¡Cállate, Glenda!- estalló mi madre.- En todo caso, si tenemos que reprimir a alguien, es a Charlotte, que ha tomado una llamada que no ha sido para ella.

Glenda miró estupefacta a Grace, como si le hubiera dicho que un familiar cercano había muerto.

-Eso que dices simplemente no...- comenzó a decir.

Diamante (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora