Capítulo 14

651 27 7
                                    

Con el helado que Raphael había hecho aparecer mágicamente del interior de su mini en mi regazo, comenzamos a descifrar el mensaje que el conde había preparado para nosotros.

-Creo que no solo hace referencia a lo que está escrito, sino también a quién lo escribió. –puntualizó Gideon.

-¿A qué te refieres con eso? –le preguntó su hermano.

-Shakespeare era inglés. Lo que significa que aunque puede haber salido de Londres, no lo hizo del Reino Unido. –dije sin pensar. Me di cuenta de que, por primera vez, decía algo inteligente de forma impulsiva.

-Exactamente. –me apremió Gideon dirigiéndome su más hermosa sonrisa.

-Bien, chicos, al menos tenemos una pista sobre su ubicación. –dijo Leslie mientras escribía en su mapa. –Entonces... ¿alguna idea sobre el soneto?

-"Oh, Musa, ¿dónde has ido que te olvidas de hablar de aquello que te da sustancia?" –recité de memoria.

-Eso no puede ser más claro. –me interrumpió Raphael. –Está hablando de Temple, Gwenny. "¿Dónde has ido que te olvidas de hablar de aquello que te da sustancia?" Concuerda perfectamente. El conde sabe que no has ido ahí en varios días.

-¿Estás diciendo que el conde nos quiere llevar a Temple? –le preguntó Leslie.

-Propongo que nos vayamos ahora. –pronunció Gideon levantándose del piso, solo para luego tenderme una mano ya ayudarme a ponerme en pie.

Todos salimos apretujándonos en la puerta y subimos, no sin algunas dificultades, en el coche de Gideon. Leslie había metido todas las cosas, incluidos mis lápices, en una pequeña bolsa negra.

Gideon conducía como si lo persiguiera el diablo. Iba tan rápido que debíamos sostenernos y rezar por que no nos estrelláramos con un pobre que fuera pasando por ahí.

Llegamos a Temple en menos de cinco minutos. Entramos, sudorosos y cansados.

Gideon, como siempre, llegó abriendo las puertas de par en par, con cierto aire de grandeza. No tuvimos tiempo para detenernos frente a Mistress Jenkins, así que solamente le dirigí una sonrisa mientras Gideon me jalaba por una mano. Observé como Raphael hacía lo mismo con Leslie y a Mistress Jenkins acercándose a nosotros rápidamente, exigiendo una explicación.

Al terminar el pasillo y llegar frente a la puerta de la Sala del Dragón con Mistress Jenkins pisándonos los talones, Gideon volvió a abrirla puerta y me empujó suavemente dentro de la Sala.

Al observar a mí alrededor, tuve la sensación de que mi corazón se detuvo. Falk y el doctor White nos miraban con ira visible en todo sus rostros, Madame Rossini y Mister George no miraban preocupados, Lady Arista (quien no sabía por qué mierda se encontraba ahí) nos miraba con desaprobación, y finalmente, Glenda, Charlotte y para mi sorpresa, Giordano, nos miraban con un intento fallido de disimular asco.

Después de todo ese festival de miradas, Gideon fue quien primero tomó la palabra.

-¿Se encuentran todos bien? –preguntó visiblemente preocupado.

-Abandonados, decepcionados, llenos de ira. Digo, si es a eso lo que te refieres. –respondió secamente Charlotte.

Por primera vez, vi como Gideon tragaba saliva y se quitaba el sudor de la frente. Adiós imagen del chico arrogante.

-Calla, Charlotte. –exclamó Lady Arista. Casi le di gracias por el comentario, pero lo siguiente que dijo me contuvo el impulso de hacerlo. –No es necesario que repitas lo que es obvio.

Diamante (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora