Cuando la sensación de vértigo paró, sentí unas manos que me envolvían por la cintura.
-Por fin llegas. –dijo Gideon cerca de mis labios. Me besó suavemente, jugando con uno de los rizos de mis cabellos. De pronto paró, obligándome a separarme de él. –Me encantaría seguir con esto, pero realmente no tenemos tiempo.
Me frené en seco, tratando de pensar un poco en lo que había pasado. Me besó, y antes ni siquiera se dignó a dirigirme una mirada. ¿Pero qué demonios es esto?
-¿Pero a ti que te sucede? –exclamé. –Primero ni siquiera me hablas, y ahora me besas. ¿De qué se trata?
Gideon se frenó en seco una vez más y volteó hacia a mí.
-Gwendolyn, es imposible estar mucho tiempo enojado contigo. –me dijo seriamente. –Sencillamente es mi mal temperamento. Tendrás que vivir toda la vida con eso.
Sonreí.
-¿Toda la vida? –le dije dulcemente.
-Hasta el último segundo. Bueno, si es que eso aplica en nosotros. –dijo esbozando una maravillosa sonrisa.
Entonces me tomó por la mano y seguimos caminando por los pasadizos.
-Ahora dime, ¿por qué debemos visitar a Lady Tinley? –pregunté.
-Al parecer, tenemos que confirmar lo escrito en los Anales. –respondió, siempre mirando hacia el frente, pero con la mano eternamente en mi cintura.
Pensé un momento, olvidándome de todo lo demás. ¿Lo que está escrito en los Anales? ¿Qué Lucy está embarazada de Paul? ¿Qué voy (o probablemente ya tuve) una hermana? El nombre Agatha Elaine De Villiers seguía flotando en mi cabeza.
-¿Gwen? –preguntó Gideon.
-¿Eh? –balbuceé. Dios mío, ahora debo estar tan roja como un tomate.
-Te preguntaba si querías saber un poco más acerca de nuestra visita a Lady Tinley.
Asentí levemente con la cabeza, y aunque mis labios formaron la palabra, no produjeron ningún sonido.
-Bueno, ya que Lucy y Paul fueron los que me entregaron aquellos papeles, Falk supone que deben saber algo más acerca del conde. Traté de convencerlo de que nada especial podrían ofrecernos, pero el insistió en que viajáramos al pasado, así podríamos por lo menos trazar planes para la soirée de Lady Brompton.
-Qué... informativo. –dudé. Realmente no tenía palabra. El nombre de Agatha se quedaba en mi cabeza con letras demasiado nítidas.
Gideon se detuvo en seco, y tomándome por los brazos, me besó suavemente. Es maravilloso momento se esfumó en cuanto vi con el rabillo del ojo las rojas luces de una antorcha, y escuché a alguien carraspear.
-¿Contraseña? –dijo el guardia, embutido como siempre en esa brillante armadura de metal.
Gideon se separó de mí a regañadientes y le soltó unas cuantas palabras que me sonaban a nada. El guardia frunció el ceño y nos dejó pasar. Probablemente Gideon lo llenó de insultos en varias lenguas.
No pude evitar soltar una risita ante este pensamiento.
-Basta de risas, Gwen. Debemos llegar cuanto antes. –y aunque esto no me ofendió, esta vez fui yo la que frunció el ceño.
Caminamos silenciosamente por el laberinto de corredores y pasillos, mientras yo tomaba con una mano la falda de mi vestido y llevándola hacia arriba, de modo que ésta evitaba rozar el piso.
De pronto, escuchamos ruidos de pasos. Gideon me miró con ojos alarmados y se pegó a una pared, dándole la espalda. Al ver que yo no reaccionaba de ninguna forma, más que levantando una ceja en señal de incredulidad, Gideon me tomó por la muñeca y me aplastó con su brazo contra la pared, justo a su lado.
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Diamante (EDITANDO)
FanfictionAl término de Esmeralda, Gideon y Gwendolyn por fin pueden vivir de una manera más o menos tranquila; pero el destino de la logia de los Vigilantes está en juego al descubrirse el verdadero propósito de su fundador. Si bien ni Gideon ni Gwendolyn co...