𝗫𝗜𝗫

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SE SENTÍA FRUSTRADO, ¿POR QUÉ NO PODÍA RASGAR SU CUELLO, por que sentía si manchaba de rojo su tersa piel nunca se lo perdonaría y lloraría por aquella chiquilla que apenas y le había mirado? Aquellos ojos no eran como los demás, su pupila no era ...

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SE SENTÍA FRUSTRADO, ¿POR QUÉ NO PODÍA RASGAR SU CUELLO, por que sentía si manchaba de rojo su tersa piel nunca se lo perdonaría y lloraría por aquella chiquilla que apenas y le había mirado? Aquellos ojos no eran como los demás, su pupila no era vidriosa como las demás cuando lo veían, ni un solo músculo de su cuerpo temblaba ante su toque monstruoso. No le temía, de alguna forma imposible e irracional no lo hacía, a pesar de sus palabras duras y frías su mirada firme no la hacía temblar, era a él, a quien le  hacía sentir un escalofrío subir por su espalda como la frialdad de una corriente helada que maldeciría su eternidad, al igual que aquellos ojos, que no perdían su brillo a pesar de la oscuridad del bosque más peligroso de aquel lugar por una simple razón: Él estaba ahí, amenazando con terminar lo que alguna vez fue creado, sin embargo, él estaba ahí al igual que la oscuridad, ella no intentaba huir, ni había gritado al verlo, apenas y parpadeaba, seguramente era aquella misma oscuridad lo que la hacía no huir, pues ella era su amiga y como una capa lo ocultaba de la realidad: Era un horrible duende, ¿cómo se le ocurre a ese libro idiota que podría tener un alma gemela humana alguien tan despreciable como él? La verdadera pregunta que se hacía era: ¿podría tener un alma gemela un monstruo como él?

—No me matarás Robin, te he visto hacer cosas horribles, pero también cosas maravillosas, ¿cuál de esas dos eres?—intentó alcanzar más allá del latido enfermo y moribundo de la oscuridad, dentro del velo de la muerte, pero no lo logró, pues aquel duende que vivía en las marismas de su corazón del color del rambután le temía, pues era el primer ser humano que no podía hacerle daño, era una simple mocosa que había perforado más que su cerebro y llegado a lugares que ni él sabía que existían en todos sus siglos de existencia, como un gusano que nunca podría sacar de sus entrañas, pues ya estaba tan adentro que el abrazo de la muerte era lo único que lo libraría de aquel insignificante gusano que lo había cambiado todo con una simple mirada. Unos segundos bastaron para reducirlo a una catástrofe. Su mirada de confusión le ponía los nervios de punta, no quería que siguiera viéndolo, lo que deseaba era que apartara su mirada de él para nunca volverlo a ver, pues ella parecía un ser de luz, un ángel que nadie merecía ver, ni sentir su tacto dulce ni aquel aroma a vainilla que desprendía como el árbol prohibido del Edén, un fruto prohibido para alguien como él, tan manchado en sus propios pecados que no se convertía en un charco de lodo indigno de ella. Indigno de encontrar un alma gemela, no era el sentimental Robin, era el sangriento Robin decidido a romperle la vida a quien deseara, volverla el mismo charco de lodo en el que él se había convertido, ¿qué le pasaba con esa mortal, por qué temblaba y se lamentaba de lo que era, por una simple cachorra humana? Debía matarla, ¡debía acabar con su debilidad! El único problema que tenía era que no podía rozar ni un solo cabello rubio suyo sin sentir que podría acabarse toda la verdad que creía sobre sí mismo, pasar de ser la más feroz bestia de su hogar a ser un cachorro que solo pedía caricias de la mano que negó que lo tocara por miedo a que descubriera lo que en verdad era. Su apariencia no era lo único horrible en él, aquel pequeño ángel no podía tocarlo, no podía ser capaz de tocar a alguien como él que guardaba el mal en sus ojos. Pero ella decía conocerlo, ¿de dónde? Sería capaz de recordar a una niña como ella, que hablaba cosas sin sentido pero para ella tenían todo el sentido del mundo, cosas tan horribles para un cachorro humano, quizá sean más parecidos de lo que cree y su rostro solo sea lo único inocente que tuviera, por algo el destino los unió, pero no era más que un cachorro humano que se aterraría al verlo y con ello, dejarlo, tras ese pensamiento sintió algo desgarrador en su pecho, como si sus propias garras lo desgarraran, ¿eso era acaso el dolor que todos habían conocido menos él? Cuando las demás hadas lloraron cuando Lirio murió gracias a un asqueroso humano, nunca comprendió sus lágrimas, ni el por qué Flor de Chícharo dijo que le rompía el corazón que ya no estuviera con ellos, ¿qué era sentir que algo en ti se rompía? Ahora lo supo, con una pequeña posibilidad que podría volverse realidad y convirtiéndose en su primer temor: Si ella encendía la luz y veía el horror que ocultaba la sombra de la luz lunar, pues para un humano, su apariencia era repulsiva, ¡una verdadera abominación de la naturaleza, correría en el primer intento de acercarse a ella si lo viera! ¿Cómo un pequeño cachorro humano lo domó con una simple mirada y cómo era si quiera posible que deseara que siguiera poniéndolo bajo su hechizo mortífero? "Algún día lo entenderás, mi leal siervo", le había dicho Oberón cuando le compró el collar más caro de todo Atenas a Titania, a cambio de un simple beso, pensaba que por esa hembra se había tan vuelto tan débil como los mortales, al preguntarle sobre aquel intercambio injusto le dio esa respuesta, pero nunca le creyó, hasta el momento. Daría lo que fuera para que aquella mortal no gritara al verlo, ser su esclavo con una simple caricia y proteger a su ángel de cabello rubio, no sabía de dónde venían esos pensamientos o sentimientos, era algo que lo azoraba pero que su corazón helado lo añoraba desde hace un tiempo: Existir, su mente torva no lo dejaba ver con claridad, convirtiéndolo a un simple mortal con miedo a lo desconocido que se ocultaba en su interior, no quería ni verlo salir a la luz. Aquel gusano que lo hacía caer como un simple mortal, ahora entendía al Señor de los Sueños, quien también cayó en amor por una simple humana, según las historias que había oído al vagar por el mundo de los humanos fue también, por su alma gemela, incluso, uno de los Eternos no pudo huir de ese lazo inquebrantablemente horrible, lo único que le quedaba, era huir de ella, no podía dañarla, un extraño dolor parecido a la peor de las maldiciones no se lo permitía, dañando su pecho y sus intenciones de acabar con los pocos años que le quedaban a esa miserable vida.

𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺𝘀 ▬▬▬▬▬ 𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘥𝘮𝘢𝘯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora