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DURANTE LOS SIGUIENTES TRES DÍAS NUNCA PUDO dormir en paz, como si la presencia de aquel ser en su sótano les hubiera traído una maldición y tal vez eso era, pues miraba con odio a través de la jaula que lo contenía esperando a que pase el tiempo,...

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DURANTE LOS SIGUIENTES TRES DÍAS NUNCA PUDO dormir en paz, como si la presencia de aquel ser en su sótano les hubiera traído una maldición y tal vez eso era, pues miraba con odio a través de la jaula que lo contenía esperando a que pase el tiempo, alguna oportunidad para poder escapar o en su mente les lanzaba aquella maldición del sueño, ya no eran los paisajes coloridos que tenía mientras dormía, no era la vida que quería, eran sus mayores miedos, sus peores escenarios posibles en su vida real, sentimientos tan dolorosos como lo era el fuego del odio y la lluvia del llanto. Ni siquiera quería dormir durante las noches de lluvia, lo único bueno en su vida era haberse librado de Poppy sin que su padre tuviera la mínima sospecha, pues ahora más que nunca se la pasaba en su oficina como para ir a visitarla, lo único que le importaba a él era el chico en su sótano, a quien le pedía riquezas una vez al día, sin falta, siempre a la misma hora, eso le facilitaba su horario de ir a visitar al hombre con más cautela. En tan sólo unos días él había formado parte de su rutina. Quería negarlo, pero ya estaba tomando la forma del cariño en su interior los ojos tempestuosos del hombre o de aquel ser, hacía desvanecer sus pesadillas del día anterior y recordarle sus motivos para librarse de las cadenas que había colocado su familia sobre ella. Era una niña, no podía cargar con el peso que llevaba consigo el apellido Burgess , pues sólo quería seguir saliendo a jugar con su hermano como lo hacían todos los días después de la llegada del hombre, de alguna forma que desconocía, todos sus sueños comenzaban a volverse reales cuando él llegó a la mansión, nunca hubiera podido creerlo, la jaula comenzaba a quebrarse y podía saber el significado de volar por un cielo estrellado, cuando el sol se empezaba a ocultar y había un festival de colores que admirar.

Ahora, podía correr por el verde pasto como siempre lo soñó, pateando la pelota de cuero entre sus pies, con la misma brisa de la mañana golpeando su rostro, con su hermano persiguiendola hasta atraparla y taclearla, tiñendo su ropa pulcra de color verde, el rocío y la tierra, pero ya ensuciarse no le importaba, estaba cambiando, se estaba encontrando a sí misma entre la tierra y el lodo que tanto le habían dicho que no debería jugar, pero ahora estallaba entre risas y alegrías que nunca quería que se acabaran en ningún momento, luego de jugar con su hermano, se cambiaba para evitar sospechas y la mujer que lavaba la ropa de la mansión la entendía a la perfección, hubiera querido hacer lo mismo cuando era niña y le ayudaba a guardar el secreto en una bóveda que nadie abriría nunca. Por la tarde visitaba al ser de su sótano, dudando si era un humano o algo más grande que eso, fuera lo que fuera, se sentía escuchada a pesar de que de su boca no salga ninguna palabra, siempre sus ojos se mantenían fijos en ella, solía ser algo incómodo, pero aprendió a ignorarlo y seguir hablando como una completa parlanchina, nunca había mostrado esa parte de ella, no sabía ni siquiera que existía, pero él la sacó, volviéndose cada vez más real. Más un ser humano que una máquina que traía prosperidad o desgracia a la vida de su padre.

—¡Atrapala!—gritó su hermano a su dirección, lanzando la pelota a su dirección, de inmediato, tapa su rostro con su mano evitando que la golpee con fuerza, pero deja un color rojizo en su brazo con un dolor agudo en su brazo—Eso suele pasar cuando te golpean con una pelota, te acostumbrarás

𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺𝘀 ▬▬▬▬▬ 𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘥𝘮𝘢𝘯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora