Musutafu es un reino poderoso. Su rey, Gehiro Midoriya, fundador y gobernante durante cincuenta años, se encargó de ello. Buscó una mujer influyente y hermosa con la que tuvo tres hijos fuertes capaces de heredar el trono cuando él ya no pudiera seguir manejándolo.
Los susurros siempre hablaron de lo loco que estaba, de cómo se fijó más en convertir el reino en un precioso lienzo capaz de dejar con la boca abierta a cualquier extranjero que lo pisara por primera vez que de estar atento a posibles discordias contra reinos vecinos. Se concentró en plantar un jardín con miles de coloridas flores diferentes, en pasillos de pulcro mármol y puertas de madera inmaculada, darle presentes a su esposa para complacerla cada vez que podía e ir a jugar con sus hermosas concubinas como un animal en celo.
Por lo que cuando la guerra cayó sobre Musutafu, fue realmente un caos sangriento.
Cada vez que Izuku escucha esa historia, su cuerpo se estremece de puro horror helado.
Afortunadamente, uno de sus hijos consiguió escapar con ayuda de sus sirvientes más leales y volvió años después con una gran cantidad de súbditos, una esposa y alianzas poderosas para recuperar lo que era suyo por sangre, y cuatrocientos años después, la línea Midoriya había seguido su curso hasta ahora.
—¡Oh, vamos! Dimos la historia de la creación de Musutafu a los diez años, ¿Para qué nos estás contando algo que nos sabemos de memoria? —Tomura rueda los ojos y el tutor real cierra el libro.
—Parece ser, mi príncipe, que no ha estado prestando atención a la historia y a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor —el hombre deja el libro en la mesa que tiene a su lado antes de tomar un sorbo de su té —Acechan tiempos oscuros iguales a hace cuatrocientos años, pero las cosas son distintas.
Ochako hace un sonido contemplativo antes de imitar a su tutor y con toda la elegancia enseñada y practicada de una princesa recoge la taza de té.
—Tenemos que mantenernos unidos y tranquilizar al pueblo con palabras y promesas vacías, ¿Es eso lo que estás diciendo, Fudo? —el nombrado frunce las cejas con irritación y mira a la fémina.
—Para nada, su alteza. Lo que intento decir, es que esta vez, su majestad el Rey está muy implicado y alerta con lo que está ocurriendo fuera de las puertas de nuestro reino en comparación con su majestad Gehiro, quien solo gozaba de las riquezas que poseía —ahora, Fudo se dirige a Izuku —Su alteza real aquí presente ha estado participando en todos los asuntos referentes a la próxima guerra, por lo que mi consejo para ustedes cuatro, es que se sumen también, unificando al pueblo y quitarles cualquier duda o miedo sobre lo que está pasando en el palacio.
Izuku no le quita la mirada a Fudo, escucha a Tomura quejarse por lo bajo porque el peliverde tiene tareas más importantes que ellos. Tamborilea sus dedos impacientes en uno de sus brazos cruzados.
—¿Y cómo haremos eso, exactamente? —inquiere Shinsou levantando una ceja.
Fudo sonríe, como si hubiera estado esperando esa pregunta desde el inicio, entrelaza sus dedos y apoya su mentón en ellos.
—Matrimonio.
La habitación completa se sume en un silencio ensordecedor antes de que estalle. Ochako y Tomura se levantan de sus asientos diciendo miles de quejas y amenazas por segundo contra Fudo, quien no puede seguir el hilo de las dos conversaciones a la vez, Shinsou se ve irritado ante la sola idea, añade alguna que otra queja entre los silencios de los mellizos, pero no de una forma tan explosiva como ellos, Tamaki se cubre el rostro sonrojado, sus hombros tiemblan avergonzados e intenta poco a poco hundirse en el sillón, buscando esconderse.
Al propio Izuku le parecería estúpido también, la sola mención de un matrimonio lo hace estremecerse hasta los huesos y por primera vez se alegra de no tener nada que ver en esa conversación. Salvo que Fudo no está equivocado del todo, un matrimonio aseguraría nuevas alianzas que cubrirían las espaldas de Musutafu y mantendría al pueblo callado. No es el mejor método y siente un pellizco en el corazón ante la idea de que alguno de sus hermanos menores se case, pero es lo más razonable.
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Flor de primavera
Hayran Kurgu↪|La familia Midoriya ha reinado Musutafu desde siempre, son tan poderosos que nadie cuestionaría su autoridad. Su hijo mayor y heredero de la familia real, Izuku Midoriya, al fin cumple su mayoría de edad y elige un caballero. ↪|En donde el príncip...