Capítulo 30 - Tres infiltrados.

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Existía una pequeña diferencia en tener muchas cosas que hacer y estar realizándolas que, tener muchas cosas que hacer y estar realizándolas sin saber que o por donde comenzar. Bueno, yo era la segunda, porque debía hacer muchas cosas como buscar pistas y hacer planes sobre cosas que no haríamos, para lograr nuestro propio camino y desequilibrar el de ellos o él, aun no estábamos muy seguros sobre eso todavía.

Y aunque me tomo esto muy en serio, no encuentro las palabras ni puedo pensar sin estar distrayéndome a los segundos. Y me encontraba frustrada y perdida porque yo tengo que idear el plan y me tenía que hacer cargo ya que fue mi idea esto. Y ellos estaban de acuerdo pero todo me distraía. Caminaba por toda la casa, e incluso salí del departamento pero nada funcionaba. Contaba con una mente en blanco y más preguntas que respuestas. Me quiero dar la cabeza contra la pared, pero mejor no porque luego voy a tener que arreglar el agujero que dejaría en la pared y eso sería otro problema para agregar a la lista y está ya estaba hasta el tope rebalsando.

Estaba angustiada y tenía unas tremendas ganas de ponerme a llorar.

Y lo estaba por hacer si mi celular no hubiera mostrado el nombre de Michael en la pantalla informándome que me estaba llamando.

—Hola—conteste con la voz neutra—. ¿Qué pasa?

Hola, sí, yo también me alegro de escuchar tu voz —bromeo pero no me encontraba de humor para siquiera contestarle—. Espera... ¿acaso estas llorando?

—No, no lo hago. Iba a hacerlo hasta que llamaste. —le fui sincera.

No llores bebé —comenzó—. Ya estoy aquí.

—Ese, es el problema, Mike —pause—. Lloro porque estás ahí.

No lo podía ver pero juraba y apostaba lo que fuera que estaba burlándose de mí girando los ojos.

Buena jugada, Kleyn, buena jugada —murmuró—. Aunque esto no se quedara así.

Un "Ya deja de malgastar tiempo y dile" se escuchó desde el fondo. Pero su voz se encontraba distorsionada por lo cual no pude saber quién fue.

Ashton dice, que te diga, que él dice que, si ya pensaste en algo. —suspire y pase la mano por mi cabello mientras esta se atoraba y me hacía doler a medida que tironeaba más fuerte cada vez. No tenía respuesta alguna para decirle, o bueno, tal vez si la tenía y era un tremendo y enorme no.

—Si, seguro —no—. No fue tan difícil —fue tan difícil que creo que tengo un tic nervioso en mi ojo izquierdo—. Lo tengo todo planeado —en serio, ya, por qué no dejo de mentir—. Si quieren pueden venir, —tengo que dedicarme a esto de la actuación— No creo que sea apropiado decírselos por teléfono —tampoco es apropiado mentir por teléfono, de hecho me gusta más cara a cara, para ver como sus caras se decepcionan y sus sonrisas se borran. Si, lo amo—. ¿Vienen?

Por supuesto que sí. Iremos lo más rápido. -tómense su tiempo, no hay problema. En serio, no lo hay—. Nos vemos. —no vengan si es posible, gracias chicos, los quiero.

[...]

Y ellos están ahí parados, mirándome, esperando que diga o articule algo. Pero se me es imposible. Las palabras se traban en mi garganta y se mezclan causando balbuceos audibles únicamente para mí misma por suerte.

—No. —salgo de mis balbuceos y me decido a levantar la voz.

—¿No? —pregunta extrañado—. ¿Qué quieres decir con no?

—Que lo lamento —intento cubrir mi cara haciendo que mi cabello caiga sobre un lado de esta pero no sirve de mucho, miro a Mike—. Yo no tengo nada. No es que lo haya pensado, de hecho si, demonios, si lo pensé. Pero no tengo la más mínima idea de lo que tenemos que hacer.

ROOM 336Donde viven las historias. Descúbrelo ahora