Capítulo 11 - La habitación 336

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Cuando pude reaccionar, ya estábamos caminando atreves del pasillo. Luke llevándome en su hombro como si no pesara nada. Y vamos, no les voy a mentir. No soy una persona "Liviana" para que me lleven. Y menos en su hombro.

—¡¿Que mierda estás haciendo! —le grité cuando recupere la cordura.

—Nada que te importe —dijo de lo más normal-. Buena delantera y buen trasero quién lo diría.

—¡Encima de psicópata, pervertido! ¡Bájame ahora! —le grité de nuevo pegándole en su espalda. Aunque no serviría de mucho. Pero valía la pena intentar.

Se rio fuertemente con una sonrosa carcajada que hizo eco en todo el pasillo.

No dijo nada más. Y entro en un cuarto.

El de Calum no era, ya que nos encontrábamos ahí. El de Ashton ya lo habíamos pasado. Y el de Michael lo podía ver claramente desde el lugar en el que me encontraba.

No sé cómo hice pero pegue un grito, que casi me quedo sin cuerdas vocales. Y sin tímpanos.

—Pero que mierda Madeleine. Deja de gritar, nadie te escuchara. —mencionó irritado.

Pero por alguna razón no podía dejar de gritar. Lo que hizo que Luke me bajara de su hombro y me pusiera en frente suyo.

Creía que me iba a pegar una tremenda cachetada. Que parecía que se me había ido la mano con el rubor. Pero en cambio puso sus manos en mis mejillas y me beso. Yo no podía responderle porque estaba en shock. Lo hubiera empujado, pero mi cuerpo no respondía.

Se separó bruscamente de mí y con los labios más rosas de lo normal dijo.

—Más vale que con eso te logres callar un poco. —y me cargó nuevamente en su hombro para entrar a la habitación.

La habitación 336.

Dentro de ella las paredes que deberían ser blancas eran negras. En el suelo que era color beige estaba sucio con color rojo. Que no quiero imaginar que cosa sea. No había luz de techo, ni lámpara. Solo se podía ver gracias a la potente luz de la luna que estaba completa y justo daba en frente de esta.

Me puso en una cama y empezó a encadenarme empezando por las manos. La derecha primero

Seguía sin poder moverme.

Ahora siguió con la izquierda.

Apenas podía parpadear.

El pie izquierdo.

Pude reaccionar.

—¡¿Qué estás haciendo?! —me movía como un perro rabioso cuando ve un pedazo de carne.

—Lo que tu no. —una sonrisa sínica apareció en su rostro. Y estoy más que segura que quería reírse. Pero lo reprimió moviéndose el labio inferior.

Hijo de puta.

Yo muriéndome y él haciendo chistes en broma.

—Quédate quieta si no queres que te lastime —y como si fuera el colmo. Ahora no podía dejar de moverme ¿Es en serio?—. Deja de moverte si quieres seguir viendo a tus amigos con vida. —dejé de sacudirme.

—Ellos... Ellos son tus amigos también... —dije y al parecer capte su atención.

—Tal vez... alguna vez lo fueron.

—Ellos nunca dejaron de ser los tuyos ¿sabes? —me acomodé para estar más cómoda.

—Pero ellos si para mí. —respondió colocando la última cadena a mi pie derecho.

Se levantó, ya que se encontraba agachado con las rodillas en el piso.

—Buenos noches Madeleine.

Millones de insultos pasaron por mi cabeza para decirle. Pero por alguna razón quise ser amable.

Ya se encontraba con su mano en el picaporte a punto de salir.

—Espera Luke. —lo llamé.

—¿Si?

—Buenas noches para ti también.

Me sonrió, o eso creí.

ROOM 336Donde viven las historias. Descúbrelo ahora